Epígrafe: un especial de no ficción y el desafío #Flaubert2021

La newsletter de libros de El Observador empieza el año con un especial de no ficción, una evocación a Flaubert y su obra maestra, y un paseo por una librería del este que está sacudiendo las redes sociales

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29 de enero de 2021 a las 16:34

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*Este es un resumen de la última edición de Epígrafe, la newsletter de libros de El Observador. Para suscribirte y recibir todo el contenido, andá a la pestaña Mis newsletter en Mi cuenta y clickea en el botón correspondiente.

Siete de no ficción para enero

La biblioteca en llamas - Susan Orlean

El mismo día que el reactor de la central nuclear de Chernóbil volaba por los aires y contaminaba de radiación a medio continente europeo, la ciudad de Los Ángeles contenía la respiración mientras su biblioteca central se consumía por las llamas de un pirómano. El incendio duró siete horas y treinta y ocho minutos, la temperatura de la zona superó los mil grados, se alcanzó el punto en el que el fuego quema hasta el humo, se necesitaron once millones de litros de agua para aplacarlo y casi un millón de libros se perdieron en uno de los siniestros más potentes de la historia de los EEUU. 

La biblioteca en llamas, de la periodista y escritora estadounidense Susan Orlean, es el recuento exhaustivo de esta catástrofe premeditada que casi que no apareció en los diarios el 29 de abril de 1986, pero que sin embargo sumó, como la destrucción de la biblioteca de Alejandría o las purgas de los nazis, otro mojón impactante a la historia de los libros quemados. Orlean es una maestra para contar el fuego, para mostrarlo vivo e implacable, pero también para recopilar las historias de quienes quedaron marcados por el fragor del incendio, así como para elaborar el particular perfil del hombre que, al parecer, habría abierto la puerta del infierno: Harry Peak.

Sobredosis - Diego Recoba

Un libro sobre Karibe con K. Sobre el segundo disco de la banda, Sobredosis. Ese fue el encargo o la intención de los editores de la colección Discos de Estuario. Pero su autor, Diego Recoba, prefirió tomar otro camino. Se corrió de la línea trazada y se embarcó en una exploración interior sobre cómo había resonado Sobredosis en su vida. Se apropió de los ritmos de la banda y los mezcló con sus vivencias. Con el universo de su infancia, sus buenos y malos momentos, la manera en la que encaró su propio consumo cultural y cómo este lo determinó.

El resultado es un texto que sí, habla de música, de la Karibe y del disco en cuestión, pero también funciona como una precisa y fundamentada defensa de la autoficción, de la capacidad de narrar con la propia vida. Y también de las concepciones que tenemos en este país sobre la “alta” y “baja” cultura, y cómo nos relacionamos con ella.

Me gusta muchísimo como escribe Recoba y creo que su primera novela, Locas pasiones, es una de las publicaciones más frescas de los últimos años. Sobredosis fue uno de mis libros de las vacaciones y lo leí como se escucha un viejo amigo: con las orejas paradas y el corazón abierto. 

El otro lado - Mariana Enriquez

Creo que a esta altura, si vienen siguiendo Epígrafe con atención, ya descubrieron algunas de mis obsesiones literarias. Por eso creo que no es sorpresa para nadie que en este especial de no ficción aparezca lo último que llegó a las librerías de Mariana Enriquez.

El otro lado. Relatos, fetichismos, confesiones es una recopilación de artículos, columnas y pequeños ensayos que Enriquez, en su faceta como periodista, ha ido publicando en los últimos veinte años en distintos medios. La edición es de la editorial de la Universidad Diego Portales de Chile –atentos a esta colección increíble que acaba de desembarcar con fuerza en librerías– e incluye un salpicón de perfiles de River Phoenix, Diane Arbus, H. P. Lovecraft, Jack El destripador, Alejandra Pizarnik, Silvina Ocampo, Nick Cave, Kurt Cobain, Oscar Wilde, Mick Jagger, Kate Moss y otros sujetos de estudio varios. Pero también hay sesiones de ouija, encuentros con fantasmas, visitas a ciudades extranjeras, vecinos indeseables, resistencias a los hijos, historias argentinas y un montón de miradas que Enriquez, siempre fina, desmenuza con entusiasmo. Leí El otro lado de manera salpicada, entre lecturas, y fue una excelente decisión. 

Si quieren conocer más sobre este libro, la propia Mariana habla de él en esta entrevista con el programa Vidas Prestadas, de la periodista Hinde Pomeraniec.

