A cinco meses y once días del fin de la declaración de la emergencia sanitaria, la palabra “pandemia” parece asunto del pasado. Atrás quedó el conteo diario de los muertos que el Sistema Nacional de Emergencias anunciaba cada tardecita, adiós al índice de Harvard, al número reproductivo (R0), a las olas (incluso cuando la última haya sido este mismo año), y a todo el glosario del covid-19. Pero los datos preliminares de fallecidos que publicó el Ministerio de Salud Pública (MSP) demuestran que Uruguay todavía padece los coletazos del coronavirus.
En el primer trimestre de este año hubo un 40% más muertes que las esperadas según el promedio histórico pre-pandemia. Fueron casi 3.000 muertes más (10.381 contra 7430 en el promedio 2015-2019).
De hecho, las 10.381 defunciones registradas entre enero y marzo de este 2022, superan en casi 2.000 casos el primer trimestre del 2021 con emergencia sanitaria incluida.
La ola a causa de la variante ómicron (por más lejana que suene) explica en parte el exceso de muertes (como los demógrafos le llaman a estos incrementos abruptos de los fallecimientos). En aquella época en que “casi todo el mundo” conocía a alguien que se había infectado o él mismo estaba transitando la infección, la letalidad había sido inferior a otras olas (por cada infectado murió menos gente), pero las muertes tuvieron picos del 50% por encima del promedio histórico para enero o febrero.
Respecto a los casos, la cantidad de muertes por covid fueron pocas, gracias a la vacunación, pero la ola de contagios fue tan grande que igual el número de fallecidos generó ese exceso de muertes.
Pero en marzo, cuando la emergencia sanitaria ya estaba en su recta final y casi se dejó de testear, siguió habiendo exceso. Incluso lo hubo en junio y julio, dos meses de los que también se conoce la información porque el MSP respondió a una consulta de un usuario en el sitio web (22% de exceso en junio y 8% en julio). Por lo cual es de esperarse que, como ocurrió el año pasado, este 2022 acabe con más fallecimientos del que correspondería por la marcha histórica
Naciones Unidas ya lo preveía. Cuando este año actualizó la proyección de la población uruguaya para lo que queda del siglo, el organismo estimó que Uruguay tardaría hasta 2024 en volver a un nivel de muertes similar al de pre-pandemia. El exceso de muertes del año pasado redujo en tres años la esperanza de vida al nacer (de 78 a 75 años), pero en 2024 se recuperaría.
Sin causa
La cantidad de muertes “por demás” que viene registrando Uruguay superan a los fallecimientos por covid-19. ¿Cómo es posible? Sencillo: la novel enfermedad es solo una parte de la explicación, pero no el todo. Hubo otras causas de muerte que se vieron incrementadas como resultado indirecto de la emergencia sanitaria.
Las enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, siguen en aumento. Según Víctor Dayan, presidente de la Comisión Honoraria de Salud Cardiovascular, “hubo un pico de muertes asociadas a enfermedades del sistema circulatorio por falta de atención en tiempo durante la cresta de la pandemia, pero es de esperar que, a raíz de las enfermedades crónicas desatendidas perdure el exceso de muertes unos años más”.
Las patologías cardíacas siguen siendo la primera causa de muerte, incluso se despegan cada vez más de los cánceres que, por ahora, no parecen haber iniciado el “efecto covid”. Según Enrique Barrios, exintegrante del GACH y estadístico especializado en cáncer, “a diferencia de otras enfermedades, los tumores por falta de tratamiento se harían notar luego de un buen tiempo”. ¿Cuánto tiempo? “No se sabe”.
Covid-19 tuvo aquel último pico de la ola de ómicron y, poco a poco, se parece bastante a las cifras de muerte por gripe. En ese sentido, la infectóloga Susana Cabrera decía hace un semestre: “En cada enfermedad hay una letalidad que tiene esa enfermedad cuando es diagnosticada en tiempo y forma. Salvo que el coronavirus se transforme en una infección respiratoria alta, como los rinovirus para los cuales uno no espera muertes en los adultos, seguirá habiendo una cantidad de fallecimientos esperables”.
Por fuera de las principales causas, hay otras, para nada menores en tamaño, cuyo incremento llama la atención. Las enfermedades del sistema respiratorio subieron más del 50% respecto a lo esperable (hubo 902 cuando en promedio rondaban las 588). Los académicos desconocen por ahora el motivo detrás de este aumento, aunque no se descarta que fueran secuelas tras haber transitado covid-19 o simplemente covid-19 no diagnosticado. Hay dos datos que suman a estas opciones: más de la mitad de los muertos eran adultos mayores de más de 79 años y el régimen de testeo se flexibilizó en el verano.
El otro dado llamativo es el aumento de más del 80% de las muertes sin causa conocida. Detrás de esas 1.188 defunciones inclasificables (síntomas, signos y hallazgos no clasificados en otra parte), puede que haya subdiagnósticos de covid-19 u otras enfermedades. Pero también puede que haya problemas de registro. Por ejemplo: entre el 50% y 60% de los cuerpos que van a las morgues en el país no son por signos de violencia o presuntos delitos, sino porque ningún médico firmó el parte de defunción y se requiere de la validación del forense. Ese es un motivo para que la causa de muerte sea incierta (ni siquiera se hace autopsia).
Todos estos aumentos de las muertes, en combinación con la caída de los nacimientos, dieron como resultado que en Uruguay los muertos superaron el año pasado a los nacidos vivos. ¿Este 2022 ocurrirá lo mismo? El tiempo —o mejor dicho la estadística— lo dirá.