Opinión > ANÁLISIS/ C. ROMANOFF
Cincuentones, millennials y dinosaurials
Antes el grande se comía al chico y ahora es el rápido el que devora al lento. Así es que los millennials convierten en dinosaurials a los cincuentones, muchos de ellos inadaptados a la tecnología y expuestos al meteorito en el campo laboral. Y es verdad que estas personas no son culpables de las décadas de despilfarro que obligaron a la reforma jubilatoria de 1996 que perjudicó sus haberes de retiro. Sin ese cambio que introdujo el sistema de las AFAP no hubiesen podido jubilarse, ni ellos ni nadie. Pero la varita mágica de la injusticia los tocó y ahora quieren que el gobierno practique alquimia para transformar el déficit de plomo en el oro necesario para corregir aquellos defectos.
Las diferencias en el gobierno sobre este asunto son de porte mayor. El ministro Danilo Astori clavó la bandera en el mástil y no se baja de su propuesta de poner un tope de 80% a la jubilación de los cincuentones. Cree que el costo de US$ 3.600 millones a pagar en 40 años, según el proyecto de reparación enviado por el presidente Tabaré Vázquez, sobrepasa la capacidad de pago del gobierno y perjudicará pronto la calificación de la deuda uruguaya. Esa nota permite una baja tasa de financiamiento para tapar el agujero fiscal. Mientras, para el padre de la criatura, el ministro de Trabajo, Ernesto Murro, hay "terrorismo" en las cifras, el mujiquismo trajo a la mesa una actitud negociadora tendente a que los cincuentones puedan elegir próximo a la jubilación si lo hacen por el BPS o las AFAP.
En realidad, la posibilidad de enmendar los defectos de la reforma de 1996 que perjudican a los cincuentones quizá podría formar parte de una reforma jubilatoria de fondo, capaz de tapar los baches y, fundamentalmente, asegurar la financiación de un sistema que, así las cosas, no podrá pagar las jubilaciones en un futuro cercano. La fórmula pasa inevitablemente por estirar la edad de retiro hasta el entorno de los 65 y tal vez más.
El Frente Amplio no quiere asumir que el actual es un gobierno bajo el signo del ajuste como consecuencia del déficit heredado de Mujica. Es el mismo déficit que le maniató las manos en el área presupuestal y limitó su radio de acción en el campo de la infraestructura. Y desde el punto de vista político le obligó a aumentar los impuestos a pesar de las promesas electorales y a subir ahora las tarifas públicas a pesar de las recientes promesas poselectorales. Y al único que pone la cara, lejos de protegerlo y siquiera escucharlo, lo corren con lanzallamas hasta un precipicio sobre lava hirviente. Sí, esas son las muestras de cariño y respeto hacia el ministro Astori.
El proyecto del Ejecutivo sobre los cincuentones promete un legado de ajuste no solo para los gobiernos que le sucedan, sino para la sociedad toda.
Las decisiones de transacción en el gobierno son costosas en dinero y tiempo. La ausencia de una reforma jubilatoria de fondo, cambios urgentes en el sistema educativo, y definiciones claras sobre tratados de libre comercio con distintos bloques comerciales ponen al país en el carril lento.
Coches híbridos, autos sin conductor y vehículos de Blade Runner nos pasan a toda marcha.
