Dos hechos en que la realidad dejó mal parado a Donald Trump

Desde 1991, en Alemania un grupo de expertos elige la peor palabra del año en relación con términos que vulneran la dignidad humana o valores democráticos porque discriminan a grupos sociales o étnicos o representan un verdadero engaño para la sociedad.

El martes 16, el jurado de la edición 2017, integrado por cuatro lingüistas, un periodista y un miembro rotativo, seleccionó entre 700 propuestas el concepto "hechos alternativos", una expresión que echó a andar la consejera presidencial de Donald Trump, Kellyanne Conway, para defender datos falsos difundidos por el departamento de prensa de la Casa Blanca que aseguraban que la toma de posesión del magnate inmobiliario contó con el mayor número de asistentes en la historia del país, pese a que las cifras demostraban que eso no era cierto. La funcionaria adujo que estaba dando "hechos alternativos".

Desde entonces, argumentó el jurado, el controvertido presidente de Estados Unidos se maneja con "hechos alternativos" para defender sus ideas y con ello reemplaza los argumentos basados en hechos por afirmaciones que no se pueden comprobar.

Según un exhaustivo estudio de los discursos de Trump, realizado por el Washington Post, desde su llegada a la Casa Blanca hasta el 10 de octubre pasado, el presidente estadounidense había hecho 1.318 afirmaciones falsas o por lo menos engañosas.

En consonancia, el presidente terminó el 2017 y comenzó el año nuevo con dos acontecimientos que desmienten fundamentos de algunas de sus urticantes políticas nacionalistas o populistas o de la sinrazón pese a su insistente prédica.

¿Calentamiento global?

Trump no cree en el cambio climático y antes de ingresar a la arena política decía que la visión apocalíptica sobre el clima es en realidad "una invención" de China.

Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump retiró a EEUU del acuerdo climático de París y se ha valido de defensores de los combustibles fósiles para ocupar puestos ambientales claves en su administración. Tal es su contrariedad, que eliminó al cambio climático de la lista de amenazas a la seguridad nacional.

El Día de los Inocentes, el presidente estadounidense intentó ridiculizar a quienes creen en el cambio climático haciendo creer a sus seguidores de Twitter que la ola de un frío inédito y tormentas de nieve que durante semanas golpeó al norte de su país, desmentía tal extremo.

"En el este, podría ser la víspera de Año Nuevo más fría registrada. Tal vez podríamos usar un poco del buen y viejo calentamiento global por el que nuestro país, pero no otros países, iba a pagar trillones de dólares para protegerse. ¡Abríguense!", tuiteó Trump el 28 de diciembre.

El tuit causó reacciones de científicos porque saben que el calentamiento global no solo provoca más calor, sino también inusuales bajas temperaturas como las que afectaron en estas semanas a regiones de Estados Unidos y varios países de Europa.

"El cambio climático es muy real, incluso si hace frío al exterior de la Trump Tower en este momento", ironizó en Twitter el director de la Academia de Ciencias de California, Jon Foley.

"De la misma manera, sigue habiendo hambre en el mundo, aunque uno acabe de comer una Big Mac", agregó.

Es que la investigación científica avanza en el sentido de ver un vínculo entre el calentamiento global y la ola de frío en países del hemisferio norte, asegura Jennifer Francis, investigadora del Departamento de Ciencias Marinas y Costeras de la Universidad de Rutgers, y se refiere a los estudios sobre los efectos que provoca el deshielo del Ártico, según explica en el sitio web The Conversation.

"No se necesita mucha imaginación para suponer que la pérdida de la mitad de la capa de hielo marino del Ártico en solo 30 años podría estar causando estragos con el clima", escribe.

En ese sentido, un estudio de la Universidad Northeaster, difundido en julio de 2014, advertía sobre el aumento de olas de frío extremo en Europa y Estados Unidos y buena parte de ello debido al deshielo del polo Norte.

Emigrantes y delincuencia

Desde que anunció su interés por llegar a la Casa Blanca, Trump arremete contra los emigrantes a quienes responsabiliza de la inseguridad del país, crímenes y actos terroristas.

Desde la Casa Blanca empezó a negociar con el Congreso un nuevo sistema de inmigración con el propósito de endurecer las leyes de acogida que mejorarían la seguridad de los estadounidenses.

Sus ideas extremas lo llevaron en diciembre a retirarse del Pacto Mundial sobre la migración que trabaja en políticas globales para encontrar una solución general a uno de los problemas más graves del siglo XXI.

Datos oficiales de EEUU sobre el vínculo entre la violencia y los emigrantes contradicen el diagnóstico apocalíptico de Trump para justificar su intolerancia con los extranjeros, especialmente musulmanes e hispanos.

La ciudad de Nueva York, una de las más cosmopolitas del mundo y de mayor diversidad lingüística, cerró el 2017 con una inédita baja de delitos desde la segunda guerra mundial.

Por ejemplo, el año pasado hubo 290 homicidios, menos de 300 asesinatos anuales como registraba desde 1951 y un descenso de 12,5% respecto a 2016, lo que representa el índice más bajo entre las cinco mayores ciudades de EEUU.

Los 101.710 delitos ocurridos en 2016, pasaron el año pasado a algo más de 94.800.

"Somos la ciudad más segura entre las grandes", declaró el alcalde demócrata Bill de Blasio, un acérrimo opositor del presidente Trump.

Tampoco hay información contundente sobre el vínculo de migrantes y terrorismo.

Como dice El País, de Madrid, en un artículo del miércoles 17, "la inmigración poco tiene que ver con el terrorismo en Estados Unidos. En el último medio siglo han entrado en el país 59 millones de extranjeros.

Esta inmensa corriente ha llevado a que el 14% de la población estadounidense actual haya nacido fuera".

Es por eso que "vincular esos cerca de 45 millones de habitantes con los atentados yihadistas es una desmesura".