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Cómo organizar un viaje a Europa sin depender de excursiones
Por Pablo Trochón, especial para El Obsevador
Muchas veces, al momento de pensar en viajar a Europa, por la distancia y por el costo de los pasajes, se intenta optimizar el tiempo mediante una visita panorámica a las ciudades icónicas en el poco tiempo que ofrece una licencia.
Esto no debe desalentar al viajero porque siempre tendrá una experiencia de disfrute, de aprendizaje, de inspiración y de recarga energética: cada uno viaja en la medida que puede y eso ya está bien. ¿Pero como abarcar el viejo mundo de la mejor manera?
¿Ser o hacer?
Si bien, en general, son recomendables los viajes más librados al azar y descontracturados, para aquellos casos en los que solo se cuente con dos semanas, hay que resignar destinos para dedicarle más tiempo a sus mojones más representativos. Para ello, la opción de planificar la travesía puede que sea lo mejor.
Lo primero que se hace es recurrir a alguna agencia de confianza que ofrezca algún paquete turístico en el que esté todo resuelto: desde los aéreos, pasando por los transfers y los hoteles, hasta cada uno de los paseos. Este es un recurso válido porque evita hacer colas en los museos, esperar los transportes y quedar sujetos a proveedores de servicios inescrupulosos o desatentos. Sin embargo, también se debe considerar que los costos son extremadamente altos por comisiones y guías y por el precio del confort de no pensar en nada. Por otra parte, el viajero queda sujeto al ritmo cronometrado de las actividades y de algunos pasajeros que solo quieren descansar, o visitar las tiendas de souvenires, o comer, o simplemente coleccionar algunas fotos y continuar. Esto provoca que el tiempo para recorrer sea muy escaso y que su autonomía se vea vulnerada por no poder administrar tiempo y velocidad de acuerdo a sus intereses.
Por estas razones es que es más recomendable ajustar personalmente las rutas, la billetera y el reloj para así tener una experiencia más personal, ya sea que se quieran jornadas intensas de museos y monumentos o más relajadas en parques y cafés; así como más económicas.
Tomar las riendas
Europa es un continente que ya tiene décadas de oferta turística organizada, funcional y confiable, lo cual facilita la tarea. Además, hoy se cuenta con una cantidad de información disponible en internet (desde audioguías a aplicaciones para hacer reservas), organizar un viaje no es nada del otro mundo. Es una forma de sentirnos más partícipes de lo que vaya a ocurrir.
Lo primero, y muchas veces más difícil, es definir los destinos, el orden y la cantidad de días. En este sentido, es recomendable buscar en internet, por ejemplo, cuáles son los puntos más importantes y cuáles son los más interesantes. Luego hay que someter el borrador al comentario de allegados que ya hayan viajado por esas zonas y que darán un consejo más ajustado a gustos e intereses. También hay que consultar foros de viajeros en los que personas más experimentadas en la organización de viajes hacen sus sugerencias a base de aspectos que quizá no se han tenido en cuenta: días en los que tal museo está cerrado, o movilidad entre un punto y otro, o si realmente vale la pena recorrer una gran distancia para visitar determinado monumento.
A veces hacer un viaje hasta Pisa solo para visitar a la famosa torre es un despropósito, cuando se puede invertir ese tiempo en una jornada más en la bella Florencia o visitando San Gimignano o Lucca o Siena, que están muy cerca.
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Por último, no hay que olvidar a los locales, que son la pieza fundamental para que el viaje sea exitoso. Estos tienen información más precisa y actualizada sobre eventos o lugares no turísticos que siempre pueden marcar un diferencial en el viaje y acercarlo a experiencias más autóctonas y no tan producidas.
