El presidente ruso, Vladimir Putin, recibió este martes al primer ministro japonés Shinzo Abe en Moscú, para retomar las conversaciones acerca de un posible tratado de paz entre ambos países.
Pero lo que dificulta que este tratado se concrete es que existe un tema pendiente que mantiene "vivo" el conflicto entre ambas naciones desde la Segunda Guerra Mundial. La problemática se centra en una disputa territorial entre las ciudades de Moscú y Tokio por cuatro islas del archipiélago de las Kuriles.
Llamadas "Kuriles del Sur" por Rusia y "Territorios del Norte" por Japón, estas islas integran actualmente la región rusa de Sajalín (Extremo Oriente). Pero para Japón dependen de la prefectura de Hokkaido, y están "ocupadas ilegalmente por Rusia", lo que impide la firma de un tratado de paz entre los dos países.
Putin afirmó este martes que a Japón y Rusia les espera un "trabajo de hormiga" antes de la firma de este documento en términos "mutuamente aceptables".
"Hemos dado instrucciones para que nuestros ministerios de Relaciones Exteriores organicen en febrero una segunda ronda de negociaciones" sobre las Kuriles, señaló Abe en declaraciones tras su reunión con el presidente ruso, y agregó: "la resolución de un problema que dura más de 70 años no será fácil, pero tenemos que hacerlo".
La tensión entre Moscú y Tokio se vio empeorada por una declaración del primer ministro japonés durante su discurso de año nuevo. El mandatario mencionó la necesidad de ayudar, según él, a los residentes rusos de las Kuriles del Sur "para que entiendan y acepten el hecho de que la soberanía de sus territorios iba a cambiar".
Esta declaración causó malestar en Moscú, que convocó al embajador de Japón. Rusia acusó a su vecino de "deformar" el contenido de los acuerdos entre Putin y Abe y de querer "imponer su propio guión".
El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, afirmó que los países estaban "lejos de ser socios, no solo en las relaciones internacionales, sino también en el hecho de encontrar vías constructivas para mejorar" las relaciones bilaterales.
Las cuatro islas son las que quedan más al sur del archipiélago y, por tanto, las más cercanas a Japón.
A pesar de que la población actual del archipiélago no supera las 17.000 personas, según estadísticas oficiales, estas islas son ricas en aguas termales, minerales y metales raros.
Allí se encuentran corrientes cálidas y frías que favorecen el desarrollo del plancton y albergan a una enorme reserva de peces.
Estas islas también tienen una importancia estratégica: permiten el acceso permanente al Océano Pacífico a los buques de guerra rusos con base en Vladivostok (ciudad portuaria rusa), a través del estrecho entre Kunachir e Iturup (dos de las islas en cuestión), que no se congela en invierno.
Finalmente, el control total de las islas protege al mar ruso de Ojotsk, más al norte, de una eventual incursión submarina.
En 1786, la emperatriz Catalina II reclamó la soberanía sobre todo el archipiélago de las Kuriles, de acuerdo a un informe ministerial que afirmaba que estas islas fueron descubiertas "por navegantes rusos" y "sin lugar a dudas, deben pertenecer a Rusia".
Pero en 1855, un primer tratado entre la rusia zarista y Japón establece la frontera entre los dos países más allá de las cuatro islas más cercanas a Japón.
Veinte años más tarde, en 1875, un nuevo tratado cedió a Tokio todas las Kuriles, incluidas las islas ubicadas al norte de esa frontera. Pero el 18 de agosto de 1945, los soviéticos atacaron el archipiélago para anexarlo, incluidas las cuatro islas meridionales.
Desde Tokio se denuncia una injusticia, invocando el tratado de 1855. Por su parte, Rusia se apoya en la conferencia de Yalta, de febrero de 1945, en la cual Stalin habría obtenido del presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, la promesa de recuperar las Kuriles.
En 1956, cuando el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Japón, el presidente Nikita Khrushchev se había comprometido a restituir las dos islas más pequeñas -Shikotan y Habomai-, a cambio de concluir un tratado de paz.
Aunque fueron reanudadas después de la caída de la Unión Soviética, en 1991, las negociaciones nunca tuvieron éxito. Y casi 75 años después el conflicto continúa.
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