Aunque parezca obvio, no es lo mismo opinar que saber. Confundir la opinión con el conocimiento se vuelve mucho más grave cuando las decisiones que se toman afectan la vida de los otros. Durante los peores momentos de la pandemia del covid-19 los debates en torno a la relación entre política y ciencia dejaron en claro algunas cosas que son evidentes para los teóricos de la filosofía política, pero no lo eran tanto en la opinión pública. En sociedades complejas, donde hay una sobreabundancia de información que suele derivar en un caos de desinformación, se requiere de un duro trabajo de discernimiento prudente que tome en cuenta las evidencias que aportan las ciencias para pensar responsablemente las decisiones que afectan a todos.
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