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28 de julio de 2020 a las 10:07
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Hay formas y formas de irse. El 20 de abril de 2017, Pedro Bordaberry pateó el tablero y anunció que se retiraría de la política. Había sido candidato presidencial por el Partido Colorado en dos oportunidades, pero tenía una medalla más grande que esa: fue quien sostuvo a ese histórico partido en su peor momento.
Tres años después, la renuncia de Ernesto Talvi luce muy diferente. Más que una renuncia parece un abandono. Bordaberry —que por más que luego quiso volver— lo que hizo fue quedarse hasta el último día de su gestión como senador, cargo para el que fue electo por la ciudadanía.
En primer lugar eso es parte del compromiso asumido con la ciudadanía. En segundo lugar, con todas las personas a las que motivó e hizo trabajar para el partido.
Talvi, sin embargo, abandona el barco de forma casi total. Hace tan solo unos meses estaba pidiendo el voto para su proyecto político que buscaba crear un “pequeño país modelo”. Y buena parte de la ciudadanía le dio su apoyo para al menos tres cosas:
● Pelear por la Presidencia.
● Construir una bancada de legisladores que representara su visión.
● Formar un gobierno de coalición.
Eso fue lo que él ofreció en la campaña y que nada menos que 300.177 uruguayos respaldaron directa o indirectamente. Talvi personalmente abandona esas tres cosas que habían motivado a mucha gente.
Tiene sus motivos, absolutamente respetables. Pero no por eso deja de decepcionar no solo a esos 300 mil votantes, sino a otros tantos que según todas las encuestas de opinión pública lo veían como una de las figuras más importantes del nuevo gobierno.
¿Cuáles eran los planes de Talvi? ¿Él pretendía ser presidente ya en su primera experiencia política? Eso es algo que en la historia reciente no sucedió nunca en un país con partidos tan fuertes.
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Talvi sabía que la de 2019 no era su carrera de fondo, sino el primer paso. Su apuesta era a 2024. Pero en el medio de la campaña pasada algunos asesores lograron convencerlo de lo contrario. Una vez que derrotó a Sanguinetti en la interna y las primeras encuestas lo dieron subiendo cada vez más, pensó que podía alcanzar a Lacalle. Esa espuma que subía rápidamente también bajó de forma veloz y de ahí adelante todos fueron problemas para Talvi.
En su carta de renuncia de este domingo él señala que “Ciudadanos fue concebido como un proyecto institucional y no personal (que) trasciende las individualidades”. Si bien es cierto que, como dice, “hay gente tremendamente capaz en Ciudadanos”, no es real que sea lo mismo el sector con él que sin él. Por más que lo haya construido con base en equipos y con cientos de técnicos y políticos, lo que logró conseguir altos niveles de adhesión fue su figura política. Además, su forma de ejercer el liderazgo fue muy personal. Ciudadanos sin Talvi no es lo mismo que con él y dudo de su permanencia en el tiempo.
El segundo nivel es el partidario. Talvi abandona a sus militantes en un momento clave: en el medio de una campaña electoral por las departamentales. Eso es un golpe duro a una estructura colorada que ya venía muy cascoteada.
Talvi sabe que la decisión que tomó deja decepcionado a muchos y así lo dice al final de su carta: “Aquellos que se sientan defraudados por esta decisión espero que puedan disculparme. A todos los demás espero que puedan comprenderme”.
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