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En el libro Llamadas telefónicas, de Roberto Bolaño, hay un cuento titulado Sensini en el que el chileno apunta y dispara contra el ecosistema de los concursos literarios en España. En su historia hay un escritor —Sensini, el del título— que envía relatos a todos los certámenes posibles para poder ganarse unos pesos extra, pero lo llamativo es que él ya es un autor consagrado. El personaje –basado en la figura del argentino Antonio Di Benedetto– empieza una relación por correspondencia con el narrador del cuento –alter ego de Bolaño–, que presa de la extrañeza que le genera este hombre comienza a entender muchas cosas sobre la vida y la escritura.Sensini —que si te interesó, lo podés leer en este link— es más que un relato que ironiza sobre el mundo de los premios en la literatura, pero a los efectos de la entrega de Epígrafe de este mes viene al caso: Bolaño, que durante mucho tiempo vivió del dinero que obtenía por sus obras en concursos pueblerinos y locales, le hinca el diente a un sistema que siempre está bajo la lupa y no pocas veces genera polémica y debates transpirados. Fijate, sino, en lo que pasó en la última edición del premio Planeta: una historia de seudónimos y acusaciones cruzadas que sonó fuerte y que expliqué, hace algún tiempo atrás, en esta nota que dejo por acá.Justamente, son los grandes premios los que más veces se someten al escrutinio público. Son los que aportan sumas en metálico más cuantiosas —el Planeta paga más que el Nobel, sin ir más lejos—, los que pueden impulsar o terminar de consolidar una carrera, y los que en muchos casos mueven la aguja del mercado. Hoy, ganar el Alfaguara, el Herralde, el Booker o el Goncourt es una marca de fuego que acompañará al autor o autora para siempre. Y al margen de las acusaciones ocasionales —que están arreglados, que se dejan llevar por el lobby de las editoriales, que el sistema de seudónimos es menos fiable de lo que aseguran, que hay preferencias— está claro que siguen siendo un termómetro más que interesante para entender por dónde van los tiros en la industria editorial hoy.En este caso, Epígrafe toma el tema y se zambulle en tres títulos premiados del 2022: dos internacionalmente, uno en nuestro país. Son tres obras destacables que se pasean entre la autoficción y la ficción pura, la construcción histórica del presente y que están protagonizadas por personajes que se encuentran, en algún sentido, a la deriva, ya sea profesional, familiar, amorosa o espiritualmente.¿Cuáles son? Paso lista:
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