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El porno en tiempos de acceso total

El consumo de pornografía por parte de los uruguayos varía según edad y etapa de la vida sexual; los menores de 30 son menos dependientes
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03 de marzo de 2018 a las 05:00
Antes –en la era de lo inaccesible, lo lento, lo pueblerino, en la era preinternet, no mucho más allá de 20 años atrás–, la aproximación a la pornografía era una tarea titánica. Había revistas enfundadas en un nylon negro en los kioskos, apartados en los videoclubes, alguna que otra tienda especializada, un puñado de cines XXX con olor rancio. Eso era todo. Y, parece, era suficiente. Hoy, en la era del acceso total, lo veloz, lo voraz, lo globalizado, solo alcanza con conectarse a internet. No hay que esforzarse mucho. Basta con entrar al gigante de la pornografía Pornhub o hacer un goolgeo mínimo o esperar a que el (o los) "proveedor" de confianza se active en el grupo de WhatsApp y empiece la catarata de videos, imágenes y gifs. En el siglo XXI el porno no tiene horario ni lugar. Compartir porno en los grupos de chat forma parte del vínculo entre hombres, según testimonios y especialistas.

Lunes a las 11 de la mañana. Jueves a las 10 de la noche. Sábado de madrugada. Tanto da. Siempre hay algún grupo de WhatsApp en actividad. Siempre, del otro lado, hay alguien despierto, con sensación de tedio, con ganas de compartir una obscenidad, con ganas –tal vez– de demostrar su hombría.

Así que se activa la luz, suena el teléfono, cae el numerito rojo sobre el ícono verde. Aparece, en el primer lugar de los chats, un grupo que lleva un nombre que es algo así como "Vamo los pibe", "Muchachada", "Que no decaiga FC", "Cuatro humanos y ET", "Viernes de previa", "Jueves de fútbol 5", "Todo liga", "Pura testosterona", "Buscando fecha", "Los maridos de las brujas", "Lo que pasa acá, queda acá", "Los bobos", "Pan con manteca", "Aún nos tocamos", "Carnes acostadas". Del otro lado una docena de hombres ven variantes de lo mismo. Dos amigas bailando con ropa interior y bata transparente frente al espejo; el primer plano de una cola moviéndose frente al lente de una cámara; cuerpos desnudos filmados más o menos de cerca en espacios públicos, en baños de bares, de casas, de la facultad; en fin, todo lo que se pueda imaginar y lo que no se pueda imaginar, también. Hay softporn y porno para nada suave. Hay videos caseros, para los amantes de voyeurismo y videos de sexo ficcionado, industrializado, irreal. Hay escenas hípereróticas de celebridades (nacionales e internacionales) que se viralizaron, y videos de personas anónimas que también lo hicieron. Hay para todos los gustos, todas las sensibilidades. Porque internet es democrático, inagotable y siempre habrá un video nuevo para mandar.

Pero ahora aparece un pequeño punto de quiebre generacional: los hombres de 20 dicen que los videos porno ya no les resultan tan atractivos como antes, cuando aún eran adolescentes. Frente a la pregunta de "¿cuánta pornografía recibe por WhatsApp?", los más de 50 varones de 20 a 29 años de Montevideo y el interior del país consultados para este artículo respondieron que poca o nada. Ellos dicen, por ejemplo: "Muy poco, por suerte", "Antes me llegaba mucho más, ponele que ahora me lleguen cada dos o tres días", "La última vez que me mandaron fue en octubre o noviembre", "Prácticamente nada, con mis amigos no estamos para eso de difundir videos de minas y qué sé yo", "Antes sí, ahora no sé qué pasa, está tranquila la cosa".

El psicólogo especialista en temas de tecnología y juventud Roberto Balaguer y los sexólogos clínicos Rosana Pombo y Santiago Cedrés coincidieron en que los grupos de WhatsApp de hombres mayores de 30 son un espacio infinito de intercambio de pornografía.
Muchos de los consultados destacan que, en esos casos en que les llega material pornográfico es a través de grupos de WhatsApp, en los que hay integrantes mayores de 30 y 40. Las conclusiones son las siguientes: "En los grupos de fútbol 5 en que hay varios veteranos se manda más", "De 30 para arriba les encanta el material pornográfico vía WhatsApp (incluyendo audios de gemido y videos de trampa con trans o gays)" o "Es típico de los de 30, en los jóvenes no tanto, para mí fue un furor de antes".

