El gobierno italiano anunció este domingo el cierre de las discotecas y la obligación de usar mascarilla por la noche en lugares públicos, para evitar una segunda ola de la pandemia del coronavirus.
El ministro de Salud, Roberto Speranza, firmó un decreto que entrará en vigor el lunes y que torna obligatorio el uso de la mascarilla entre las 18:00 y las 06:00 en lugares públicos donde se "formen grupos". El decreto también suspende el funcionamiento de las discotecas al aire libre, ya que las salas de fiesta cerradas no reabrieron hasta el momento.
La medida estará en vigor al menos hasta el 7 de septiembre y se produce después de varios desencuentros entre el gobierno y los responsables regionales sobre las restricciones que debían aplicarse en el sector del ocio nocturno, que da trabajo a unas 50.000 personas.
La decisión se produce además en el llamado "Ferragosto", el fin de semana del 15 de agosto, el momento en que más italianos están de vacaciones y van a la playa.
Los periódicos han publicado en estos días imágenes de numerosos grupos de jóvenes divirtiéndose en discotecas al aire libre, ajenos a las advertencias de las autoridades sanitarias, preocupadas ante el aumento de los casos de coronavirus.
"¡Pónganse las mascarillas!": el DJ lo repite constantemente micrófono en mano, pero a los asistentes les da igual. En "Kiki", una discoteca de Ostia, un popular balneario de las afueras de Roma, el coronavirus parece lejano aunque está bien presente.
Es una noche para cincuentones en "Kiki", una de esas discotecas a cielo abierto al borde de la playa de Ostia, a veinte minutos en tren de la capital.
Las consignas son conocidas: mascarilla obligatoria, bailar solo y a más de un metro del vecino. Pero "¡al diablo!", ríe Claudio, barriga prominente y camisa abierta con pelo en pecho.
Con su mascarilla en el bolsillo, baila solo, no tanto por respetar la distancias, sino porque sus amigos "charlan al lado". "Tratamos de tener cuidado", dice sin mucha convicción.
Junto a Claudio, los 200 o 300 clientes de "Kiki" juguetean al ritmo de la música electrónica.
Muchos sin mascarilla, ligan, ríen o encadenan los gintonics. Se rumorea que vendrá la policía. Los camareros y el DJ consiguen al final que todo el mundo se cubra la boca y la nariz.
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