Bienvenido el mito de gastar menos

Para refrendar las palabras del presidente, la ministra de Economía Azucena Arbeleche mostró una gráfica de la que surge que en cada uno de los años de gobierno hubo aumento de gasto y que siempre se gastó más que en 2019.

Cabe destacar que este gobierno ha manejado con prudencia y mesura la situación fiscal, reduciendo un déficit heredado muy cercano al 5% del PIB. Pero llama la atención como tanto el presidente como su ministra se pongan a la defensiva frente a quienes acusan al gobierno de gastar menos, de hacer recortes. Incluso el presidente califica a eso de “mito”. Podría llegar a ser una “leyenda urbana”.

Pero, por cierto ¿qué tendría de malo aplicar una política de austeridad en un estado gordo que gasta mucho y gasta mal? En febrero de 2019, cuando aún era precandidato por el Partido Nacional, Luis Lacalle Pou en una gira por el departamento de Maldonado señaló “la única manera de bajar el gasto es gastando menos” y hay que elegir en el sector donde se afecte en menor medida al ciudadano, a quien “ya no le da para más”.

“Pensar en que Uruguay se arregla con más impuestos, es no entender al país. Estamos convencidos que se puede ahorrar bien, mucho y sin retacear ningún servicio esencial. Y si ahorramos mucho dinero, tenemos que devolvérselo a la gente”, por lo que, apenas se pueda, “vamos a aflojarle a las tarifas públicas, a los combustibles, para que la gente dé trabajo”, indicó.

Super claro el presidente. Ningún temor al “mito de gastar menos”. Más bien relucía por todos lados la “necesidad de gastar menos”. Estaba convencido que se podía ahorrar mucho, y si se ahorraba mucho, “se le podía devolver a la gente en forma de menos impuestos”.

Pero hoy en día parece habernos copado un relato donde reducir gastos o ahorrar está mal. Incluso donde reducir impuestos está mal -como lo experimentó el presidente cuando anunció una modesta rebaja impositiva el pasado mes de marzo-. Parece que la única forma de gobernar es gastar más. Y por ello la ministra de Economía va a la reunión del Consejo de Ministros con una gráfica donde se demuestra que año a año se ha gastado más y no una donde el gasto se redujo o por lo menos permaneció constante.

Parece que quienes pregonaron un estado más pequeño, más austero sienten vergüenza de mantener esas ideas o siquiera que se les acuse de haberlas llevadas a la práctica. Parece como que en la cercanía de tiempos electorales los lleva a ponerse a la defensiva.

No es para avergonzarse pregonar y practicar el ahorro como decía Luis Lacalle Pou y como luego explicó con lujo de detalles su asesora económica Azucena Arbeleche. Hacía referencia incluso a la reducción del exceso de funcionarios públicos en una regla de no reposición total de vacantes que en la práctica no se ha dado.

Es verdad que el primer año de gobierno, cayó la pandemia que trastocó todos los planes del gobierno en materia económica y tuvo que sacar de la galera un plan especial para administrar la crisis. Pero, conceptualmente hablando, el programa de gobierno de Lacalle Pou y de la Coalición Republicana no cambió sustancialmente.

Es hora de que se dé la batalla por las convicciones propias. Convicciones expresadas claramente en la campaña electoral y que merecieron el apoyo de la ciudadanía. El voto no era vergonzante. Era claramente un voto para cambiar un proceso de crecimiento continuo del gasto durante 15 años, y un gasto mal asignado.

Ahora, sin embargo, parece que hay que luchar contra el mito de gastar menos. Lo que antes era una virtud, ahora en el relato público se ha convertido en un vicio. Por suerte que al menos hay una regla fiscal que impide aumentar el gasto más allá del crecimiento del PIB

Claro que hay circunstancias que obligan a gastar más, como la pandemia, pero el principio general debe ser gastar menos y gastar bien. Bien claro lo tenía el presidente y su ministra al comenzar el mandato. Que no se dejen llevar ahora por una marea sin fundamento que les obligue a gastar más o a asustarse de sus logros.

Por lo demás, hay un tema con el ratio deuda/PBI que es de los más altos de América Latina. Ese ratio no crecerá en tanto el déficit primario no supere el 2% del PIB pero muchos analistas entienden que es preciso bajar el ratio y para ello ir a un superávit primario. Ello implicaría generar un ahorro del 2% del PIB, unos US$ 1000 millones.

El gobierno se siente confortable tal como está el ratio deuda/PBI. Pero los ahorros que reclaman analistas y el FMI van en línea con lo que decía Lacalle en la campaña electoral. Y en concreto apuntan a la reducción de empleos públicos, la reducción del ausentismo de funcionarios por razones de salud, a focalizar los subsidios (algo que se ha empezado a hacer con el IVA personalizado y que hay que extender) y a mejorar la eficiencia de las empresas públicas.

Todo ello es importante porque, como como dijo Lacalle Pou en febrero de 2019, el bienestar de los ciudadanos será atendido cuando se pueda ahorrar y devolver lo ahorrado sin descuidar las tareas esenciales del estado. Para ello no hay que temer que nos tilden de austeros.