Armando Sartorotti

Armando Sartorotti

Punto de vista > Fotografía

Cuando Pinochet me puso de rehén en un asalto a un banco

A veces buscando una foto noticiosa nos encontramos con otra que nos acompaña el resto de nuestra vida.
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31 de mayo de 2012 a las 00:00

En 1988 Augusto Pinochet intentó, a través de un plebiscito constitucional auto elegirse como presidente de Chile, luego de 15 años de dictadura.

En ese entonces Santiago, la capital bullía de corresponsales extranjeros, fotógrafos de prensa y camarógrafos llegados desde todo el mundo.

Muchos habíamos arribado en ómnibus y en mi caso particular, con algo más de U$S 300 que debían durar los 15 días de la campaña oficial, hasta el día después de la votación.

Si bien el verdadero protagonista era la gente que estaba continuamente en la calle, para un acto, una manifestación o para llenar estadios por el retorno de los Jaivas y otros grupos de músicos exilados, la estrella para la prensa internacional era Augusto Pinochet. El dictador se presentaba a los actos por el “Si” vestido de traje, siempre junto a su sonriente esposa, Lucía Hiriart. Los estudiantes realizaban manifestaciones a diario que culminaban siempre con pedreas y la intervención de Carabineros, con sus gases lacrimógenos. El clima de tensión era tal que, durante el paso de una caravana de autos de simpatizantes por el "Si" por la plaza de Armas, varios fotógrafos fuimos amenazados de muerte pistola en mano, por un hombre que custodiaba los vehículos.

En ese marco el dictador recorría el país realizando actos públicos con todo el aparato del estado a disposición. Una mañana, una semana antes del plebiscito paramos en Concepción, ciudad industrial a 500 km. al sur de Santiago.

Viajábamos en ómnibus oficiales acompañando a Pinochet. Luego de un almuerzo con obreros oficialistas de una mina submarina de carbón en Lota, pueblo a pocos quilómetros de la ciudad, nos liberaron en el centro de Concepción durante unas horas hasta que fuera el acto del “Sí”.

Con un colega fotógrafo brasileño nos pusimos a caminar, encontramos la ciudad universitaria, recorrimos el campus y al entrar en la galería de comercios nos encontramos de frente con un grupo de asaltantes que estaban robando el banco de la universidad. Inmediatamente nos tomaron de rehenes. Nos obligaron a tirarnos al piso. Puse mi cámara delante de mí. A unos pocos metros tenía uno de los ladrones con una ametralladora que cada poco tiempo saltaba y nos gritaba “los voy a matar a todos”, apuntándonos con su arma. Esos momentos de alaridos y confusión los aprovechaba para sacar fotos. No pude sacar muchas pero mi preferida es ésta, la que ilustra este post en que se ve en primer plano a uno de los asaltantes, a otro que trae el dinero, que ya está saliendo del banco y al señor de la ametralladora. El pie a mi izquierda es de mi amigo, el fotógrafo brasileño.

Pinochet perdió el plebiscito y Lucía Hiriart dejó de sonreir.

Al día siguiente 500.000 chilenos llenaron "las grandes alamedas", como decía la última carta de Salvador Allende, cantando su alegría y regalándole flores a los Carabineros.

Pero eso ya es parte de otra historia.

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