El psicólogo especialista en temas de tecnología y juventud Roberto Balaguer y los sexólogos clínicos Rosana Pombo y Santiago Cedrés coincidieron en que los grupos de WhatsApp de hombres mayores de 30 son un espacio infinito de intercambio de pornografía.

Balaguer dice: "En los grupos de padres, por ejemplo, el porno forma parte del acervo cultural. Ellos mismos te dicen que las temáticas son fútbol, asados y videos o fotos. En los grupos cuya base está en el entretenimiento (el de papi fútbol, por ejemplo) circula muchísimo. Igual que en los de amigos. La pornografía forma parte del folclore de WhatsApp".

¿Solteros contra casados?


Pornhub –esta plataforma inmensa que fue creada hace 10 años con el objetivo clarísimo de proporcionarle al mundo todo el porno que sea necesario y más– tiene una publicidad que retrata una situación bastante habitual. Un hombre está sentado frente a la computadora. Del otro lado una mujer le pregunta: "¿Qué estás mirando?". Él le responde: "Nada". Y debajo el guiño: "Pornhub, el archivo más grande del mundo de nada".

Balaguer dice: "En los grupos de padres, por ejemplo, el porno forma parte del acervo cultural. Ellos mismos te dicen que las temáticas son fútbol, asados y videos o fotos. En los grupos cuya base está en el entretenimiento (el de papi fútbol, por ejemplo) circula muchísimo. Igual que en los de amigos. La pornografía forma parte del folclore de WhatsApp".
Santiago Cedrés cuenta, sin dudarlo, que en la consulta se observa en los últimos años un aumento significativo en el consumo de la pornografía. "Se ven sus efectos negativos sobre el ejercicio de la sexualidad en la pareja, generando crisis y disfunciones sexuales (bajo deseo sexual, disfunción eréctil, retraso o ausencia eyaculatoria)".

Para Cedrés el consumo de porno en la pareja es todavía un tabú y muchas mujeres lo viven con angustia. No entienden que su pareja necesite ver videos sexuales. "Es frecuente que el varón sea llevado por su pareja mujer a la consulta para solucionar el tema. Piensa que es un obsesivo, o un adicto, o tiene un problema. Otras veces la misma mujer concurre sola y deprimida porque siente que ya no es excitante o deseable para su pareja", explica el médico, que también es presidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología.

Los especialistas aseguran que el consumo controlado y compartido de material erótico puede resultar enriquecedor para la vida sexual de la pareja. El problema, siempre, es el extremo. Y, además de la disfunción y la adicción, se puede generar lo que se llama pornofilia. "La persona prefiere el consumo de pornografía a la propia experiencia de la sexualidad", dice Cedrés.

"Es frecuente que el varón sea llevado por su pareja mujer a la consulta para solucionar el tema. Piensa que es un obsesivo, o un adicto, o tiene un problema. Otras veces la misma mujer concurre sola y deprimida porque siente que ya no es excitante o deseable para su pareja", explica Cedres que también es presidente de la Sociedad Uruguaya de Sexología.
Pombo, sin embargo, considera que en la sociedad –que todavía mantiene muchos rasgos machistas– sigue siendo natural que el varón consuma pornografía. "Está habilitado –y hasta a veces incentivado– que el hombre en la pubertad vea este tipo de contenido porque tiene que aprender a través de esa herramienta. El concepto 'hacerse macho' está muy relacionado a eso. Por eso las mujeres ya saben que los hombres ven pornografía. No saben hasta dónde llega o si los comparten con los amigos, pero lo toman como 'es cosa de hombres'", asegura. La consulta aparece, sí, cuando hay un conflicto en la vida sexual de la pareja. "Cuando nos consultan porque hay un descenso en el deseo sexual y nos ponemos a investigar descubrimos que, en muchos casos, no hay una disminución en el deseo sexual hacía la masturbación, sino todo lo contrario. Y eso está asociado a la pornografía".

