El tema de la desclasificación de algunos documentos de los archivos Kennedy le devolvió protagonismo en los medios informativos gráficos, diarios y revistas, a las fotos del presidente saludando desde su descapotable minutos antes de morir baleado.
La foto ha sido rescatada de los archivos para recordarnos que cuando el Lincoln Continental SS-100-X descapotable que transportaba a John Fitzgerald Kennedy dobló el boulevard de Dallas, segundos antes de la tragedia, el mundo sintió que estaba presenciando una escena idílica, en la cual la admiración de la gente por Kennedy se mezclaba con la
belleza de un auto ejemplar, que simbolizaba precisamente al pueblo y a la industria más emblemática de un país, pues con el auto estadounidense comenzó la época moderna.
En cuestión de segundos, los que separaron a la última sonrisa de Kennedy de las balas que le destrozaron la cabeza, el Lincoln dejó de ser el intermediario idílico, para convertirse en coche fúnebre. La marca, un
clásico de la cultura estadounidense, quedará para siempre asociada a ese sangriento momento.
Desde 1939, cuando Franklin Delano Roosevelt gobernaba y los mandatarios estadounidenses comenzaron a usar
autos especialmente fabricados para su ocupante, el Lincoln fue el auto oficial de los presidentes de ese país. En 1983, Ronald Reagan lo cambió por un Cadillac, pero en 1989, por cuatro años, George H.W.
Bush, volvió a la marca Lincoln, utilizando el modelo Town Car. A partir de Clinton, y hasta Trump, el presidente viaja en Cadillac. Y como el Lincoln ha dejado de ser el auto presidencial, la compañía Ford, fabricante del mismo, quiere que su marca de lujo vuelva a ser símbolo de calidad mundial, y pueda competir de igual a igual con Mercedes Benz y BMW.
Para eso, tiene como imagen actual de la marca al actor Matthew McConaughey, quien luce presidencial en los comerciales intentando cambiar la percepción de los que los autos alemanes son los únicos de lujo y sugerir que el Lincoln es superior también a las marcas japonesas de autos de alta prestigio, como Infinity, Acura y Lexus. La empresa Ford trata de decirle a las nuevas generaciones que el auto con nombre de presidente no es uno "para abuelos" y nostálgicos.