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El embarazo, el parto y el posparto nos regalan una oportunidad, única

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04 de marzo de 2022 a las 05:04

Por Federica Cash

Tuvo que llegar mi cuarto embarazo para sentir por primera vez la enorme oportunidad que aparece en este estado para la vida de cualquier mujer. Seguramente, no es casualidad que entrando en mis 40, haya podido percibir estas sensaciones con mayor lucidez. Porque a estas edades una suele haber recorrido un largo camino de experiencias, y empieza a evaluar su vida con otros ojos, con otra consciencia, con una madurez renovada.

Con el embarazo se me despertaron algunas cualidades de manera más profunda, como la intuición, el pensamiento global y creativo. Accedí a lugares de mi vida que en otras instancias no había podido llegar, a capas más inconscientes quizás. Desde la biología, este cambio en la esfera psicoemocional se explica a través de la gran producción de hormonas que se genera, que construyen el escenario perfecto para que el desarrollo del bebé se despliegue, para que el parto fisiológico se desencadene y facilita una introspección más aguda y sensible que en mi caso cobró vida de una forma particular esta cuarta vez.

Durante el embarazo me acompañó el libro de la Partera Verena Schmid, “Dar a luz con amor”, y a través de sus sabias palabras me fui preparando paso a paso para la llegada de mi bebé. Como si fuera el primero, viví con entusiasmo cada cambio, cada ecografía, cada patadita que recibía y me despertaba. Sentí fuerte su compañía a lo largo de estos nueves meses, y por primera vez diría que vivo esta previa de su llegada con cierta nostalgia y no con la ansiedad de que nazca.

Me encanta sentir que no estoy sola, que dentro de mí se ha desarrollado una criatura que en unos días conoceré. Que así como la Naturaleza me ha dotado de la capacidad de concebir un bebé y que crezca en mi interior, también me ha regalado la fuerza para dar a luz.

Es increíble cómo estamos equipadas con todo lo necesario para que la unión de algo microscópico se transforme adentro nuestro en un ser humano. No me deja de maravillar que algo tan pequeño pueda crecer solamente con lo que el cuerpo le provee. Y así como se desarrolla sin hacer nada en especial, también tenemos el potencial para ayudar a que nazca.

En este libro descubrí un montón de cosas que vivencié en mis partos anteriores y a las cuales no les había puesto nombre. Cada fase del parto natural, por ejemplo, tiene momentos cúlmines que desencadenan con el nacimiento en una euforia absoluta y silenciosa que nos llena de dicha y amor, atravesadas por una cantidad sin antecedentes de hormonas de placer y felicidad. El parto de por sí, también constituye una oportunidad para encontrarnos con nosotras mismas, a través de una sabiduría que todas las mujeres poseemos.

Dentro de nosotras, existen dos fuerzas contrapuestas que conviven y se manifiestan en tiempos diferentes. La fuerza de la autoconservación, que es la que nos protege, nos encierra y nos conecta, y la de la apertura, que nos expande y nos libera. Para que el parto fisiológico se dé, necesariamente debe “ganar” la que nos abre de forma generosa, literal y metafóricamente hablando. Y esta enorme capacidad nos ayuda a plantarnos en la vida con una nueva seguridad.

Hoy, los avances modernos y la tecnología nos han alejado un poco de esta sabiduría. Siento que de alguna forma, más por experiencia propia que por el libro de la Partera, hemos dejado todo en manos de los médicos y nos hemos olvidado de sentir, de escucharnos, de conectar con nuestro bebé y su salud. Nadie más que nosotras sabe cómo estamos, nadie más que nosotras conoce al bebé que lleva dentro.

Claro que hay casos como los embarazos riesgosos que necesitan de intervención, y bienvenida sea la tecnología en esos nacimientos. Aquí, muchas veces, las oportunidades que brinda el parto aparecen con la llegada del bebé. Es esa pequeña criatura quien nos da la posibilidad de abrirnos a través de sus necesidades y demandas, enfrentándonos con quienes somos.

Pueden suceder muchas cosas. Lo que sí, por primera vez comprendí que este estado de embarazo, parto y posparto, pueden ser el camino para sanar, conocernos, conectar, amar, comprender, sintonizar. Hoy tengo cierta tristeza de abandonar mi panza, de despedir a mi bebé que tan amorosamente me acompañó adentro estos nueve meses. De cambiar de libro en mi mesa de luz y empezar a leer cosas nuevas. Pero también tengo la certeza de que este estado me cambió para siempre, que este embarazo a esta edad constituyó una fuerza a la que acudiré en otros momentos de mi vida, y que este bebé va a llegar para seguirme enseñando como lo hizo en mi panza.

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