El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, vive este miércoles una jornada crucial para su supervivencia política ya que una audiencia judicial determinará si va a ser acusado por corrupción y al mismo tiempo el jefe de gobierno continúa inmerso en unas complicadísimas negociaciones para intentar formar una coalición y seguir en el cargo.
La vida política israelí está paralizada desde las elecciones legislativas del 17 de septiembre en las que el partido de Netanyahu y el de su adversario Benny Gantz obtuvieron prácticamente el mismo número de votos aunque ninguno posee, ni siquiera con el apoyo de sus aliados, la mayoría necesaria para gobernar.
Netanyahu, que es primer ministro desde hace 10 años, fue el encargado de formar gobierno por el presidente Reuven Rivlin, pero las conversaciones con Gantz parecen estar en punto muerto.
Este miércoles, los abogados del primer ministro israelí aseguraron que presentarán "pruebas sólidas" para hacer cambiar de opinión al fiscal general y evitar que su cliente sea oficialmente acusado de fraude, corrupción y abuso de confianza.
"Basándome en los datos de la investigación y en los elementos que tiene el equipo de la defensa del primer ministro, creo que hay pruebas sólidas que van a hacer que el fiscal cambie de opinión", dijo Ram Caspi, abogado de Netanyahu a su llegada al ministerio de Justicia.
Los abogados de Netanyahu comenzarán a ser cuestionados por el fiscal general de Israel, Avichai Mandelblit, quien tendrá que decidir si acusa formalmente a Netanyahu, el más longevo de los primeros ministros israelíes.
"El primer ministro no está por encima de la ley pero tampoco por debajo", agregó su abogado.
Esta audiencia podría durar hasta cuatro días ya que cubre tres casos separados en los que Netanyahu está acusado de aceptar sobornos y abusar de su poder para beneficiar a millonarios empresarios a cambio, por ejemplo, de una cobertura favorable en la prensa.
El primer ministro, que niega todos los cargos, pidió que la audiencia fuera transmitida en directo porque no tiene "nada que esconder", algo a lo que Mandelblit se negó.
En paralelo a esa audiencia, el primer ministro podría verse ante la necesidad de informar a Rivlin de que no logra formar un nuevo gobierno.
Los negociadores del partido de derecha Likud de Netanyahu intentarán mantener el miércoles nuevas reuniones con representantes del partido centrista de Gantz, Azul y Blanco.
Sin embargo, Azul y Blanco anunció el martes que no ve razones para estas nuevas reuniones porque no se han aceptado las "condiciones previas" que exige su partido para negociar.
En caso de que Netanyahu informe a Rivlin sobre su incapacidad de formar gobierno, el presidente tendrá que decidir entonces si le pide a Gantz que lo intente.
Rivlin también podría solicitar al Parlamento que escoja un candidato a primer ministro con el voto de al menos 61 de sus 120 miembros.
Hasta ahora, Netanyahu y Gantz se han responsabilizado mutuamente por el fracaso de los intentos de formar gobierno. Ambos están lejos de un entendimiento, empezando por quién debe ser el próximo primer ministro.
Gantz alega que, como su partido obtuvo 33 escaños, es decir uno más que el Likud, es él quien debe ser primer ministro. También dijo que el partido Azul y Blanco no quiere formar parte de un gobierno en el que el primer ministro podría ser acusado formalmente de corrupción.
Por su parte, Netanyahu dice que, aunque su partido tenga un escaño menos, la mayoría de los pequeños partidos del Parlamento le apoyan.
Para Gideon Rahat, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad hebraica de Jerusalén, Israel asiste a una especie de carrera automovilística en la que dos pilotos conducen uno hacia al otro y aceleran sin que ninguno de los dos se aparte del camino.
"Y en este tipo de juegos ocurre a menudo que los dos pilotos mueren", advierte.
Si no se logra ningún acuerdo, podría haber nuevas elecciones en Israel, las terceras en un año. Según Rahat, esta posibilidad favorece a Netanyahu, que podría enfrentarse a la justicia siendo primer ministro.
Netanyahu ha indicado que no dimitirá si es acusado oficialmente y la ley tampoco le obliga a hacerlo. El primer ministro deberá dejar el cargo si es condenado y agota todos los recursos judiciales con vistas a evitar la condena, lo cual puede llevar años.
Fuente: AFP
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