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El impacto de la crisis política de Italia en el mundo

La Unión Europea ingresa en una fase peligrosa por los graves problemas de Roma para designar un nuevo gobierno y el tono populista que adquirió el país
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03 de junio de 2018 a las 05:00
Por Neil Irvin, New York Times News Service

La disfunción política italiana no es nada nuevo; esta disfunción, que se esparce a lo largo de los mercados financieros mundiales y tiene el potencial de cambiar drásticamente a Europa, es algo con lo que el mundo despertó la mañana del martes pasado.

¿Qué es lo que señalan realmente los mercados y qué tanto peligro hay para la economía mundial? Para responder eso, es útil desenredar los flujos encontrados de la política italiana, las instituciones europeas, los mercados financieros y las economías mundiales.

El presidente italiano Sergio Mattarella rechazó a un candidato anti UE como ministro de Economía, sentando las bases para las elecciones que se llevarán a cabo en unos meses y que podrían implementar una mayoría parlamentaria hostil hacia las instituciones europeas.

En efecto, esos acontecimientos han aumentado la probabilidad de que haya una confrontación entre las autoridades en Roma y los funcionarios de Bruselas, Berlín y Fráncfort en relación con el gasto deficitario, revelando un posible desenlace para la Unión Europea, incluso si no es el más probable.

Las nuevas elecciones italianas ayudarían a decidir si ese es el caso. En las últimas elecciones, en marzo, los partidos populistas escépticos respecto de las instituciones europeas ganaron la mayoría de las curules en el Parlamento, pero incluyeron a partidos tanto de derecha como de izquierda, que desde entonces han batallado para formar una coalición.

Si los populistas mantienen o expanden sus ventajas en las elecciones, aumentan las posibilidades de fricción entre los políticos italianos que buscan aumentar el gasto y la Comisión Europea, el Banco Central Europeo (BCE) y el gobierno alemán, que insisten en la austeridad fiscal como una condición para, entre otras cosas, compras continuas de bonos italianos por parte del BCE.

En consecuencia, la Unión Europea está entrando a una fase peligrosa más, tras varios años de crisis que comenzaron en Grecia hace nueve años. Nadie confundiría los últimos acontecimientos con el gran dramatismo de la crisis de la eurozona de 2010 a 2012. Sin embargo, las últimas apuestas definitivas son más altas. Italia es un país con una mayor población que Grecia, se encuentra más en el centro de la Unión Europea y tiene una deuda pública mucho más elevada.

Señales de los mercados

Los movimientos de esta semana —un aumento repentino de las ganancias de los bonos italianos, y caídas en el euro y los mercados en todo el mundo— sugieren que el riesgo de que haya un resultado catastrófico para Europa ha aumentado después de un fin de semana de drama político en Roma, pero que este todavía es poco probable.

Hasta ahora, hay pocos signos de "efectos contagiosos", en los que los acontecimientos en Italia puedan crear una crisis anunciada en otros países con desafíos económicos similares. No obstante, Italia es la tercera economía más grande de la eurozona y tiene una de las deudas públicas más elevadas del planeta. Una crisis en Italia podría poner en riesgo a los bancos y las carteras de inversión en el resto del mundo.

Los costos de endeudamiento del gobierno italiano de dos años se dispararon de un 0,94 % a un 2,42 % el martes pasado, a medida que los inversionistas exigían una remuneración más elevada por el riesgo de que el gobierno italiano pueda pagarles no con el euro sólido sino con una moneda menos valiosa y de reciente emisión.

Mientras tanto, las ganancias de los bonos españoles de dos años mostraron un ligero incremento el martes: a diferencia de las ganancias italianas, de 1,48 puntos porcentuales, las españolas solo aumentaron 0,07 puntos porcentuales.

"Realmente se ha logrado apagar el contagio", comentó Megan Greene, principal economista mundial de Manulife Asset Management. "Me parece que los inversionistas están en lo correcto al ver esto como un riesgo específico para Italia por ahora".

Los inversionistas de bonos parecen convencidos de que el problema no es una pérdida de confianza generalizada en la capacidad de las naciones del sur de Europa de pagar sus deudas. Desde 2012, el Banco Central Europeo ha infundido confianza en que está dispuesto a hacer "lo que sea necesario" –para usar la frase memorable del presidente del BCE, Mario Draghi– a fin de conservar el euro.

El dilema de Europa

Lo que está ocurriendo en Italia es una crisis más política que financiera. Las herramientas de Draghi son útiles solo cuando los líderes electos de un país están tratando de evitar una crisis. Son de poca utilidad si un gobierno en verdad quiere separarse del resto de Europa.

Otros países europeos, en especial la poderosa Alemania, tendrán pocos deseos de subsidiar lo que consideran un despilfarro fiscal en Italia. El impulso hacia una mayor unidad económica en Europa desde la crisis griega ha incluido garantizar conjuntamente la compra de bonos gubernamentales por parte de los bancos del continente y el BCE.

Si hay conflicto, ambos lados tienen motivos para resolver las cosas. Alemania y las instituciones europeas ciertamente no desean el colapso de la eurozona. Además, dentro de Italia, las consecuencias económicas de una separación de Europa son tan graves, que hay razones para llegar a un acuerdo.

Riesgos mundiales

Hasta ahora, el daño a los mercados fuera de Italia se limita principalmente a una liquidación en los mercados bursátiles mundiales, incluyendo una caída del 1,2 % en el índice S&P 500 el martes pasado. Como suele suceder cuando el resto del mundo parece riesgoso, el dinero fluyó hacia los bonos del Tesoro, disminuyendo las tasas de interés en Estados Unidos.

Sin duda, Italia fue quien corrió el mayor riesgo económico, seguida del resto de Europa. Sin embargo, una cosa que ha quedado clara a lo largo de la última década es cómo los efectos pueden diseminarse de manera impredecible en épocas de perturbación financiera.

Durante la última década, el mundo ha experimentado una serie continua de crisis, en las cuales la tormenta financiera alimenta una desesperación económica que intensifica la disfunción política capaz de diseminarse —a través de los mercados financieros— a otros continentes y repetir el patrón.

Nadie habría pensado que una crisis centrada en los préstamos hipotecarios en Estados Unidos demostraría ser lo que disparara las crisis en Grecia y en toda Europa todos estos años. Si las cosas salen mal en Italia, no hay forma de predecir dónde podrían verse sus consecuencias nocivas.

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