Una tierra prometida - Barack Obama

Mientras Donald Trump utilizaba los últimos meses de su presidencia para hacer papelones internacionales y tuitear “fraude electoral” cada treinta minutos, Una tierra prometida aparecía en librerías y marcaba el inicio de la publicación de las memorias presidenciales de Barack Obama

El expresidente ya sabe lo que estar en el primer lugar de la vidriera –hace poco se reeditó, por ejemplo, Los sueños de mi padre: una historia de raza y herencia, publicado originalmente en la década de 1990–, pero este libraco de casi 800 páginas llega con la promesa de ser el punto de partida para un proyecto de recuento fidedigno sobre los ocho años durante los que Obama miró al mundo desde el despacho oval de la Casa Blanca. 

Desde el momento en que la semilla de la política empezó a germinar en su cabeza hasta la operación que terminó con la vida de Osama Bin Laden en Abbottabad, Una tierra prometida demuestra la capacidad de Obama para narrar y vincular los hechos fundamentales de su historia y de la de EEUU con una voz cercana –no hay registros, por lo menos, de que lo haya hecho a través de un ghost writer– que, en ocasiones, hace olvidar que estamos ante una de los grandes nombres de nuestra época.

Luis Almagro no pide perdón - G. Ferreira y M. Natalevich

Elijan quince figuras políticas uruguayas relevantes de los últimos diez años. No importa de qué partido sean, su edad o cargo. Bien, ahora: ¿cuántas de esas generaron tantos sentimientos encontrados, tantos debates acalorados, odios y amores en la región como el actual secretario general de la OEA, Luis Almagro? ¿Una, dos? Probablemente no muchas más. 

Al excanciller del gobierno de José Mujica lo repudian, lo quieren, lo respetan, le dicen traidor, le piden ayuda, lo responsabilizan de un montón de cosas, lo mencionan constantemente y, sobre todo, hacen que el alcance de su influencia sea evidentemente abultada. Continua. Que Almagro parte aguas en el continente entonces está claro, pero esta investigación a cargo de los periodistas Gonzalo Ferreira y Martín Natalevich aparece para probar que las dimensiones de este personaje salido de las entrañas de Cerro Chato, Paysandú, son quizás mayores de lo que se ve a través de la lupa de los diarios, los informativos, los tuits y las quejas de Nicolás Maduro. 

Un año y medio de trabajo y más de cien entrevistas después, Luis Almagro no pide perdón funciona como una ventana a la vida política de uno de los jugadores clave de los últimos años en la región. Desde su eventual futuro político en Uruguay, pasando por los nombres que lo marcaron, una carrera diplomática llena de vaivenes, su consolidación en la OEA y sus vínculos con algunos hechos políticos del continente, las casi 500 páginas del libro pintan un retrato exhaustivo de un hombre que genera debate ahí donde su nombre aparece.

El infinito en un junco - Irene Vallejo

La historia del libro tiene censuras, quemas, incendios como el que relata Susan Orlean, genios, maestros, transmisión del conocimiento, mitos, leyendas, y también tiene un comienzo. Un punto de partida más bien precario, primitivo y reducido para unos pocos privilegiados que, sin embargo, significó la inauguración de uno de los inventos más maravillosos que existen. Una de esas cosas que hacen que la vida no sea solo una constante repetición apática y desabrida de la rutina. 

El infinito en un junco, un ensayo de la filóloga española Irene Vallejo, recupera ese comienzo. Despojada de cualquier pretensión académica o erudita, Vallejo recorre con la pulsión de una narradora atenta el desarrollo de los libros en dos de las grandes civilizaciones del mundo antiguo: la Antigua Grecia y el Imperio Romano. 

“No olvidemos que el libro ha sido nuestro aliado, desde hace muchísimos siglos, en una guerra que no registran los manuales de historia. La lucha por preservar nuestras creaciones valiosas: las palabras, que son apenas un soplo de aire; las ficciones que inventamos para dar sentido al caos y sobrevivir en él; los conocimientos verdaderos, falsos, siempre provisionales que vamos arañando en la roca dura de nuestra ignorancia”.

No quiero decir mucho más sobre El infinito en un junco que:

1- La edición de Siruela de este libro es preciosa.
2- Estén prontos para subrayar más de un pasaje.
3- Es un regalo o autoregalo ideal para quienes creemos que, como dice Vallejo en la frase de arriba, en los libros está la respuesta al caos insoportable en el que nos toca vivir.

A propósito de nada - Woody Allen

Woody Allen está viejo. Tiene 85 años. Sus últimas películas no están entre lo mejor de su filmografía y por hechos ya conocidos ningún estudio se las quiere distribuir. El creador de películas geniales como Annie HallManhattan o Zelig está a punto de estrenar una nueva obra, Rifkin’s Festival, pero no está claro todavía si la vamos a poder ver. Y así, entonces, afronta sus últimos años: siendo una especie de paria del cine de quien las estrellas reniegan y los estudios escapan. 

