El progresista Fernando Haddad faltó este lunes a su cita con Luiz Inácio Lula da Silva en la prisión donde el expresidente cumple pena por corrupción y redobló sus ataques contra el ultraderechista Jair Bolsonaro, con quien se medirá en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil.
Haddad no concurrió a la visita de rigor que venía realizando a su mentor político todos los lunes desde que el pasado 11 de septiembre asumió la candidatura del Partido de los Trabajadores (PT), que encabezó el propio Lula hasta que la Justicia le vetó por estar condenado en segunda instancia.
La última vez que acudió hasta la sede policial de la ciudad de Curitiba, donde está confinado el exmandatario, fue el pasado día 8, apenas un día después de la primera vuelta de los comicios, en la que obtuvo un 29 % de los votos frente al 46 % de Bolsonaro.
Desde entonces, Haddad ha citado menos a Lula en público, a diferencia de como hizo en la primera parte de la campaña, para empezar a ser él mismo e imponer un sello particular a su candidatura.
En un intento de conformar un "frente democrático" lo más amplio posible para vencer a su adversario el próximo 28 de octubre, la campaña del exministro de Educación cambió el lema "Lula es Haddad, Haddad es Lula" por la frase "Un Brasil para todos".
También alertó sobre el aumento de la violencia por motivos políticos y afirmó que con Bolsonaro, al que evita referirse por su nombre y apellido, convertiría a Brasil en "un país de milicianos" como ocurre, según señaló, en Filipinas bajo el mandato de Rodrigo Duterte.
El aspirante por el Partido Social Liberal (PSL), que defiende la liberación de la venta de armas para civiles, afirmó en un discurso dirigido a los efectivos policiales que entiende su candidatura como una "misión de Dios" para "mudar el destino de esta gran nación".
"Tenemos que preservar la vida humana de las personas de bien y ustedes son personas de bien", aseguró Bolsonaro, quien cerró su alegato exclamando "calavera", el grito de guerra de este cuerpo, cuestionado en diversas ocasiones por organizaciones de derechos humanos.
Acto seguido, el capitán en la reserva del Ejército se dio un apretón de manos con el coronel de la unidad del Bope y le advirtió entre risas que "quienes van a mandar en Brasil serán los capitanes".
EFE
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