Vivimos una crisis global sin precedentes ni antecedentes equiparables. No te asustes por la grandilocuencia de la afirmación, pero es así. Ni siquiera las guerras mundiales afectaron tanto a tantas economías al mismo tiempo, desarrolladas y emergentes, pobres y ricas, porque al menos en la guerra existe actividad económica e industrial. Los países compran armas, trasladan ejércitos, los alimentan, los visten, demandan materias primas y mano de obra industrial. Es una maquinaria que se mueve, aunque la finalidad sea destructiva. Ahora es lo opuesto. La gente está recluida, no se traslada, se queda en sus casas, no gasta, consume el mínimo indispensable porque también genera menos ingresos.
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