Ricardo Peirano

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Demasiado reñida como para definirla ya

"Too close to call" ("muy reñida para definirla") es una frase usada en contiendas electorales cuando es difícil predecir el ganador
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25 de septiembre de 2016 a las 05:00

"Too close to call" ("muy reñida para definirla") es una frase muy usada en contiendas electorales cuando es difícil predecir el ganador, bien sea por las encuestas no dan una ventaja superior al margen de error estadístico, bien porque hay un alto número de indecisos, bien porque ha habido cambios importantes en la opinión pública.

Es lo que ocurre en la elección presidenciales de Estados Unidos donde, a pesar de que Hillary Clinton mantiene unos 6 puntos de ventaja sobre Donald Trump, y que el sentido común parecería acompañar esa tendencia de sondeos, los expertos no se animan a declarar la elección definida para la Sra. Clinton. Primero porque faltan tres debates que en Estados Unidos se realizan con puntualidad británica todos los años electorales a falta de 45 días para las elecciones. Debates cuyas fechas están previstas con una año de anticipación aún antes de conocerse quienes serán los nominados por cada partido y que nadie se anima a saltarse ni aún con certificado médico.

Segundo, porque este año los candidatos de ambos partidos comparten la singular característica de ser percibidos muy negativamente por el electorado. Hillary despierta desconfianza en los votantes por no decir la verdad, por mantener en secreto cuestiones acerca de su salud y por considerarse por encima de la ley en cuanto al manejo de los mails oficiales y documentos secretos cuando era Secretaria de Estado. Tiene, como ventaja, que Trump es visto más negativamente aún. Pero Hillary no despierta simpatías, y simplemente recoge un voto anti Trump (George Bush padre, que perdió con Bill Clinton en 1992, confesó que va a votar por ella y no por el candidato republicano) y no llega ni con mucho al electorado al que sí llegó Obama en 2012.

Trump, por su parte, parece un "espantavoto" por todos los disparates que dice, un día sí y otro también. Que va a construir un muro con México para evitar la inmigración, que lo pagaran los mexicanos, que expulsará a los inmigrantes ilegales que hay en Estados Unidos (unos 11 millones según estimaciones oficiales, mucho más según Trump), que no dejará entrar musulmanes o que al menos los hará esperar, que pondrá aranceles a los productos que vienen de China y de Asia... y una cuantas cosas más de corte aislacionista, anticomercio, y antiinmigración. Predica, en el fondo, una América aislada, peleada con la OMC, con sus aliados del Sur de Asia, con sus aliados de la OTAN y amiga, en cambio, de la Rusia de Vladimir Putin. Y por si esto fuera poco se peleó en público con los padres de un soldado americano, pero de religión musulmana, muerto en combate en Irak.

Pero Trump aún cuenta en las encuestas. Las diferencias no son enormes y, lo más importante, los 270 votos del Colegio Electoral no están asegurados para Hillary. En muchos estados, Trump tiene una ligera ventaja y si la mantiene puede llegar él a los 270 votos en lugar de Hillary. La razón de ello es, por un lado, la debilidad de Hillary, su falta de empatía con el electorado, esa frialdad con la que parece estar por encima de todos, incluso de la ley y la falta de confianza que genera.

No son características particulares de la Sra. Clinton pero si compartidas con Donald Trump, razón por la cual hay aún un elevado número de indecisos o de personas que no irán a votar (un 20%). Y lo que hagan estas personas, dijo esta semana The Economist, será clave para la definición de la elección.

Trump se mantiene en carrera, cuando la elección debería estar perdida a esta altura del año, porque ha sintonizado con un sentimiento nacionalista que ha crecido en los últimos años en amplias capas de la población americana. Son gente más bien mayor, menos educada, que tiene temor a perder el empleo o a recibir una magra jubilación. Son gente a la que la expansión y propaganda del ISIS, más algunos atentados efectuados en suelo estadounidense, ha generado un temor a todo lo que suene a "musulmán" o a lo que huela a "Islámico". Y no son pocos. Por eso, en una elección en la que los dos candidatos presidenciales atraen muy poco y generan rechazo, aún falta carne por cortar antes del martes 8 de noviembre. Clinton lleva ventaja pero no tiene la elección ganada.

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