Cartas de los lectores > Correspondencia

De nuestros lectores: Eutanasia, impuestos y una carta a José Mujica desde Ecuador

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22 de junio de 2020 a las 05:00

Señora Laura Gallinal, 

Respuesta a la carta por eutanasia 

Ahora como siempre Uruguay y la humanidad que sufre necesitan de esperanza y ganas de vivir. Esto, ciertamente, no quita que hay personas que están sufriendo mucho, a veces desde hace ya mucho tiempo, y que con toda legitimidad están deseando terminar con sus vidas. 

Es su derecho absoluto y no somos nosotros quienes se lo debemos de cercenar. 

Artigas puede haber muerto en soledad, el papa Juan Pablo II siguió hasta el final su tarea, y miles de anónimos también; pero ¿no será que nuestra herencia judeo cristiana no nos deja ver que el derecho a la eutanasia debe ser natural?

En ciertos pueblos los ancianos se iban a morir en soledad lejos de sus pueblos, esto es una forma de eutanasia. El sufrimiento por esta etapa por la que estamos pasando no puede ser una excusa para dejar de lado esta iniciativa tan loable. 

Patrice Lheritier 

 

Sobre forestación: que los impuestos queden para el año que viene

Señor director: 

Fruto de la pandemia, el escenario macro ha cambiado radicalmente respecto del año electoral, y de forma muy especial las finanzas públicas, que han acelerado su deterioro significativamente.

En ese marco, el ajuste fiscal vía reducción de gastos ya no será suficiente para volverlas al trillo,  y será preciso complementarlo con aumentos de la carga fiscal. No hay otra salida para buscar el equilibrio en las cuentas públicas.

Dado el parate económico del que felizmente de a poco estamos saliendo (pese a los cultores de la cuarentena obligatoria), no parece atinado instrumentar un aumento significativo de impuestos este año. Lo aconsejable es dejar esa tarea para el año que viene, con más información sobre la mesa y sobre todo, con mayor actividad económica.

Sin perjuicio de ello, hay cosas que se podrían instrumentar por decreto “mañana” mismo, con el consiguiente efecto positivo en las expectativas, por aquello tan viejo pero tan cierto, de que en economía las señales son muy importante.

Además, por poco que sea, todo recurso viene muy bien a las menguadas finanzas, y no debería desperdiciarse la oportunidad.

Concretamente me refiero a dos subsectores de la agropecuaria como lo son la agricultura, que paga muy poco Imeba,  y la forestación, que no paga nada por ese impuesto.

Con la excusa de que a partir de la reforma tributaria los contribuyentes de Imeba no descuentan IVA, del 2% que pagaba la agricultura hasta 2007, paso al 0,10%. ¡¡Bajaron 20 veces!!

Alguien sensatamente puede pensar que esa es la diferencia de rentabilidad entre agricultura y pecuaria (que siguió pagando 2%), ¿qué justifica esa diferencia de aporte fiscal? No parecería ser la situación, a todas luces.

No lo era antes de 2007 y obviamente no lo es después, con el único cambio del descuento de IVA.

Peor aun el sector forestal que tiene la tasa de Imeba en 0% y obviamente, hablando en plata, contribuye marginalmente  a las finanzas públicas con algún tributo menor.

La situación se torna particularmente injusta si se considera que esa ha sido la situación de la forestación en los últimos 30 años, y que el desarrollo significativo en los últimos 20 lo pone en condiciones de funcionar solo, sin ayudas extras de la sociedad.

En el actual sistema, el Imeba opera conjuntamente con el IRAE ya que tiene la doble calidad de impuesto definitivo si se opta por Imeba y de pago a cuenta, si se opta por IRAE.-

En 15 días se termina el ejercicio agropecuario e inicia uno nuevo abriéndose por tanto una excelente oportunidad para que se emita un decreto adecuando las tasas de Imeba de esos dos subsectores con el tiempo suficiente para que los agentes económicos sepan a qué atenerse en la planificación tributaria del ejercicio 2020/2021 y siguientes.

