Cayetana Álvarez de Toledo

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El optimismo no está de moda, pero

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06 de abril de 2024 a las 05:04

 

Hace un par de semanas, a comienzos de marzo, la diputada del PP Cayetana Álvarez de Toledo estuvo en México participando en la Festival de las Ideas, versión 2024.
 
Tuvo lugar en Puebla, no se si para competir con el foro de Puebla, y atrajo a muchos intelectuales que se dirigieron a un público mayoritariamente joven.
 
Ante ese público, la diputada española, que dice muchas verdades que a pocos le gusta escuchar, decidió realizar varios emplazamientos a los jóvenes presentes con el fin de sacarlos de su zona de confort y de entusiasmarlos los retos que les caben en México y en el mundo. 
 
Discúlpeme el lector si me extiendo un poco en las palabras de Cayetana. Vale la pena cada palabra y por ello no quiero resumirlas. Quien desea oir más de esta conferencia la puede encontrar en YouTube.
 
Ella dijo que venía con un “mensaje de exigencia y de responsabilidad”. Vengo a hacerles un emplazamiento vital y democrático.
 
El primer emplazamiento fue sean optimistas. Sí optimistas. Ya sé que el optimista, el optimismo no está de moda. Pocas veces en la historia lo ha estado. Ni siquiera cuando el formidable Fukuyama al que tuvieron el privilegio de escuchar aquí el jueves proclamó el fin de la historia y el triunfo de las ideas de la libertad tras la caída del muro de Berlín.
 
“Me lo explicó otro gran intelectual, el canadiense Steven Pinker, una tarde lluviosa en Londres, sentados junto a un gran ventanal.
 
Los pesimistas, me dijo, gozan de un enorme prestigio, son los presuntos informados, los enterados los que se regodea en la acumulación de malas noticias mientras beben champagne en sus penthouses intelectuales y los medios de comunicación les dan cancha. Bien los conozco yo, que he sido periodista. El ecosistema mediático es hoy una jungla donde los medios tradicionales compiten desesperadamente con las redes sociales y las malas noticias venden más que las buenas, dan más clicks más audiencia
 
Y continua la expositora, “el resultado es una inflación del pesimismo y una degradación de la verdad de la conversación pública y de la propia democracia Claro que hay motivos para la inquietud: la peor pandemia en un siglo, la amenaza de una guerra nuclear, el cambio climático, el resurgir del autoritarismo y sin embargo yo no consigo desanimarme Y ustedes tampoco deben hacerlo.
 
Al revés, el pesimismo es la coartada de los cobardes la excusa para no hacer nada y algo peor, el pesimismo es el mejor Aliado del populismo. El Apocalipsis es otra forma de utopía que los populistas aprovechan para justificar la llegada de un Mesías, un Caudillo, un Salvador, ellos mismos claro.
 
El optimismo en cambio el optimismo racional a lo Mat Ridley, otro gran pensador, es combativo y constructivo. El optimista se levanta el sofá y hace lo que tiene que hacer cualquiera con un mínimo conocimiento de la historia y del impresionante Progreso que la humanidad ha experimentado en los últimos tres siglos, trabajar para que ese Progreso continúe, asumir tu responsabilidad de bajar a la arena a defender el legado de luces de la Ilustración, luchar para mejorar tu vida y la de tus vecinos, intentar que cuando llegue la muerte que llegará (mi optimismo tiene un límite) alguien escriba en tu lápida con mano agradecida: “hizo todo lo que pudo por él o por ella no quedó” Ese es mi lema vital que por mí no quede Y ese es también el primer emplazamiento que les hago hoy a ustedes jóvenes mexicanos que por ustedes
tampoco quede”
 
El segundo emplazamiento es supermotivante – la educación- pero vamos a quedarnos por aquí.
 
Porque del optimismo, en última instancia, se trata todo. Sin optimismo no hay libertad, ni mejora económica, ni mejora social.
 
Un pueblo donde predomina el pesimismo sobre el futuro no tiene futuro. No tiene capacidad de alcanzarlo. La gente no se levante de sofá y prefiere oír las malas noticias y darse la condolencias por la llegada del Apocalipsis. Entonces renuncian a ejercer su libertad y se conforman con lo que dice un líder mesiánico, que apropia de las libertades y nos dice a todos lo que tenemos que hacer. Sin libertad, es el fin de la civilización, tal como la hemos construido a lo largo de los siglos, con luchas y derrotas, pero con un objetivo bien claro. Extender la libertad, defender los derechos humanos, desarrollarnos como personas y hacer ejercicio de nuestras aptitudes.
 
El optimismo no está de moda, Pero si quedan muchos optimistas, que tienen que ponerse en camino para defender nuestra civilización de la tiranía, del odio y del fracaso. Una tarea siempre actual y que siempre nos convoca.
 
 
 
 

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