Es verdad que las campañas para que los jóvenes saquen la credencial a fin de sufragar por primera vez no fueron del todo masivas pero cualquier persona mínimamente informada sabía que el plazo expiraba el 15 de abril.
Sensibilizar sobre la importancia de poder votar en las elecciones que se celebrarán este año debería ser algo en el tope de la agenda política. Fueron muy escasas las apariciones de los candidatos motivando a los más jóvenes a sacar la credencial. Es algo que llama la atención sobre todo pensando que la cifra de nuevos votantes rondará las 250 mil personas.
La participación de los más jóvenes en política es fundamental. Son nuevas sensibilidades, otras formas de leer el mundo, de comunicarse y comunicar. Sin la militancia juvenil no hay pasión ni color en las campañas. Son los que más tiempo dedican y por lo general los menos reconocidos. Parece que se demoraron, pero finalmente llegaron a la Corte Electoral.
Solo en el último día habilitado se iniciaron 2.800 nuevos trámites. Las colas observadas en la sede del organismo en Ciudad Vieja concitaron la atención de los medios y público en general. Se debió ampliar el horario hasta la medianoche y los funcionarios del Estado trabajaron horas extras junto con los del Servicio de Identificación Civil.
Finalmente, tras el aluvión final los ministros de la Corte consultados se mostraron satisfechos de haber logrado sortear con éxito la avalancha de solicitudes de último minuto. “La evaluación fue positiva, se trabajó bien y en forma”, dijeron.
El país se prepara para un nuevo año electoral. Uruguay vibra con su democracia y pese al apurón demostrado estos días por los más jóvenes, la gente comienza a calentar los motores, las máquinas partidarias ajustan sus estrategias, abren clubes y los candidatos recorren los lugares populares como Tristán Narvaja, las ferias, los festivales del interior o la Rural del Prado en Montevideo.
Serán aproximadamente 250 mil los nuevos votantes. Ciudadanos que con su sufragio marcarán el destino político del país. Al conocer la cifra de flamantes ciudadanos con credencial inmediatamente surgió la pregunta: ¿crece el padrón electoral? No es así. El número se equilibra con los fallecimientos, emigrados o personas que pasaron dos elecciones sin votar.
En las elecciones de octubre de 2014 eran 2.620.791 las personas habilitadas y votó el 90,5%. La participación en el balotaje de noviembre fue menor: 2.321.375 sufragios emitidos, 88,6% del total.
La Corte Electoral es un organismo que tiene prestigio en Uruguay. Trabaja lento, pero salvo esa condición a veces exasperante, sobre todo en la noche electoral, su credibilidad —que es lo más importante— no es cuestionada.
Es de recibo que en el próximo período de gobierno la vieja institución fundamental para el funcionamiento bueno de la democracia se plantee reformas para modernizar su base de datos, digitalizarlos, agilizar los trámites y animarse a plantearle al país la posibilidad del voto electrónico.
Es una discusión demasiado importante en un mundo que se mueve a velocidad de vértigo hacia lo digital. Un debate que el país debe dar con tiempo para que no le pase como a los jóvenes que dejan siempre todo para último minuto.
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