El Uruguay está en vísperas del comienzo de un nuevo ciclo político, que en parte recoge continuidad con el panorama partidario de este tiempo, pero que contiene un carácter disruptivo.
Si el Frente Amplio ganara un cuarto gobierno, en la izquierda habría emergido un nuevo líder, sustancialente distinto a los que ha tenido hasta ahora; mientras una renovación generacional se instalaría curiosamente en forma simultánea en todas las corrientes internas.
Si la oposición triunfara en las urnas, la elección 2019 tendría el mismo carácter histórico de las votaciones de 1958, cuando los blancos lograron desplazar a los colorados tras casi un siglo de predominio, y del 2004, cuando la izquierda reemplazó a los dos partidos fundacionales del vértice de poder político. Y habría nacido una coalición inédita en cuanto a integración política, tanto en cantidad de partidos como en amplitud ideológica.
En ambos casos, hay características que convierten al 24 de noviembre en una fecha histórica.
***
Es la cuarta elección seguida en la que Uruguay repite la misma disyuntiva para el votante, lo que deja en evidencia una estabilidad en el sistema político, con una puja entre dos coaliciones, una que funciona como un partido en sí mismo, con varias corrientes internas; y otra que es una alianza de lemas diferentes, pero liderada siempre por el mismo partido.
En 2004 no fue necesario ir a la segunda vuelta, y la encrucijada fue entre el frenteamplista Tabaré Vázquez (50,4%) y el nacionalista Jorge Larrañaga (34,3%). Por un lado, una coalición denominada “Encuentro Progresista-Frente Amplio-Nueva Mayoría”, y por el otro, el Partido Nacional que si llegaba al balotaje contaba con el respaldo del Partido Colorado.
En 2009, llegaron al balotaje José Mujica por el Frente Amplio (con 48%) y Luis Lacalle de Herrera (29,1%) por el Partido Nacional, con el apoyo de los colorados que lideraba Pedro Bordaberry (17%).
En 2014, a la definicion fueron el frentista Vázquez (con 47,8%) y el nacionalista Luis Lacalle Pou (con 30,9%) apoyado por el colorado Bordaberry (12,9%).
Y este 2019, para la elección de este domingo van Daniel Martínez (39%) y Lacalle Pou (28,6%), que recibió el apoyo de cuatro partidos: el Colorado (12,3%), Cabildo Abierto (11%), Partido de la Gente (1,1%) y Partido Independiente (1%).
Todos esos porcentaje son respecto al total de votantes (que incluye votos en blanco y anulados, los que de alguna manera representan el pensamiento de muchos uruguayos, pero no se expresa en bancas).
Cuatro elecciones seguidas, y en las cuatro se decidió entre los candidatos de esos dos partidos.
Por un lado, el Frente Amplio ha mantenido fuerza en Montevideo, y la zona metropolitana ampliada, y el Partido Nacional ha logrado sostener su fortaleza en el interior del país.
La coalición de izquierda llegó al gobierno y logró reelección cuando además del bastión capitalino conquistó el voto de otras zonas del país, pero su fuerza mayor ha radicado en Montevideo. Ahí es gobierno departamental hace 30 años, con 6 victorias seguidas.
Eso no implica que no haya perdido respaldo en la capital.
Tomando el procentaje de sufragios sobre total de votantes, el Frente debutó con 29% en 1971, subió a 33,1% e 1984 y ganó la Intendencia con 33% en 1989.
Siguió creciendo a 44,1% en 1994, a 50,6% en 1999 y a su punto máximo de 61,3% en 2004, cuando también ganaba en todo el país.
Pero luego descendió a 56,2% en 2009, a 53,5% en 2014 y a 47,4% en la primera vuelta de este 2019.
Eso muestra que desde el pico de votación más alta, computando el nivel de votantes de este año, el Frente ha perdido unos 128 mil votantes de la capital (calculando a “votos constantes”), pero aún sigue siendo tan fuerte como se ve en las calles y las urnas.
***
De las 18 intendencias del interior, el Frente tiene cinco, los colorados una sola, y los nacionalistas doce.
Sin Montevideo y Canelones, los otros 17 departamentos del interior tienen 74 municipios, esa figura de gobierno de cercanía. Ahí la relación muestra el poderío blanco en la campaña: hay 57 alcaldes nacionalistas (77%), 11 frentistas y seis colorados.
Frente Amplio y Partido Nacional son los partidos fuertes, pero los nacionalistas entendieron bien que para competir con chance, deben tener el apoyo de su adversario clásico y de otros sectores.
Falta conocer oficialmente al nuevo presidente y eso marcará qué tipo de cambio histórico tendrá Uruguay a partir del lunes, pero el tablero queda con una coalición frenteamplista fuerte en la zona metropolitana y una multicolor de mayoría blanca, con asiento sólido en el interior.
Y eso marca el punto de partida para una carrera electoral que sigue el año que viene, que luce de alto interés y que exige a los comandos partidarios ponerse a pensar y trabajar en estrategias profesionales, sin margen para la improvisación o el amateurismo. Porque cuando no hay estrategia seria y se confía en las ganas, ya se sabe lo que pasa.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá