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Colombia: Indígenas, negros y campesinos se enfrentan por las tierras en el valle del Cauca
Indígenas, afros, campesinos y cañeros están enfrentados por las tierras llanas en el Cauca, un departamento al suroeste de Colombia en el que la tenencia de la tierra se reparte entre grandes haciendas, minifundios y territorios de comunidades negras.
El presidente Petro prometió redistribuir la propiedad rural en el país de Latinoamérica donde más se concentra, según la ONG inglesa Oxfam.
El acceso a la tierra está en el corazón del conflicto que por casi seis décadas ha desangrado a Colombia. Primero, campesinos se levantaron en armas exigiendo equidad y luego paramilitares de ultraderecha despojaron violentamente a miles de familias de sus predios para venderlos a terratenientes.
En esta región convergen todos los elementos de tensión social que tendrá que conjurar el gobierno de Gustavo Petro para sacar adelante una reforma agraria, la llamada paz total y la nueva política de lucha contra las drogas.
El norte de Cauca tiene poco menos de 357.000 hectáreas, de las cuales 51.000 están sembradas en caña, 40.000 están destinadas para protección ambiental, 20.000 son resguardos indígenas constituidos, pero que aspiran a tener 100.000 hectáreas, 240.000 las pretenden las comunidades afro, mientras los campesinos piden 102.000 hectáreas para zonas de reserva campesina, los títulos mineros cubren 23.000 hectáreas y hay solicitudes sobre 66.000 más.
Según los datos del Instituto de Estudios Interculturales de la Universidad Javeriana de Cali, no hay tierra apta para tanta gente.
Además, se agrega que es un territorio atravesado por cultivos de coca, marihuana y minería criminal de oro, donde hacen presencia diferentes disidencias de las Farc, el ELN, el Clan del Golfo, los carteles mexicanos y los narcos del Valle del Cauca y Antioquia.
Para Carlos Duarte, investigador de la Universidad Javeriana de Cali, Cauca es uno de los departamentos con mayor diversidad étnica, de organizaciones sociales y de biodiversidad del país. Allí la concentración de la tierra es más alta que el promedio nacional y sus problemas son viejos como el mismo surgimiento de la república. “De esa envergadura son los conflictos que se vienen evidenciando y de esa dimensión deben ser las soluciones que este gobierno proponga”, señaló el profesor universitario.
Desde la asunción de Petro, alentadas por la promesa de reforma agraria con su consecuente redistribución de las tierras, se vienen produciendo tomas de hacienda en siete de los 32 departamentos colombianos, ante las cuales el gobierno ha advertido que se procedería a desalojarlas dentro de las 48 horas de producidas.
Los indígenas nasa ocupan haciendas dedicadas al cultivo de caña de azúcar para instalar su ganado y chocan no sólo con los trabajadores de las plantaciones de ese cultivo sino con los negros que están asentados hace más de un siglo en el valle, que es el territorio donde se asentaron históricamente la minería del oro y el cultivo de la caña de azúcar.
Rosana Mejía, una dirigente de la asociación de Consejos Comunitarios del Norte (ACONC) sostiene que las comunidades afro tienen derechos ancestrales sobre las tierras que reclaman y define las características de su lucha como una reivindicación étnico-territorial, afirmando que “nosotros no somos los culpables de que los españoles nos hubieran secuestrado de nuestros pueblos y nos trajeran esclavizados a este territorio. Nosotros somos víctimas y también tenemos derechos sobre la tierra, no por lo que vale en sí misma sino porque aquí hemos hecho nuestras vidas y aquí desarrollamos nuestras tradiciones y cultura”.
Tras la abolición de la esclavitud, en 1851, los negros compraron terrenos a cambio de trabajo. Hoy la mayoría siembra caña y la vende a grandes ingenios de la región. "Cuando nos hemos enfrentado (con los indígenas) nos ha tocado con piedra porque no tenemos otra arma: piedra y garrote", explica un líder negro en una entrevista con la agencia AFP.
Desde 2005, cuando se tomaron las primeras haciendas, 12 indígenas han muerto en choques con la fuerza pública. Hoy se asientan en 1.500 hectáreas. Troncos y zanjas impiden el avance de la policía que intenta desalojarlos.
Desde la perspectiva de Asociación de cañeros, su directora, Claudia Calero, asegura que el gremio que ella representa lleva años sufriendo los ataques por parte de algunas comunidades indígenas que desde 2014 han invadido 71 predios y se han apropiado de 6.600 hectáreas, de las cuales casi 5.000 han quedado completamente improductivas. Las afectaciones a este sector productivo también han significado la pérdida de 6.000 empleos, de los casi 50.000 que la industria de la caña ofrece en el departamento de Cauca.
En Cauca, los indicadores de pobreza (58%) son más altos que el promedio de Colombia (39,5%) y los conflictos que amenazan extenderse y adoptar características cada vez más violentas son los ingredientes de una situación que el gobierno ha decidido enfrentar a través de una reforma agraria que contempla la redistribución de tierras y ceder a “los colombianos más vulnerables” propiedades incautadas a narcotraficantes.
