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El cine tiene el secreto de la eterna juventud

James Dean, fallecido hace 65 años, protagonizará una película ambientada en la Guerra de Vietnam que se estrenará en 2020 gracias a una novedosa técnica digital que divide las aguas de la industria cinematográfica estadounidense
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26 de diciembre de 2019 a las 05:00

En una de las escenas más recordadas de El gran escape (1963), el clásico de John Sturges, el capitán Virgil Hilts, interpretado por Steve McQueen, es interrogado por los guardias del campo de prisioneros de guerra alemán tras su enésimo intento de fuga, antes de ser enviado a una celda aislada. La escena es recreada en Había una vez en Hollywood (2019), la última película de Quentin Tarantino, pero con una leve variación: Hilts es ahora interpretado por Leonardo DiCaprio. Esta licencia cinéfila se realizó, básicamente, vistiendo y maquillando a DiCaprio igual que McQueen, rodeándolo de pantalla verde para luego recrear por post-producción el entorno de la cinta original y por último filmándolo con lentes similares a los utilizados por Sturges en los años 60.

Si Tarantino empleó la tecnología para insertar a un actor contemporáneo en una película antigua, la nueva moda en Hollywood parece ser precisamente lo contrario: insertar actores fallecidos en películas nuevas. Una flamante compañía llamada Worldwide XR, con sede en el West Hollywood, se ha metido en el negocio grande del cine precisamente vendiendo este peculiar servicio: compran los derechos de imagen de grandes estrellas que llevan décadas muertas y luego las añaden digitalmente en películas que pretenden convertirse en los grandes éxitos taquilleros de los próximos años. Su más reciente adquisición, anunciada con bombos y platillos a través de la web oficial, es James Dean, fallecido en 1955 a los 24 años. El actor de Rebelde sin causa (1955) reaparecerá –o tal vez lo justo sea decir que, en realidad, lo hará su recreación digital de cuerpo entero– en una película bélica titulada Finding Jack, dirigida por Anton Ernst y Tati Golykh, ambientada en la Guerra de Vietnam. En pocas palabras: Worldwide XR trabajará a partir de secuencias de video y fotografías reales de Dean y las aplicará en un actor de carne y hueso que realizará los movimientos físicos delante de cámaras. Realidad extendida, así lo llaman. El estreno está previsto para el 11 de noviembre de 2020.

James Dean no es el único “resucitado” digitalmente. El catálogo de Worldwide XR incluye a Burt Reynolds, Christopher Reeve, Ingrid Bergman, Bette Davis, James Stewart o Jack Lemmon, entre otras estrellas de cine del pasado que probablemente volvamos a ver en los próximos años. Y la cosa no se limita a las estrellas del cine solamente: también cuentan con derechos para recrear al astronauta Neil Armstrong, al músico Dizzie Gillespie o a la aviadora Amelia Earhart, por mencionar algunos de los más de 400 nombres que figuran en la página web.

Esta nueva tecnología –algo así como un elixir para estrellas, otra reformulación de la obsesión humana por detener o revertir el paso del tiempo– desata varias preguntas que van desde lo estrictamente cinematográfico hasta lo ético. En primer lugar, cabe preguntarse si James Dean hubiese aceptado realizar el papel que le fue asignado a su doble digital en Finding Jack.   

“La buena noticia es que vamos a tener 30 años más de carrera”, dice, en tono de broma, Robert De Niro en El irlandés: Una charla detrás de cámaras, el documental de Netflix en el que Martin Scorsese, Al Pacino, Joe Pesci y De Niro conversan sobre los desafíos de filmar El irlandés (2019), una de las grandes películas de este año, que también juega con el paso del tiempo en la pantalla. En este caso no se trata ni de insertar nuevos actores en viejas películas ni de resucitar digitalmente a estrellas fallecidas. Es, más bien, una cirugía cosmética de rejuvenecimiento digital a cargo de la firma Industrial Light & Magic. Scorsese reúne a sus amigos italoamericanos de la juventud –De Niro, Pesci, Pacino– y los mueve hacia atrás y hacia adelante en la línea temporal sin una gota de maquillaje clásico. En un plano vemos al De Niro modelo 2019 y al plano siguiente vemos al De Niro modelo años 90. El irlandés dialoga así con sus predecesoras Buenos muchachos (1990) y Casino (1995). La película usa las imágenes generadas por computadora (conocidas popularmente por sus iniciales en inglés: CGI) como maquillaje para rejuvenecer lo que de otra manera sería imposible. En El irlandés: Una charla detrás de cámaras Scorsese cuenta la compleja red de lentes y cámaras duplicadas que se usaron durante el rodaje para ejecutar estas variaciones, así como el desafío de indicarle a los actores los cambios de postura corporal o velocidad de movimientos que implicaba rodar una escena en la que el personaje tenía 50 años pero el actor 75.

El primer antecedente del uso de la tecnología digital con fines cosméticos es el de X-Men: La decisión final (2006). En aquella oportunidad, la primera escena mostró a unos rejuvenecidos Ian McKellen y Patrick Stewart. El curioso caso de Benjamin Button (2008) puso el tema en el centro de la historia, envejeciendo a Brad Pitt para luego rejuvenecerlo progresivamente. Jeff Bridges (Tron: Legacy, 2010), Arnold Schwarzenegger (Terminator: Genesis, 2015) o Will Smith (Géminis, 2019) son otros actores que han sido sometidos a las tecnologías digitales de rejuvenecimiento en películas recientes, con resultados diversos.

En todos los casos hubo, en mayor o menor medida, un efecto indeseable cercano a lo que en robótica se denomina uncanny valley (algo así como “valle inquietante” en español): cuando algo artificial pretende acercarse demasiado a lo humano –aunque sin conseguirlo del todo– generando así cierta perturbación en el espectador. Como cuando en el videojuego FIFA 2020 vemos la cara de un personaje digital que pretende ser Lionel Messi, que se le parece muchísimo, pero que conserva un vago rasgo artificioso inextinguible, robótico y perturbador. Algo así puede llegar a pasar con los ojos celestes de De Niro en El irlandés: esa versión rejuvenecida que vemos es De Niro con 20 años menos, sí, pero a la vez es otra persona, una que se le parece mucho pero que no es De Niro, y nunca lo será.

 

 

 

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