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El escándalo de la Fifa

Ojalá esta medida sirva para limpiar la inmundicia y devolverle al balompié lo que tenía cuando era amateur
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30 de mayo de 2015 a las 15:17
Que el fútbol se ha convertido en un negocio que mueve millones en todo el mundo, lo sabemos hace tiempo. Y que ese negocio no es de los más limpios, también es un hecho conocido. Pero a pesar de esa conciencia previa, la súbita detención el miércoles de siete altos dirigentes de la FIFA que estaban reunidos en Zúrich, Suiza, hecha por pedido de la Justicia norteamericana, ha provocado un escándalo impactante.

Los altos jerarcas fueron puestos en prisión por la Policía de ese país, y sacados de la reunión en que estaban enfrascados con una sábana tapando sus rostros. Como si fueran vulgares rapiñeros de barrio. Los detenidos, hasta el momento en que se escriben estas líneas, son siete, como ya se ha señalado, pero los acusados llegan a 14.

Congreso FIFA 2015 Blatter
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¿De qué se les acusa? De soborno (en cantidades cercanas a US$ 150 millones), organización mafiosa, fraude masivo y blanqueo de dinero; en total, 47 cargos, que podrían implicar 20 años de cárcel para los que sean hallados culpables. Los siete detenidos se negaron a ser extraditados a Estados Unidos, por lo que deberá seguirse un procedimiento judicial para lograrlo.

La fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, en rueda de prensa desarrollada en Nueva York y ladeada por el director del FBI, James Comey, fue muy explícita al respecto: "Utilizaron sus posiciones de confianza para solicitar sobornos a cambio de los derechos comerciales, y lo hicieron una y otra vez, año tras año, torneo tras torneo".

No vamos a mencionar aquí los nombres de los detenidos ni de los acusados; puede haber, como una flor entre las miasmas, algún inocente entre ellos. Pero sí diremos que, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, las acusaciones afectan la elección de Sudáfrica como sede del Mundial 2010, la elección de Joseph Blatter como presidente de la FIFA en 2011, y el patrocinio comercial de algunas selecciones, lograda, según la acusación, ilegalmente. Respecto a la Copa América que se desarrollará en EEUU en el 2016, el mismo Departamento expresó que el dinero del mismo "fue usado como vehículo en una conspiración más amplia para llenar los bolsillos de los directivos con sobornos de un total de US$ 110 millones, que representan casi un tercio de los costos legítimos de los derechos implicados en los torneos". Y Loretta Lynch resumió así:

"Estos individuos y organizaciones incurrieron en sobornos, para decidir quién televisaría los partidos, dónde tendrían lugar y quién controlaría la organización que supervisa el fútbol en el mundo".

Todas las estafas son repugnantes, todos los abusos de poder y los engaños a la gente son reprobables; pero tal vez ninguno lo sea tanto como el que se realiza en la conducción del fútbol, el deporte más popular del universo. Los que lucran con el sentimiento más puro del hincha que alienta a su equipo, o a la selección de su país, no son más que mercaderes que dejarían al Shylock shakespearino a la altura de una monja carmelita.

Hay que hurgar hasta el fondo, y que toda la mugre salga a la superficie.
Hay que hurgar hasta el fondo, y que toda la mugre salga a la superficie.
No hay nada más diáfano y desinteresado que la pasión de un adolescente, o de un hombre o una mujer cualquiera, hacia los colores del club o de la selección que ama. Los que, según todos los indicios, han emporcado esa pureza están comenzando a pagar ahora su conducta.

Y no se crea que estas cosas suceden solamente en las altas esferas del fútbol internacional; también en las canchas chicas y en los países pequeños y pobres, como el nuestro, es posible rastrear conductas similares.

Ojalá que esta dura medida, cuya pertinencia se demostrará o no en los poderes judiciales correspondientes, sirva para limpiar de una vez tanta inmundicia y devolverle al balompié lo que tenía cuando era, no hace tanto tiempo, un deporte amateur, cuando se jugaba "por la camiseta", como en los tiempos gloriosos de las victorias de la celeste.

Hay que hurgar hasta el fondo, y que toda la mugre salga a la superficie. Así lo pide la decencia mínima que hay derecho a exigir a quienes tienen en sus manos la marcha del fútbol. La "tarjeta roja" que las autoridades norteamericanas dicen haber sacado a la FIFA es, en realidad, el primer paso para expulsar a quienes han prostituido una de las diversiones más apasionantes que el mundo haya conocido jamás. l

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