El fondo oceánico que los rodea es sacudido por terremotos de mayor o menor intensidad, pero que siempre generan tsunamis

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Cables submarinos que pueden salvar vidas pronosticando los tsunamis

Además de transmitir grandes cantidades de datos, los cables de fibra óptica transoceánicos pueden actuar como sensores sísmicos ultrasensibles y permitir alertas en tiempo real
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10 de marzo de 2023 a las 05:04

Los habitantes de Vanuatu, un pequeño archipiélago de origen volcánico localizado en el Pacífico Sur, sufren las consecuencias de frecuentes inundaciones. El fondo oceánico que los rodea es sacudido por terremotos de mayor o menor intensidad, pero que siempre generan tsunamis. Para sus pobladores, como para otros que habitan en territorios insulares o en costas continentales, 30 minutos pueden hacer una gran diferencia.

Un aviso previo podría darles el tiempo suficiente para llegar a zonas más elevadas antes que los tsunamis golpeen la tierra. De salvar vidas se trata. En la actualidad, las 65 boyas oceánicas activas en el todo el mundo diseñadas para detectar tsunamis están demasiado dispersas como para proporcionar ese tipo de alerta a las islas Vanuatu.

Conocidas como DART, las boyas se encuentran en aguas profundas y contienen instrumentos que registran cambios mínimos en la presión del fondo marino. Los datos son enviados vía satélite a los centros de alerta, los cuales se encargan de procesar la información y emitir un pronóstico sobre la formación y propagación de un tsunami.

Para ampliar esa red de protección, los científicos han propuesto utilizar los cables submarinos, la red de 1 millón de kilómetros que forma la espina dorsal de la infraestructura mundial de telecomunicaciones, indispensable para el comercio, las finanzas y el funcionamiento de Internet.

Con ese objetivo, el Grupo Operativo Conjunto para los Cables Submarinos de Vigilancia Científica y Telecomunicaciones Fiables (SMART, por sus siglas en inglés), creado a instancias de Naciones Unidas (ONU), propuso equipar los nuevos cables submarinos comerciales con sensores similares al sistema DART para medir la presión, la aceleración y la temperatura del agua.

Los expertos explican que los sensores podrían añadirse a los repetidores de señal de los cables que se utilizan para amplificar las señales. Si estos cables cubrieran las necesidades de energía y de transferencia de datos originados en los sensores, los científicos podrían recopilar información a una escala sin precedentes y transmitir alertas más rápido de lo que es posible en la actualidad.

Los expertos agregan que la arquitectura de los cables modernos, que incluyen una vía de retorno en sus repetidores, permite segmentar el cable en secciones, cada una de las cuales actuaría como un sensor. Los operadores de las conexiones transoceánicas utilizan las vías de retorno para supervisar el estado de sus amplificadores ópticos. Las comprobaciones se suelen realizar de forma programada o en caso de avería, por lo que la mayor parte del tiempo estas vías están ociosas.

La idea no es nueva, pero ha chocado hasta hace poco tiempo con la resistencia de la compañías privadas que operan los cables. Bruce Howe, físico y oceanógrafo de la Universidad de Hawai, lidera el grupo de trabajo que gestiona el observatorio científico más profundo del mundo. Lo hace utilizando un cable de telecomunicaciones abandonado, situado a 100 kilómetros al norte de Oahu, una isla de Estados Unidos que forma parte del archipiélago de Hawái.

Vencer la resistencia de la industria de las telecomunicaciones submarinas, que factura unos US$ 5.000 millones al año, no es sencillo. Howe lleva una década intentando que las compañías integren los sensores a sus cables. Para concretar la idea, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco (COI-Unesco) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) crearon en 2012 un grupo de trabajo que lidera Howe.

Gran parte del reto consiste en que el sensor debe estar presurizado para soportar las condiciones que se registran en el fondo oceánico, a veces a kilómetros bajo la superficie. Añadir los sensores, que deben alimentarse del repetidor y comunicarse con él, complica el diseño. Sin embargo, Sistema de Datos Submarinos (Subsea Data Systems, por su nombre en inglés), una empresa financiada por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF, por sus siglas en inglés), construyó un prototipo que demostró que es posible.

Este año está previsto que la tecnología haga su primera demostración sobre el terreno cuando se instalen tres repetidores de prueba frente a la costa de Sicilia. La prueba hizo que el gigante global de las telecomunicaciones Alcatel anunciara que tendrá lista la tecnología SMART para 2025. Ese mismo año, Portugal tiene previsto iniciar un proyecto de cable SMART de US$ 150 millones que conectará Lisboa con las islas de Madeira y Azores.

Para los científicos interesados en ampliar la capacidad de estudio de los fondos oceánicos se trata una herramienta que se sumaría a las existentes, que se basan en el monitoreo con las boyas DART, satélites y buques oceanográficos. Si la tecnología llegara a Vanuatu y otros archipiélagos podría significar un gran cambio en la seguridad pública.

Vanuatu es de origen volcánico y, al igual que otras islas de la región, está ubicada en una sección del fondo oceánico que se hunde bajo otra. El modelo desarrollado por la UIT, la OMM y el COI-Unesco, presentado en la conferencia de la Unión Americana de Geofísica (AGU, por sus siglas en inglés), señala que un cable SMART a través de esta zona de subducción podría ampliar el tiempo de alerta a 12 minutos.

"Si podemos dar a una comunidad incluso cinco o diez minutos de tiempo adicional, eso puede suponer una gran diferencia", afirmó durante la presentación Laura Kong, del grupo de trabajo y directora del Centro Internacional de Información sobre Tsunamis (ITIC, por sus siglas en inglés).

Actualmente, solo una parte de los cables de telecomunicaciones se utilizan con fines científicos. Existen, desde luego, sistemas de observación del medio ambiente oceánico pertenecientes a universidades y entidades gubernamentales que los explotan, pero solo cubren distancias cortas y se utilizan para investigaciones científicas muy concretas.

Si la nueva técnica se aplicara a un gran número de cables de todo el mundo, la red global existente podría convertirse en un gigantesco conjunto de miles de sensores ambientales para seísmos, pero también para investigar las corrientes marinas y las mareas. Por lo pronto, lo científicos son optimistas. "Es un primer paso para alcanzar la visión de largo plazo de instrumentar el fondo marino oceánico con fines climáticos y de alerta temprana. Es la primera vez que las profundidades oceánicas se abren de este modo", afirma Howe.

 (Con información de AFP, Unesco y OMM)

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