La regla 34


Hay una regla en internet que establece que si uno se lo puede imaginar, hay porno sobre eso. Los hombres en sus 20 y también los adolescentes crecen en un mundo donde lo imposible en términos sexuales no existe. Se acostumbraron a ello. Son generaciones que jamás van a entender lo que era esconder una revista Playboy, Penthouse o Eroticón, o lo que era esperar hasta la madrugada para que I.Sat o The Film Zone subieran algunos grados la temperatura. Películas valoradas como softcore (las escenas de sexo no se muestran de forma explícita; no se incluyen primeros planos de genitales) o mediumcore (los modelos o actores enseñan la totalidad del cuerpo en posturas más o menos provocativas). Hoy, el hardcore (el acto sexual explícito ya sea vaginal, anal u oral, o con aparatos o cualquier otro tipo de implemento) de otros tiempos parece un juego de niños.

"Podemos decir que el consumo precoz y desmedido que esta generación de 20 ha tenido de la pornografía sigue dos caminos: o se vuelve patología (adicción, dependencia, pornofilia) o se enfría y se busca la estimulación de parejas reales para lograr la satisfacción", cuenta Cedrés.

Hay una regla en internet que establece que si uno se lo puede imaginar, hay porno sobre eso. Los hombres en sus 20 y también los adolescentes crecen en un mundo donde lo imposible en términos sexuales no existe.
Para Pombo, el acto de compartir videos, al principio, tiene su novedad. "Es una manera de transgredir y tiene su morbo. Pero después pierde gracia para los más jóvenes. Se aburren y quieren vivir la sexualidad con su pareja formal u ocasional. No precisan ingredientes novedosos. También tiene que ver con la personalidad del varón", explica.

Hay hombres –jóvenes y adultos– que eligen irse de los grupos en que el único objetivo es compartir contenido sexual hardcore. Para Balaguer los hombres en sus 20 son más políticamente correctos que sus congéneres más grandes. Por ende, puede que no le encuentren la gracia a este tipo de prácticas. También en determinados grupos de pertenencia se generó una consciencia del daño que se puede generar al compartir un video de sexo amateur privado (ver arriba).

En los hombres adultos o mayores de 30 –que en muchos casos tienen una vida sexual establecida con una pareja de hace años– la pornografía funciona para incentivar el deseo sexual.

Pombo dice que los estímulos pornográficos que se encuentran hoy en internet nunca se habían visto. "Antes, como las variantes no eran muchas, los hombres dejaban de consumir porno. Ahora lo que se encuentra es tan extremo y a veces hasta perverso, que el estímulo genera una reacción mucho más fuerte. Y lo que sucede es que sin ese incentivo los hombres no logran la masturbación y tampoco la relación sexual", afirma.

El porno es una realidad y su uso crece de manera sostenida. Las cifras de Pornhub lo demuestran. En 2016, por ejemplo, era el sitio número 20 con más tráfico en Estados Unidos. La plataforma de streaming, considerada la más grande del mundo en este rubro, no deja de acompasar los cambios tecnológicos. Ahora incorporó a su abanico de opciones futuristas de realidad virtual. En Uruguay, según Alexa, ocupa el puesto 37, y otro sitio porno –Xvideos.com–también ocupa el puesto número 20. Así que ya se sabe: si se lo imagina, ya existe.

Pornhub

A diez años de su creación, el gigante del porno creado en Canadá sigue demostrando con cifras que la pornografía es supermasiva. En 2017 la página web recibió 81 millones de visitas por día y los millennials fueron los reyes del sitio; 34% de los visitantes tienen entre 25 y 34 años, mientras que la edad promedio de las visitas es de 35 años.

Porno para mujeres

En la lista del top 3 de los más buscados en Pornhub en 2017 el puesto número 1 es para la categoría “porno para mujeres”. La palabra más buscada el año pasado fue “lesbiana”, lo que responde el cliché de fantasía masculina y, también, a un mayor interés del género femenino.

#YoRespeto

Un grupo de jóvenes profesionales que integran Pensamiento colectivo realizó en 2016 su primer proyecto. La campaña audiovisual #YoRespeto tenía como objetivo “evitar la viralización de videos que atentan contra la intimidad de las personas”. El colectivo dicta talleres sobre el uso responsable de las tecnologías de información y comunicación) dentro de centros educativos.

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