Juan Samuelle

Cierra un año ganadero con luces y sombras

El volumen de carne exportado y el precio por tonelada suben algo más de 3% y la facturación se incrementa 7%, pero el stock cae y los márgenes son apretados

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20 de diciembre de 2018 a las 14:45

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Por Blasina y Asociados, especial para El Observador

El que está concluyendo es un año singular para la ganadería uruguaya, con datos para ilusionarse y otros para preocuparse. Lo más visible tal vez, es que la facturación por la exportación de la carne vacuna es la mayor de la historia y terminará el año en el entorno de US$ 1.540 millones, unos US$ 11 millones más que el año anterior, con un leve aumento en el volumen exportado y también un leve aumento en el precio por tonelada colocada.

En el aumento del precio de exportación está seguramente el dato más estimulante del año que se cierra. La carne uruguaya está bien posicionada y lo hace valer. El precio de exportación que logra es alto en comparación con los históricos del país y razonablemente estable. Este año cerrará con un precio promedio en el entorno de US$ 3.535/ton, 3% mejor que los US$ 3.441/ton de 2017 y es el segundo año consecutivo de suba. Todavía está lejos de los US$ 4.000/ton que obtuvo en 2014 y de un período muy favorable entre 2011 y 2015, pero luego de una caída relativamente importante en 2016 el precio va ganando escalón tras escalón.

Este año es interesante porque hay un aumento en la faena de vacas que podría haberse traducido en un menor precio exportado. También es importante porque la depreciación de la moneda de los países vecinos incidió negativamente en el último trimestre. En última instancia, la mejora en el precio de exportación es la mejor garantía que puede tenerse para un buen precio del ganado gordo, y un buen precio del ganado gordo da sostén  al precio de terneros y terneras.

La mayor faena de este año determina que haya también un mayor saldo exportable, que superará levemente las 460 mil toneladas exportadas, unas 15 mil más que el año pasado y la mayor desde 2006.

El volumen de carne exportado sube algo más de 3%, el precio por tonelada sube algo más de 3% y la facturación sube 7%.

Y el precio del ganado gordo fue levemente mejor al de 2017. La industria trasladó la buena demanda externa a los precios de compra. China siguió empujando con fuerza para absorber la alta oferta de vacas y la competencia por conseguir los novillos gradualmente más escasos llevó a que la industria mejorara los precios al productor respecto a los que tuvo el año pasado. Mientras el novillo gordo promedió este año US$ 3,28 por kilo de carcasa, el año pasado no pasó de un muy magro precio promedio de US$ 3 por kilo. Es decir este año los frigoríficos pagaron casi 10% más que el año pasado por su materia prima, aunque el precio que lograron exportando fue solo 3% mayor.

El factor escasez empieza a jugar y eso muestra que a pesar de los récords –o justamente en parte relacionados con ellos– los números de la ganadería también revelan la existencia de problemas.

A pesar de la mejoría en la facturación por venta de ganado gordo, los márgenes de la ganadería siguen siendo tan ajustados que los productores equilibran sus cuentas vendiendo más de lo que puede sostener el stock. Es decir, facturan todo lo que pueden, pero se descapitalizan. La suba en la faena de este año tiene que ver con una faena muy elevada de vacas, lo que incluye a las lecheras.

La faena de vientres puede interpretarse como un esfuerzo por facturar en el corto plazo sacrificando ganancias futuras, típica de momentos de dificultades. Aunque en los últimos dos años la situación no es tan lineal. Se ha consolidado un mercado para las vaquillonas que lleva a que haya una faena cada vez más importante de hembras jóvenes.

Por la causa que sea, faenar vientres jóvenes es sacrificar producción futura y entonces lo llamativo es que la mejoría en los precios y la fluidez con la que se ha colocado el ganado no ha logrado hasta mediados de diciembre frenar el achique del stock ganadero, que es la contracara de los datos favorables.

El stock de vaquillonas ha oscilado entre 1,6 y 1,8 millones, primero ascendiendo entre 2011 y 2016 sumando gradualmente 200 mil vientres más, que son los que se perdieron en los últimos dos años por una faena que excede la capacidad de reposición.

La faena de novillos no es tan elevada, de hecho es menor que la de hembras.

Pero también es insostenible porque aquí la exportación en pie de algo más de 300 mil terneros y novillitos –junto a la faena que ya no crece, pero que se mantiene relativamente elevada por encima de 1,1 millones tanto en este año como en el anterior– lleva a que la caída en el stock de la principal categoría en producción de carne caiga en forma muy acentuada y permita pronosticar que en volumen, al menos, las exportaciones de carne de Uruguay no podrán sostener los niveles alcanzados este año.

En efecto, la población de novillos cae de 2,6 a 1,99 millones en los últimos dos años, un descenso de 600 mil cabezas que es la explicación por la cual la industria debe pagar más por la materia prima, reduciendo sus márgenes tanto por la suba de costos como por la peor utilización de su capacidad instalada.

Datos que pueden objetivizarse un poco más a través del indicador Novillo tipo, a través del cual el Instituto Nacional de Carnes mide tanto la facturación de la industria como lo que paga de ahí a los productores. Y proporcionalmente lo que paga es cada vez más de lo vendido.

Carlos Pazos

El valor agregado industrial, lo que le queda a la industria una vez que vende el animal y paga al productor, pasó de un promedio de US$ 300 por cabeza a un rango de entre US$ 150 y US$ 200 en los últimos cuatro meses, por una mezcla de baja en el valor del novillo vendido y rigidez a la baja en el precio de la hacienda por escasez.

El año 2019 será el comienzo de un período de faena en baja, algo que ya se observa en este mes de diciembre, que tendrá una oferta bastante menor a la de diciembre del año pasado.

Para la industria será una exigencia importante. Lo que realza la importancia del entore en curso como vía para que un aumento en la producción de terneros y precios algo más bajos pagos por Turquía empiecen a generar un escenario más equilibrado, en el que el criador venda  más terneros acá y logre una eficiencia reproductiva tal que permita que la baja de la faena tenga un final a la vista. 

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