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Leonardo Pereyra

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Historias mínimas

Develan el misterio del Facebook: usted quiere que lo acaricien

Cuando uno utiliza el facebook, el cerebro produce oxitocina, la tan buscada “hormona del cariño o de la felicidad”, prima hermana de la serotonina, tía de la morfina.
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14 de agosto de 2012 a las 00:00

Es la oxitocina. Todas esas preguntas que usted se hace acerca de por qué se pasa tanto tiempo colgando cosas en el facebook tienen su explicación en la denominada hormona de la felicidad. No importa si usted es linda y casada, feo y soltero, opositor u oficialista. Hace tiempo que las redes sociales dejaron de ser meros lugares de levante para gente con problemas de autoestima para convertirse en plazas virtuales en las que se puede conversar con el tipo mas churro e inteligente, o con la mujer menos avispada.

En realidad, lo que usted quiere es que lo acaricien. Y sobre esto no hay discusión. Es ciencia. Es química pura. Según un estudio de un tal profesor Paul J. Zak de la Universidad de Claremont, cuando uno utiliza el twitter o el facebook, el cerebro produce oxitocina, la tan buscada “hormona del cariño o de la felicidad”, prima hermana de la serotonina, tía de la morfina.

El doctor Zak analizó muestras de sangre tomadas antes y después de utilizar la red social. Y descubrió que aumentaban los niveles de la hormona cariñosa mientras el estrés caía en picada. El experimento sugiere que la adicción a las redes sociales es un proceso meramente fisiológico. ¿Quiere decir esto que a usted le faltan caricias fuera de la red y las busca dentro de ella? No necesariamente. Si se trata de una adicción, usted podrá ser acariciada fervientemente por un amante, sojuzgada por un sádico o violada por un sátiro pero, finalmente, volverá a la pantalla a buscar su dosis.

El experimento de Zak abrió debates en la red acerca de qué hacer ante el descubrimiento. Hubo quienes –espantados- reclamaron profundizar en la investigación para conocer si esa adicción puede desencadenar enfermedades o un terrible futuro sin relaciones sociales cuerpo a cuerpo. Hubo otros que –más prácticos-propusieron que cada usuario elija al acariciador virtual que más le guste y, sin más dilatorias, lo invite a tomarse una copa.

No está claro si en el facebook uno busca caricias adicionales. Sí se sabe que uno se encuentra con gente a la que dan ganas de abrazar y con otras a la que no le daríamos ni la hora. Con entrañables muchachos que escriben poesías y comparten música, y con intrascendentes contrabandistas de recados.

Hasta hace muy poco yo renegaba de estas redes virtuales. Un día, jugando con una computadora, un amigo me abrió un “perfil” y poco después alguien me mandó un video con una canción preciosa que alguna vez escuché de chico y creía perdida. Desde entonces, cosa rara, el facebook me produce una diversión similar a la que me provocaban los juegos de las casas de maquinitas. Pero, aunque aún me sigue gustando el flipper, un día aquellos juegos de luces me hartaron. Sé que en poco tiempo me hartaré del facebook. Por ahora que me sigan acariciando.

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