Explota Explota puede verse en cines y en HBO Max
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > MUSICAL

Explota Explota: el "último gran homenaje" a Raffaella Carrà, en los ojos de un uruguayo

El director uruguayo Nacho Álvarez cuenta los desafíos, el proceso y el impacto de su película, que llega a las salas uruguayas días después de la muerte de la diva italiana
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23 de julio de 2021 a las 05:00

Nacho Álvarez (34 años) llegó a España en 2017 con algunas dudas respecto a su futuro profesional. En Uruguay se había dedicado sobre todo a la dirección de publicidades, videoclips y proyectos fílmicos para el mundo de la moda, pero no estaba seguro si iba a seguir con eso allá también. Llevó consigo dos ideas, que le planteó a la productora cinematográfica uruguaya radicada en Madrid Mariela Besuievsky, responsable, por ejemplo, de El secreto de sus ojos y La noche de 12 años.

Las dos eran ideas para musicales, y a Álvarez le llamaba la atención que nunca se hubieran realizado. La primera era con la obra de la banda española Mecano, que ya había tenido un espectáculo teatral en esa línea. Pero Besuievsky derribó la idea por complicaciones con los derechos de autor de ese repertorio. El director le hizo entonces una segunda oferta: un musical con las canciones de la italiana Raffaella Carrà. La respuesta de la productora y su esposo y socio, Gerardo Herrero, fue un sí rotundo. Y así nació Explota explota, la película que se acaba de estrenar en los cines uruguayos como parte de la cartelera tras la reapertura de las salas, y que coincidió con la muerte de la intérprete italiana, el pasado 5 de julio, a los 78 años.

Álvarez salió del edificio de la productora Tornasol y llamó al guionista Eduardo Navarro. “Tiene una empresa de catering en Montevideo, entonces mientras él picaba cebollas, yo le contaba que había pitcheado la historia y que había que empezar ya a trabajar”, recuerda el director desde Mallorca. “Sabía que a Raffaella la habían censurado, entonces nos pusimos a buscar qué había pasado con la censura en España. Ahí dimos con los tiempos franquistas y automáticamente nos dimos cuenta de que ahí había una historia: ‘Una bailarina se enamora del censor oficial de Televisión Española’. Se lo contamos a Mariela, le encantó la idea, y de ahí no paramos. Después se sumó David Esteban Cubero, guionista español radicado en Montevideo, con quien ya habíamos trabajado. Habíamos hecho un video institucional para una empresa de logística, y ese era el antecedente del trío de Explota explota”.

La película, que puede verse en salas comerciales y en Cinemateca, además de en la plataforma HBO Max, y cuyos derechos acaban de ser vendidos para una adaptación al teatro, tiene como protagonista a María, una azafata que se convierte en bailarina televisiva al tiempo que entabla un romance con Pablo, censor de la Televisión Española bajo el ala de su padre, en los últimos estertores del franquismo. Las canciones de Carrà son el vehículo para contar esta historia, que estuvo cerca de no producirse por la aparición de una competidora sorpresiva, y que con la muerte de la cantante cobró un significado aún más especial para su director.

¿Fue una película que tuvo un camino fácil hasta la pantalla?
Sí. Raffaella Carrà generaba eso, un “sí” automático en todos. Igual tuvimos muchos “no”, porque en España los que más dinero dan para el cine son los canales de televisión privados, como Atresmedia y Telecinco, y me acuerdo de que la presentamos a una de esas cadenas y nos dijeron “no nos gustan los musicales”. Curiosamente, al tiempo este mismo canal quiso hacer una película con las canciones de Raffaella Carrà antes que saliera la nuestra, y estuvimos a nada de no hacerla, porque si ellos la hacían, la sacaban rapidísimo y no íbamos a poder filmar. Pasaron de “no nos gustan los musicales” a tener una película con el mismo título y las canciones de Raffaella.