¡¡Es ahora!!  Ahora sí.

Ricardo Díaz Nadal

 

Carta a José Mujica

Hola, José, lo saludamos desde Guayaquil, Ecuador y con la ilusión que nos pueda leer.

Este escrito, quizás será una especie de una carta. Una carta parecida a esos momentos cuando los chicos le piden ese consejo valioso y único a su padre.

En Ecuador, específicamente en Guayaquil, pasamos tiempos muy duros por tema del virus; casos únicos que impactaban a todo el mundo por la tristeza provocada y desesperación; demasiadas muertes. Y sabemos y somos conscientes del duro futuro económico. 

Pensamos que los jóvenes tenemos esa ventaja de aprovechar aquel tiempo de vida de vitalidad, eso que usted dice que defendamos a toda costa y que agradezcamos; usted dice que luchemos por la vida, que al final de cuenta, es lo más lindo y único. 

Pero en Ecuador, en paralelo, viviendo una época muy triste y de desesperanza, por actos de corrupción que nos aterrorizan tal cual como la pandemia fatal. 

Puede ser que esta carta de chicos pidiendo esos consejos al papá sabio sea una carta muy apenada y con muy poca esperanza sobre nuestro país. 

Viviendo una tremenda crisis económica, en donde existe mucho desempleo y otras cargas extras, los jóvenes nos empezamos a preguntar cuestiones realmente melanocíticas de nuestro país, el Ecuador. 

Quizás, si nos quedamos trabajando en nuestro país, honradamente, y con mucho esfuerzo; lograremos conseguir los bienes materiales básicos, pero con mucho sacrificio. 

Pero, Pepe: ¿cómo no desanimarnos, o perder la esperanza de mi país si conocemos que personas, y hasta jóvenes se vuelven cuasi-millonarios en poco tiempo? 

Los más triste, Pepe, muchos jóvenes que ya tenemos en mente salir de nuestro país, buscar otro lugar, en donde nuestro trabajo nos haga ser mas felices y que valga realmente lo que es. 

Que melancólico, que los jóvenes empecemos a dejar nuestro país, solo por la brutal corrupción.

Alejarnos de nuestros padres, amigos, nuestros pueblos tan hermosos: será un castigo muy fuerte, o un precio demasiado elevado. 

Los jóvenes, hoy pensamos que formar una familia, requiere mucha responsabilidad; y el tema económico influye en este pensamiento. Qué triste José, que algunos jóvenes no decidan tener una familia, o hijos; solo por el hecho que nuestro país no nos da las garantías necesarias.

Y que la corrupción nos arrebata ese sueño. ¿Qué podemos hacer José? 

Primero, preguntarle desde la desesperanza que vivimos, porque no creemos que esto se vaya a curar o solucionar; creemos que seguirá y continuará.

Escuchamos siempre: lucha, sal a las calles a enfrentarte contra la corrupción, etc. El resultado es peor o igual; lo dice la historia. 

¿Cómo lucharle a la desesperanza, le pregunto nuevamente José? 

¿Cómo dejar de pensar en fugar del país que nacimos, para buscar rumbos mejores? 

¿Cómo saber si formar una familia con hijos será una odisea para los niños, para esa infancia que aún no sabe de la corrupción que vivimos, pero está a punto de enterarse?

Pepe, a usted los admiran muchos, y lo admiran porque usted “es lo que dice que es”, por que su ejemplo de vida, lo respetamos los jóvenes. Y porque, en su templanza de vida, queremos que nos ayude, que piense un momento en los jóvenes de Latinoamérica; que vivimos esta falta de esperanza única.

Finalmente, y lo mas horrible: muchos jóvenes entrarán por codicia o necesidad, al círculo vicioso más horrendo de la corrupción. 

Patricio Serrano Loayza

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