Pese a que la mañana estaba soleada y las chapas calentaron, adentro de la casa de Lorena hacía frío. Emergía del suelo, de la alfombra fina que todavía estaba mojada aunque pasó una semana desde las lluvias torrenciales y que ella abrió las puertas y la pequeña ventana de la casa para que se seque. Lo dijo acostumbrada: hace 24 años que vive en el asentamiento Santa María Eugenia y su casa está levantada sobre la zona inundable del predio.
Ella y otros vecinos que están asentados en la misma franja del terreno inundable fueron censados hace un tiempo y esperan recibir una de las 39 viviendas que la Intendencia de Montevideo (IM) está construyendo en Avenida Bolivia y Camino Carrasco para realojar a algunas familias del asentamiento.
Según dijo, la situación de ella y de esos otros vecinos es "la más complicada" del barrio, pero, sin embargo, también afirmó que "se cansó" de pedir ayuda, que ya no espera "nada de nadie" y que "los del fondo" están "olvidados".
Su casa está casi al fondo del asentamiento, un lugar que es bien distinto a los primeros metros del terreno: ahí está lleno electrodomésticos tirados, montañas de basura, barro, tierra.
Al asentamiento se ingresa desde Camino Carrasco hacia el final del Camino Servando Gómez y lo bordea el Arroyo Carrasco, complejos deportivos de colegios y del Carrasco Polo Club y el barrio semiprivado "Los Olivos".
La cercanía con esos complejos, dicen los vecinos e integrantes de la Asociación Civil que trabaja en el barrio, crea "intereses económicos" por el valor que se podría cobrar por el terreno donde está el asentamiento –muy próximo al barrio Carrasco– si se desaloja a las familias.
En el interior de Santa María Eugenia no hay contenedores de basura, no va un camión recolector ni hay paradas de ómnibus. "Yo tiro todo para ahí y bueno... si algún día pasan con una retroexcavadora le pido que la empujen", dijo Lorena sobre las montañas de basura que acumula al costado de su casa.
En los primeros metros del asentamiento hay casas de material, dos almacenes, un tanque de agua de cemento y la capilla "Santa María Eugenia", donde vive el cura Juan Andrés Verde –conocido como "el gordo Verde"–. Pero, el asentamiento se ve aún más precario cuadras abajo.
Desde 2019 la IM y el Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial (MVOT) tienen en los planes realojar a 50 familias del asentamiento, según un convenio que firmaron ambas instituciones en 2019. Pero, la concreción aún no llegó.
En febrero de 2023 la IM adjudicó la licitación para construir 39 viviendas que ya está en marcha y 22 realojos en viviendas usadas. Es decir, el proyecto abarcará a 61 familias que fueron seleccionadas por criterios de "inundabilidad y precariedad extrema", dijo el director de Tierras de la IM, Sebastián Moreno.
Aún los vecinos de Santa María Eugenia no saben qué familias van a ser realojadas, hacia dónde ni cuándo. Lo que sí saben es que la prioridad la tendrán aquellos que viven en casas como las de Lorena, que cuando llueve se inundan. Moreno afirmó que se hará una asamblea para dar a conocer cuáles son las 61 familias que se beneficiarán con las viviendas que se financiaron con casi US$ 3 millones. La IM prevé que las 61 familias se realojarán en un plazo de un año.
Mientras tanto, frente a la parroquia llegó un camión de carga con un contenedor blanco, con ventanas. Era una casa que la empresa dejó en el terreno junto con otras que ya estaban colocadas. Es que la presencia del joven cura "gordo Verde" en el barrio también persiguió el propósito de que las 240 familias que están asentadas allí accedan a un lugar digno para vivir.
Por eso la Asociación Civil Cireneos, de la que forma parte el sacerdote, compró un terreno frente a la capilla donde está colocando casas contenedores de dos y tres dormitorios, una cocina, un baño e instalaciones eléctricas. La solución es aún más grande que la de la IM: abarcará a 120 familias que las elegirá la comisión barrial, conformada y elegida por los mismos vecinos.
Pero, aunque la Asociación Civil compró el terreno –que comprende a cinco hectáreas de un total de 30 que abarca el barrio–, los integrantes saben que la solución puede ser transitoria y no definitiva, porque la IM rechazó la solicitud de saneamiento en el predio, así como la apertura de las calles –algo que igual se hizo, pero de forma privada– debido a que el suelo es considerado rural y, por lo tanto, no se puede utilizar para urbanizar, según la ley de Ordenamiento Territorial.
Sin embargo, la Asociación optó por empezar a colocar las casas contenedores que se le compraron a privados mediante donaciones que han obtenido en cenas benéficas para entregar las viviendas cuanto antes y que puedan ser usadas durante el tiempo que sea posible. La urgencia en Santa María Eugenia la marca la precariedad y las inundaciones pero también la legalidad.
La dueña del terreno –la empresa Monte Platino S.A– lo reclamó y en 2016 comenzó un litigio. A finales del año de 2022 la Justicia les avisó que el juicio lo ganó la empresa, pero las familias censadas aún no fueron desalojadas del asentamiento y no saben cuándo podría ocurrir eso.
"No se pueden pintar por fuera. Tienen que quedar todas siempre del mismo color", contó José sobre lo que sabe de las primeras normas que tendrán las casas contenedores. El hombre tiene 78 años y vive en Santa María Eugenia hace unos 40 años. Ahí también viven varios de sus seis hijos, nietos e incluso bisnietos.
Él sabe que una de esas 120 casas será para él y su esposa Adelina. Pero, no sabe por cuánto tiempo podrá seguir viviendo en el asentamiento.
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