Al momento de confeccionar la historia, ¿primero eligieron las canciones y la armaron en torno a ellas, o fue al revés?
La película estaba en las canciones, entonces era como la escena de un crimen. Las canciones nos revelaban el crimen. ¿Qué era lo que iba a hacer el héroe de la película? Bailar, porque la mayoría de las canciones de Raffaella hablan de bailar. Entonces ahí ya separamos Bailo, bailo, que es uno de los mayores hits de Raffaella, sobre todo en Italia. Después, con la censura, manejamos usar una canción que se llama Dame la libertad, y que dice “censura las cartas que recibo”. No llegó a entrar en el guion aunque la separamos para usarla; murió en el camino porque no era muy conocida y prefería poner otras. Lucas, por ejemplo, estuvo desde el primer minuto, porque es superconocida, cuenta una historia, nos presenta a un personaje. Todo se armó primero con las canciones, y encontramos temas para todo lo que necesitábamos. Edu y David, que son los que más escribieron (yo era más bien el fanático de Raffaella que tenía las canciones en la cabeza) querían usar para el comienzo Volare, porque ella la versionó, pero yo les dije que no, porque no era suya, entonces usamos Adiós amigo, que tiene frases en distintos idiomas, habla de abrir la ventana, y ya me imaginaba que estaba en el avión, era perfecta. En algunos casos se dio que se armó la historia y después se colocó la canción, pero el 90% de la historia nace a partir del análisis de las canciones. Habría puesto 10 más, pero obviamente no da el tiempo.

¿Ambientar la historia en 1973 tiene que ver con que es la época de ascenso de Carrà como figura?
Fue más que nada por la censura. En un momento pensamos en ambientarla en el presente, que obviamente siempre es más barato que hacer una película de época. En el presente hay censura, pero no existe el hombre de corbata caminando por los pasillos del canal de televisión. La única manera era que fuera en el pasado, y lo más cercano al final de la vida de (el dictador Francisco) Franco, porque la censura en España no es que terminó con un censor que abrió la cabeza y dijo “basta de censura”. Terminó muy de a poco, con un período de transición cuando Franco se está por morir y se empieza a abrir la mano. Y después hay como una regla de los musicales que leí en un libro que me compré sobre cómo escribir teatro musical: los musicales siempre son en tiempo pasado, retratan una época pasada, y un poco de razón tienen. Si ves Grease, es de los 70 pero sucede en los 50, y hasta La la land es en el presente pero habla del jazz y todo es medio atemporal.

Cuna de cine

Nacho Álvarez viene de una familia abocada de lleno al séptimo arte: su padre, Luciano, era un académico de la cinematografía y produjo el programa Inéditos, emitido entre 1989 y 1994 en canal 10; su hermano Federico trabaja en Hollywood y es el director de las películas Posesión Infernal y No respires, entre otras.

¿Cómo nace tu fanatismo por Raffaella Carrà?
Se desarrolló muy de a poco. El fanatismo en sí arrancó de grande, viendo sus videos en YouTube. A los 25 años compré el disco de vinilo de Fiesta en la feria de Tristán Narvaja y ahí empecé a coleccionar sus discos. Junté unos ocho. La primera vez que fui a Italia soñaba con cruzármela en la calle, algo que obviamente nunca pasó. Después me la “encontré” en una exposición de fotos de Italia, de Canzonissima y de la RAI en Barcelona. Subí una foto y escribí: “Me encontré con una vieja amiga”. Jamás imaginé que iba a terminar haciendo una película con sus canciones, y ni siquiera que iba a hacer una película, porque dirigir una película en Uruguay es para el director sacrificado que labura años para poder juntar la plata. En Sudamérica cuesta un huevo, los proyectos están en proceso durante mil años, y yo no me veía en ese plan, y menos con el tipo de películas que a mí me gusta hacer. Explota explota en Uruguay es impensable, tiene un presupuesto muy grande, son tres millones de euros, y es un género muy diferente a lo que se puede hacer no solo en Uruguay, sino en Latinoamérica, porque este tipo de pelis tampoco se hacen en Argentina, por ejemplo. Pero a veces siento que el espíritu Carrà estuvo siempre presente. Cuando me mudé a España, a los pocos días de llegar, leí una nota que decía “si estás en Madrid este fin de semana vas a poder ver gratis a Raffaella Carrà” en una feria italiana, y no podía creer. Ahí fue la primera vez que la vi, a tres metros sobre un escenario. Toda la vida soñando con cruzármela y a los días de llegar a Madrid está en un evento gratuito a la vuelta de casa. También me acuerdo de que me compré una revista que tenía una entrevista a ella, en 2017, y hacía poco que había muerto Gianni Boncompagni, su primer gran amor y compositor de sus canciones. Sentía que todos los astros estaban alineados para que esta película naciera. 

