El pasado 31 de diciembre a las 9:34 de Roma, falleció Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), quien había sido elegido pontífice con 78 años. Consciente del breve tiempo con que contaba, desplegó un pontificado fuertemente marcado por la limpieza interna, la transparencia, la humildad, la búsqueda de lo esencial y la reforma de la Iglesia desde sus raíces: la autenticidad de la fe. Poco leído y frecuentemente calumniado, ha sido una de las mentes más brillantes de los últimos 100 años, un teólogo inclasificable en los estereotipos de conservador o progresista.
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