El camino de dos industrias para reducir sus costos energéticos

El Ministerio de Industria, Energía y Minería destacó las políticas de Ipusa y Frigorífico Pando en cuanto a innovación y eficiencia energética

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18 de diciembre de 2018 a las 05:03

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Mientras los costos de producción de varias industrias se transforman en cuello de botella para que le cierren sus números, algunas empresas nacionales apuestan a mejorar la utilización de sus recursos energéticos también con el objetivo de mejorar su competitividad y tener menor impacto ambiental. En el marco de los diez años de la primera edición del premio Nacional de Eficiencia Energética que entrega el Ministerio de Industria, Energía y Minería, dos empresas se destacaron por sus políticas de mejora continua e innovación en las medidas para reducir sus costos energéticos: Ipusa y Frigorífico Pando.  

La empresa dedicada a la producción y comercialización de productos de papel Ipusa invirtió desde 2015 hasta el presente casi US$ 1,8 millones en medidas de este tipo, obteniendo un ahorro de US$ 950 mil anuales y una reducción en su consumo de energía del 8%. En el caso del Frigorífico Pando se logró ahorrar US$ 340 mil al año, tras una inversión de US$ 745 mil que desembocó en una baja en el consumo de energía del 20%.

La capacidad de obtener un objetivo determinado con el mínimo de recursos y tiempo disponible, puede ser también una actividad que queda un poco en segundo plano si se la compara con grandes proyectos de energía renovable, como pueden ser la inauguración de un parque eólico o fotovoltaico.

Sin embargo, según explicó el director de SEG Ingeniería, Ernesto Elenter, en los casos de eficiencia energética se trata de realizar micro intervenciones que “no se notan en lo visible”, pero que la diferencia se da cuando “llega la factura de UTE con una aja en el importe que deberán pagar la empresas”. A su vez, Elenter aseguró que tomar medidas de este tipo trae aparejado también beneficios adicionales en marketing y mejoras en la imagen de las empresas al mostrarse socialmente responsables, “porque no solo se ahorra dinero, sino también energía contribuyendo al cuidado del medioambiente”.

“La eficiencia energética implica invertir algo más de dinero hoy para tener un ahorro mañana y en general es una excelente inversión con tasas altas de retorno”, explicó el experto. 

Convertir lo desechable en combustible

En el caso del Frigorífico Pando que emplea a unos 480 empleados, se logró en poco más de cuatro años también a base de capacitaciones identificar distintos puntos de los procesos productivos en los que intervenir. 

Además de lo evidente como la sustitución de luminarias por tubos de led, entre los logros más destacados mencionados por la directora de la empresa, Betiana Bouzas, se resaltó la sustitución de dos calderas (leña y fueloil) por una de mayor capacidad solo a leña. Esta medida implicó fuertes ahorros, pero además de eliminar el consumo de fueloil la empresa junto a la firma que proporcionó la caldera logró desarrollar un sistema de alimentación con rumen (contenido de uno de los estómagos de los rumiantes) para generar energía.

“Esto era un subproducto que implicaba un desecho y que lo terminamos usando como leña de alguna manera. Además posee un poder calorífico bien interesante, que nos permitió en la búsqueda de soluciones hacia una economía industrial circular utilizar un desperdicio como combustible. La particularidad de un frigorífico es que se trata de una industria que tiene muchas cosas, por lo que en la parte del proceso que te metas puedes ver cosas para mejorar y esa es la política: ser cada vez más eficientes en lo que hacemos”, comentó Bouzas a El Observador.  

En el caso de Ipusa, desde abril de 2016 la empresa cuenta con un sistema de gestión de la energía certificado bajo la norma ISO 50001. En materia de ahorros, el jefe de producción de lpusa, Sebastián Sayas, dijo que después de las materias primas y los salarios, la energía representa el mayor costo para la firma. En este sentido, Sayas explicó que en el proceso del papel se tiene un alto componente energético en los costos, al utilizar energía eléctrica, vapor y gas en el proceso productivo. Añadió que el 80% del costo es en materia prima y energía, mientras que los restantes están asociados a insumos químicos y demás.

“A partir de 2014 conformamos un equipo de energía interdisciplinario dentro de la empresa, que abarca a diferentes áreas. Además de la gerencia de la planta, se incluyó a integrantes de los sectores de producción, de ingeniería, de mantenimiento y de recursos humanos. Esto representó oportunidades tanto desde el punto de vista de la inversión como de la gestión para mejorar la competitividad de la industria”, comentó el ejecutivo. Ipusa abastece el mercado nacional y exporta a Brasil, Argentina, Chile, Paraguay y Perú.

A través de un sistema de monitoreo Ipusa mide, segmenta y desglosa los consumos específicos de energía térmica y eléctrica, de forma de realizar reportes diarios o mensuales que les permite medir y comparar todos los consumos de la planta desde 2015, analizando a su vez si las medidas implementadas realmente dan resultados.  

El cambio cultural y la aversión al riesgo

En cuanto a Ipusa, Sayas señaló que se trata de una empresa muy antigua con más de 80 años de vida, “por lo que se da una cultura muy heterogénea”, con trabajadores con 30 años en la organización que hizo las cosas de una manera siempre y con otros con uno o dos años en la compañía. Sobre este punto, se trabajó en varios frentes, comentó Sayas.

“Se hizo foco en temas comportamentales, como que cuando se vaya al descanso se apaguen las cintas transportadoras o las luces de los baños. Puede ir desde inversiones de varios millones de dólares a también cosas más sencillas que requieren de un tema cultural, que no se logra de un día para el otro”, dijo Sayas. Como estrategia de comunicación se realizó una campaña de difusión se implementó un plan de comunicación anual que abarcó varios canales: folletos, carteleras y audiovisuales. Incluso, se crearon tres personajes con el objetivo de transmitir las ideas con mayor cercanía: Troncoso, Gasparín y Lamparucho, en alusión a cada uno de los recursos energéticos utilizados.    

En relación a la aversión de los empresarios a apostar por este tipo de iniciativas, Elenter por su parte, apuntó que algunas empresas creen estar haciendo las cosas bien, cuando “existen tecnologías o incluso cambios de comportamiento que se pueden implementar mediante entrenamientos la personal que pueden mejorar la gestión de la energía”.

“Otras de las barreras es el financiamiento ante las muchas prioridades que puede tener una empresa. Antes de invertir en eficiencia energética capaz se prefiere hacerlo en un nuevo galpón, un depósito o una nueva línea de producto. A veces la eficiencia energética queda relegada porque se puede pensar que se puede seguir viviendo como se está y no se necesita invertir”, señaló.

Esta realidad ha llevado a que las empresas de servicio energético trabajen la mayor parte de las veces con contratos por desempeño, no cobrando el asesoramiento, sino que se acuerda compartir un porcentaje del ahorro logrado. “Puede ocurrir a las empresas que el ahorro que se estimó no fue el acertado o la tecnología utilizada fue equivocada”, razonó Elenter.   

El Ministerio de Industria, Energía y Minería también destacó este año con dos menciones especiales a la Cervecería y Maltería Paysandú (CYMPAY) que tiene un total de 129 empleados y a la Maltería Uruguay que emplea a 117 trabajadores y tiene su planta industrial en la ciudad de Nueva Palmira. 
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