Las canciones de Raffaella Carrá dan el esqueleto a la historia, ambientada en la España de Franco

¿Hacer Explota explota cambió tu vínculo con Raffaella Carrà?
Sin dudas, más que nada ahora que no está. Estoy como obsesionado. Ahora que estoy haciendo un montón de entrevistas, con la muerte de Raffaella estoy pensando en ella todos los días. Me levanto y pienso en Raffaella. Cuando falleció fue durísimo, un baldazo de agua fría, porque nadie sabía que estaba enferma, ni siquiera la producción. Y miro para atrás y me cuesta pensar que yo en enero estaba en Uruguay, pasándola bomba con mi familia, ella se estaba enterando de la enfermedad, y aparece eso de “si hubiese sabido”. Pero sin dudas que mi vínculo cambió, y la película también. El arte cambia. No es lo mismo ver una película a los 10 años que a los 20. Y con esto de que Raffaella ya no está, ahora volví a ver la peli y obviamente cambia, funciona como un último gran homenaje. Y cambia también mi visión hacia ella. Si bien le agradezco a Mariela (Besuievsky), porque estoy en el cine es gracias a ella, siento que entré gracias a Raffaella, porque si ella no hubiese existido yo no hacía una película. Ahora mi visión hacia ella es realmente de amor y sigo sin creer que se haya muerto. Se fue muy pronto y tenía ganas de ver la película con ella. Habíamos quedado en vernos cuando la pandemia pasara.

Ella igual la vio y te dijo que le gustó.
La vio en octubre del año pasado, que, de nuevo, si hubiese sabido que se moría, iba a Roma a verla con ella, pero no dieron los tiempos. Me quedo contento con que la haya visto. Me mandó un audio espectacular que me queda para siempre, y a veces se me hace raro compartirlo, aunque al mismo tiempo siento que la gente queda contenta de poder escucharla. Me quedo con eso, con la linda sensación de que ella la vio y le gustó, de que fue fan del proyecto desde el principio. Ella quería que la película existiera, que le fuera bien, que ganara premios, y la verdad es que en el audio que mandó te das cuenta de eso.

¿Cuál crees que es el legado de Raffaella Carrà?
Es un paquete de cosas, no solo la música. Como decía (el cineasta español Pedro) Almodóvar, “Raffaella Carrà es un modo de vida”. Tenía el poder de unir, de poner de acuerdo a personas que estaban en desacuerdo en todo lo demás. Vos ponés Raffaella Carrà y la extrema derecha y la extrema izquierda bailan juntas. Ese es el poder de Raffaella, el de unir. Y las mujeres te dicen que les enseñó qué es la libertad, a ser más libres. Su legado es un montón de cosas lindas, es una hermosa energía en todo su universo. 

Una explosión de alegría cinematográfica

Explota explota es, sobre todo, una película divertida. Seguramente buena parte de ello se debe al efecto Carrà: las canciones son tan festivas y alegres que esa energía se traslada al resto de la producción. También ayuda mucho que sean, en su mayoría, canciones archiconocidas para distintas generaciones, con las que se hace muy difícil no cantar y bailar incluso en la sala de cine (en el caso de los más entusiastas) o al menos de marcar el ritmo con el pie (para los más tímidos).
Pero más allá del repertorio, con el que ya arranca 3 a 0 arriba, la película de Álvarez tiene unos cuantos aciertos que hacen que, si bien las canciones de Carrà son el eje de todo, se sustente más allá de ellas, como el trabajo de arte, el vestuario cargado de tonos pasteles y, sobre todo, un elenco muy parejo en el que cada actor tiene momentos para lucirse (ya sea cantando, bailando o a través de sus diálogos), y que ejecutan con gracia un guion repleto de humor.
La película no ofrece grandes salidas de la fórmula del musical ni de la comedia romántica: chica conoce chico en circunstancias peculiares, se enamoran aunque son bastante opuestos el uno del otro, y esa relación es puesta a prueba tanto por culpa de ellos como de elementos externos, en este caso, vinculados al trabajo de ambos en Televisión Española. Sin romper el molde, lo cubre de forma impecable gracias a un guion eficaz y a las actuaciones.
Será difícil no terminar la película y quedar tarareando durante días Fiesta, En el amor todo es empezar o 0303456, y será difícil no tener una sonrisa de oreja a oreja una vez que empiecen los créditos finales. Será difícil no pensar en la cantante italiana y en el momento de la llegada de esta película a las salas locales, convertida en homenaje póstumo, lo que le termina dando un peso adicional al filme en sí, y también a una historia que habla de libertad y aceptación, tanto propia como para con el resto, dos elementos presentes en la obra musical de Carrà.

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