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Conoció a una menor en un culto evangélico, mantuvo una relación y la mató: recibió una pena excepcional
Un hombre de 33 años condenado por haber matado a cuchillazos –a sangre fría y en forma premeditada– a una adolescente de 14 años a la que consideraba su pareja recibió, Tribunal de Apelaciones mediante, una pena que se utiliza en forma extremadamente excepcional en el sistema penal uruguayo: las medidas de seguridad eliminativas.
Estas medidas están reservadas para aquellos individuos tan peligrosos que, a la hora de dictar sentencia, se presume que pasados los años de condena –en este caso 29– aún puede no estar listo para reinsertarse en la sociedad y su reinclusión, si no estuviera recuperado, podría generar un gran perjuicio. Eso implica que los años de medidas de seguridad eliminativas que se impongan, sean años de cárcel extra de la pena.
En el selecto grupo de criminales que han recibido estas penas está por ejemplo Jonathan Bragundi (el triple homicida de los marinos de la Armada), Pablo Goncálvez (triple homicida de las jóvenes de Carrasco en la década de 1990) o los dos violadores y asesinos de la niña Valentina Walter.
En este caso, el hombre de 33 años y la adolescente de 14 se conocieron en un culto evangélico, en donde la abuela de ella era pastora. Él tenía un hijo de 5 años y otra de la edad de la víctima. En mayo del 2020, la adolescente le confesó entre lágrimas a su madre que Marcos le gustaba.
Después de mucho conversar, la mujer convenció a la adolescente de cortar la relación. También intentó hablar con él, pero según la sentencia a la que accedió El Observador, la respuesta del hombre fue "desafiante".
Después de eso, la acosó a ella y a toda su familia a través de diversos números de teléfono. "Fueron desde defenestrar a la víctima hasta intimidar con que había que cambiar la cerradura de la casa", alegó la fiscal del caso, Serrana Corsino.
Además de ser 19 años mayor, el hombre era adepto de la disciplina Krav Magá, un sistema de lucha y defensa personal de origen israelí y utilizado por las fuerzas de seguridad de ese país. Según el expediente, ya había sido violento con su esposa, a quien le había dicho que "saldría de la casa en un cajón o se iría para la casa de su madre con terrible paliza".
Además de mandarle mensajes compulsivamente a la adolescente, también merodeaba su casa para controlarla. El 1° de julio de 2020 no fue la excepción, aunque algo fue diferente. Sobre las 8:30 de la mañana, y aprovechando que toda su familia se había ido, el hombre entró en la que la vivienda en la que la adolescente vivía con sus padres y hermano.
Sin dudar y sin dejarla defenderse, la acuchilló siete veces en el cuello. El único que se cruzó con la escena fue el primo de 11 años de la adolescente, que al oír sus gritos agarró dos cuchillos e intentó defenderla, sin éxito. Inmediatamente llamó a su abuela, que llegó pocos minutos después para encontrar a la víctima tendida en el suelo y al borde de la muerte.
¿Excepcional gravedad y gran peligrosidad?
"La naturaleza de los delitos cometidos y la forma de ejecución no dan cuenta de la excepcional gravedad de los mismos y de su gran peligrosidad", señaló la Justicia de Rivera en primera instancia para no complacer a la fiscal en su pedido de que se le impongan al hombre las medidas de seguridad eliminativas extra a la condena de 29 años que ya recibió por el crimen.
La fiscal, al apelar, fundamentó que debía otorgarse esta medida excepcional ya que ocurrieron un cúmulo de hechos graves que daban cuenta de su gran peligrosidad. Entre ellas mencionó que el hombre fue premeditadamente a la casa de la víctima con el arma homicida y esperó a que estuviera sola para atacar. También señaló que ya tenía un historial de violencia grave con su exmujer.
"Un hombre violento cree que tiene derecho sobre el cuerpo y vida de las mujeres. Cuando ella quiso dejarlo, él no sólo se negó a ello, sino que acosó sistemáticamente a padres y conocidos de la misma", argumentó Corsino.
El Tribunal de Apelaciones coincidió con la fiscal y valoró que la forma en la que el hombre asesinó a la menor reviste excepcional gravedad y lo convierte en un recluso de "gran peligrosidad". Eso los hace prever que cuando termine de cumplir su pena, de 29 años de prisión, no estará rehabilitado.
"La base, el contexto, el plan y la ejecución de manera feroz y por motivos de género (femicidio), coincidentes con el antecedente mencionado por la esposa del agente, y la pericia psicológica, habilitan pronosticar –con las connaturales dificultades de esta clase de juicios futuros–, el alto riesgo de comisión de nuevo femicidio, una vez cumplida la pena", valoraron los jueces.
