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La historia de Lucas Fernández: del Ipiranga del Cerro a la medalla en Lima 2019
“Estoy todo roto pero muy contento”, dice desde Lima, Lucas Fernández, el boxeador que conquistó la primera medalla para Uruguay en los Juegos Panamericanos, al contar cómo es su día después de una pelea. Esta vez, el dolor de los golpes quedó en un segundo plano por detrás de la satisfacción de su histórico logro.
Hacía 32 años que el boxeo celeste no ganaba una medalla panamericana y este pugilista de 21 cortó la sequía para una disciplina que supo darle muchas alegrías el deporte uruguayo y que suma su octavo podio en este torneo, siendo el tercer deporte con más preseas por detrás del ciclismo (18) y el remo (11).
Fernández había asegurado su medalla tras ganar la primera pelea que disputó, contra Keevin Allicock de Guyana. En su segundo combate se jugaba el pase a la final por el oro y la plata, pero al perder en fallo arbitral con el estadounidense Duke Ragan, tuvo que conformarse con uno de los dos bronces que se dan en el podio de boxeo.
Para el boxeador del Cerro y para el deporte uruguayo fue un gran logro.
En el club del barrio
“Arranqué a los 13 años en el Club Ipiranga del Cerro de la mano de mi entrenador Juan Moreno, ya van nueve años que entreno con él”; contó a Referí desde Lima al hablar de sus inicios con los guantes. “Y en la etapa del prePanamericano estuve con Juan Petraca, el entrenador de la selección, y ahí pudimos clasificar, venir acá, y lograr la medalla”, agregó.
Tras practicar taekwondo y canotaje, al mudarse al Cerro y vivir cerca del Ipiranga, se animó a hacer boxeo. “Una vez vino al gimnasio, pidió para entrenar como hobby, le gustó y empezó a entrenar para la competencia”, contó Moreno a Referí. “Él no era boxeador, lo fui formando y lo hice boxeador yo”, señaló.
¿Y cómo se forma a un boxeador? “Hay que darle los primeros pasos”, dijo el entrenador del Ipiranga, club ubicado por la zona del Estadio Luis Tróccoli. “Empezar a trabajar con él en la parte física, luego en lo táctico-técnico, el trabajo de pesas, de potencia y de resistencia. A partir de que va a entrar en una competencia hay que ponerle cargas para estar fuerte. A él le empezó a gustar y empezó a prenderse del boxeo cada vez más y ahí está ahora”, agregó el coach, orgulloso de su pupilo.
Moreno señaló que en el club cuentan con el apoyo del programa KO a las Drogas, una ayuda que sirve para los deportistas que van a prepararse.
“También hay botijas que vienen al gimnasio gratuitamente, que vos estás ayudándolo para que salgan de la esquina y de las drogas. Son gurises nuevos que están emprendiendo y les está gustando”, agregó.
Jugado por todo
Mientras disfruta del día postcompetencia, alimentándose de forma normal tras el estricto pesaje previo a la pelea, su categoría es peso gallo de -56 kilos, y aprontándose para ir a ver a los otros deportistas uruguayos, Lucas contó que en su preparación para Lima entrenó cuatro horas y media por día en dos turnos.
Además de hacer guantes, estudia materias de cuarto año y también atiende el almacén familiar que su abuela y madre tienen en el Cerro.
Luego, todo es boxeo. Incluso, su novia, Victoria Da Silva, también es pugilista, por lo que el ring y los ganchos son tema de todos los días.
“Lo veo bien porque es un botija que es 100% deportista, vive 100% para el deporte”, destacó Moreno. “Es merecedor de lo que hizo y más”, agregó el entrenador, muy emocionado.
Al repasar sus combates en Lima, Fernández señaló que la primera pelea fue la más difícil. “El guyano salió a atropellar, a buscar la medalla, porque la primera pelea ya era por medalla, me cortó con un cabezazo y ese corte me complicó para esa pelea y la segunda. Fue mortal”.
Con el corte sobre su ojo, tuvo que convencer al juez que le permitiera pelear para intentar llegar a la final. “No me quería dejar y la fuimos remando para que nos dejen. Nos pudieron arreglar un poco el ojo, a las 15:00 nos dio el OK pero nos dijo que si veía sangre cortaba la pelea”.
Consultado por si se había cuidado un poco más en la zona afectada durante el combate, señaló que no fue así. “No, fui para adelante igual con el ojo roto. No importó nada. Ya estábamos ahí y había que jugárnosla para ver si podíamos llegar a la final”, agregó el boxeador que espera que su deporte tenga un mayor apoyo tras su conquista en Lima.
De cara al futuro, la opción de pasarse al profesionalismo comenzó a sonar cada vez más fuerte, pero los Juegos de Tokio 2020 también están muy cerca.
“En marzo se viene el preolímpico y estamos viendo si podemos lograr la clasificación. Ese es otro objetivo”, expresó. “Ya estamos mentalizados en eso”.
Pero por ahora, Lucas quiere disfrutar de su esperado momento mientras en el Ipiranga del Cerro sus compañeros le están preparando un recibimiento.
“En Montevideo ya vi que está todo el mundo como loco, con mucho boxeo, y supongo que va a haber gente para recibirnos con los brazos abiertos y saludarnos. Ya se ve en las redes sociales todo el apoyo que hay y estoy muy contento con eso”, agregó Lucas, quien se despidió con un saludo para su familia. “La medalla va para ahí. Aguante el boxeo uruguayo”, expresó.
