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En Alemania inauguran el primer hotel en tributo a las salchichas

Su propietario intenta mantener con vida la carnicería-charcutería local, símbolo de la red de pequeñas y medianas empresas que dieron fama a la economía alemana
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30 de enero de 2019 a las 10:43

Salchicha en el menú pero también en el vinílico de la pared, en el jabón de la ducha e, incluso, en las almohadas. Una pesadilla para los vegetarianos y veganos, pero un sueño hecho realidad para Claus Böbel, un charcutero alemán que dirige lo que presenta como el primer y único hotel dedicado a la salchicha en el mundo.

Situado en un pueblo a 40 minutos al sur de la ciudad bávara de Núremberg, el Bratwursthotel que abrió el empresario, perteneciente a la cuarta generación de charcuteros de su familia, ha logrado atraer a clientes de Europa y de fuera del continente desde que abrió sus puertas en setiembre.

En una casa de piedra de tejado inclinado y postigos verdes, el establecimiento cuenta con siete habitaciones y dos espacios de conferencias para los amantes de las salchichas y los turistas en busca de especialidades locales. 

Detrás de la excéntrica idea del charcutero-hostelero, se encuentra un intento de mantener con vida la charcutería local, una institución símbolo del Mittelstand, la red de pequeñas y medianas empresas que dieron fama a la economía alemana. 

Muchos de esos pequeños comercios provinciales penan por sobrevivir ante la competencia de las tiendas de descuento y las grandes superficies y sus precios imbatibles. A esto, se añade un declive del consumo de carne en los últimos años, en un contexto de escándalos alimentarios sucesivos.

A causa de ello, el número de charcuterías cayó a unas 12.300 en 2017. En 2018, 1.100 bajaron la cortina definitivamente, según datos de profesionales del sector. 

A menudo, los charcuteros no encuentran comprador cuando llega la hora de jubilarse, o son devorados por los supermercados o, incluso, por Amazon. 

"Ideas inteligentes"

"Quiero mostrar que las tiendas de los pequeños artesanos como la mía pueden sobrevivir cuando se tienen ideas inteligentes", explica Claus Böbel, de 48 años, sentado en un taburete con la forma de una conserva de salchicha picada.

"Además, me gusta la vida en el campo y más que irme, quiero atraer a los clientes aquí, a Rittersbach", una aldea de 300 habitantes, agrega. 

La familia Böbel produce y vende salchichas en ese rincón de Alemania desde el siglo XIX. Pero la tradición de las grandes comilonas familiares y de las salchichas asadas en una barbacoa en el jardín se ha ido perdiendo poco a poco. 

Los alemanes, que tienen fama de ser grandes consumidores de carne, han cambiado sus hábitos alimentarios y el consumo de ese producto ha caído un 8% desde 1991. 

El gasto en alimentación de los hogares alemanes, si bien se encuentra al alza, no constituye más del 10,6% de su presupuesto, frente al 13,2% de los franceses o el 14,2% de los italianos. 

Para Jörg Ruckriegel, de la oficina de turismo local, el hotel de la salchicha permite invertir la tendencia. "Los pequeños carniceros-charcuteros que siguen fabricando sus productos constituyen una gran parte" del patrimonio local, señala. 

Además, los clientes del hotel parecen apreciarlo, hasta el punto de que "se sienten como en casa". "Volveré a Nigeria sabiendo hacer salchichas", afirma entusiasmada Jovina Sperling, una turista, en el libro de visitas del establecimiento. 

Salchichas a domicilio

Con su camioneta, Böbel también ofrece un servicio de "taxi de salchicha", repartiendo especialidades por las estrechas calles de la localidad.  Además, abrió una página web para vender sus productos en todo el mundo. 

Böbel invirtió US$ 190.000 en renovar el hotel, cuya decoración está muy cuidada: el perchero imita los cuchillos de los carniceros, las puertas de cristal de los baños tienen un cerdo gigante dibujado y los jabones tienen forma de salchicha.  El precio estimado por noche para hospedarse en el hotel es de US$ 110.

La religión del cliente tampoco supone un obstáculo, ya que el menú incluye salchichas de ternera para aquellos que no consuman cerdo. 

"La salchicha es lo que más famosos nos ha hecho a los alemanes, junto con la cerveza", afirma, sonriendo. "Si eso es lo que buscan los turistas, ¿por qué no dárselo?". 

Fuente: AFP

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