Pero él no se calla. Sigue siendo tan neurótico y afilado como en sus comienzos. Sigue teniendo ese humor punzante como un aguijón que lo llevó a la maestría. La última prueba está en A propósito de nada, una autobiografía que lanzó a fines del año pasado y que sacudió bastante la alfombra en el hemisferio norte.

En el libro Allen explora los recovecos de su vida, claro, pero también va contra todo: contra Mia Farrow, su hijo Ronan, su caso de abuso sexual, los actores que se le “dieron vuelta”, la industria de la cancelación y bastante más. Pero eso es solo una especie de declaración de guerra que ocupa las últimas partes del libro y, a decir verdad, lo menos interesante. No se necesita ser un seguidor acérrimo de su carrera para disfrutar y pasar página tras página de sus correrías entre películas, de los secretos que esconden algunos de sus clásicos y las opiniones que tiene sobre personas, títulos y hechos vinculados al cine. Woody Allen está viejo sí, pero sigue siendo el mismo paladín de la neurosis neoyorkina de siempre. Para bien o para mal. 

Un clásico, una lectura en conjunto, un autor bicentenario

El año pasado, en los meses más encerrados del otoño, leí por primera vez Madame Bovary. Supongo que es poco original decir que quedé absolutamente obnubilado por la manera en la que Flaubert narra las desventuras de la atribulada e inconformista Emma Bovary, pero así fue.

Por momentos durante la lectura la estancia en Yonville, el sopor de la campiña francesa de siglo XIX y los viajes a Ruan se hacían reales. Los sentimientos de Emma, fluctuantes, siempre en permanente mutación, parecían espesar el aire del apartamento a medida que los párrafos se iban consumiendo.

Hay pasajes que me quitaron el aliento. Hay escenas que tuve que subrayar, marcar para recordar y volver. Como el siguiente, en donde llegamos con Emma a Ruan y sentimos lo que ella siente ante la ciudad que respira:

"En cuanto a Emma, algo vertiginoso se desprendía de todas esas vidas amontonadas, y su corazón se ensanchaba enormemente, como si esas ciento veinte mil almas que palpitaban allí le hubiesen enviado todas a la vez la emanación de las pasiones que ella le suponía. Su amor se acrecentaba ante el espacio, y se llenaba de tumulto con el murmullo ascendente y confuso. Y ella lo echaba hacia afuera, sobre las plazas, sobre los bulevares, sobre las calles, y la vieja ciudad normanda se desplegaba ante sus ojos como una capital desmesurada, como una Babilonia en la que ella hacía su entrada."

La selección de destaques podría ser infinita, porque sucede que toda la historia está salpicada por una tendencia a la belleza implacable que, además, funciona como crítica punzante a la sociedad post Revolución Francesa. Quienes lo leyeron lo saben. Y quienes no, pueden creerle a Milan Kundera, por ejemplo, que dice que Madame Bovary fue la novela que logró que la prosa perdiera “el estigma de la inferioridad estética”. O a Mario Vargas Llosa, que la llama la primera novela moderna y que le dedicó un ensayo entero: La orgía perpetua. O a Proust –"tiene una perfección que no solo la marca, sino que la hace casi única: posee una seguridad inaccesible y excita y desafía todo juicio”–, o a Nabokov –"estilísticamente es prosa haciendo lo que se supone que hace la poesía”–.

Pero, ¿por qué hablamos de Bovary en enero de 2021? No es que exista un tiempo determinado para hablar de clásicos –siempre es bueno hacerlo–, pero en diciembre de este año se cumplen 200 años del nacimiento de Flaubert y parece buena idea planear hincarle el diente a esta novela o sus otras obras en estos días de calor.



De paso, también vale recordar la polémica que suscitó su publicación, los juicios que le hicieron al autor por conspirar contra la moralidad al escribirla –el mismo año que, por otra parte, condenaban a Charles Baudelaire por Las flores del mal– y la inclusión por parte de la Iglesia Católica en su índice de libros prohibidos en 1864.

Aún a pesar de esos comienzos desalentadores, en 2021 la tenemos vigente y, además, como parte de una lectura conjunta impulsada desde Argentina en Twitter bajo el hashtag #Flaubert2021. Pueden saber más en esta nota de Infobae en la que, además, hay varias opiniones sobre cómo se puede leer Madame Bovary bajo la lupa contemporánea. Pero hay que apurarse: la lectura va hasta el 10 de febrero. Yo, por lo pronto, ya le agendé al 2021 La educación sentimental.

Rizoma, la librería que se lleva las fotos en el este

Está metida entre la playa y el monte. Desde afuera parece un complejo modernísimo, una especie de ermita de última generación hiperdiseñada. Una suerte de santuario abierto al público. Y en cierta forma lo es: Rizoma, una librería que acaba de abrir hace algunas semanas en La Juanita, Maldonado, parece plantarse en el lugar como una suerte de último bastión literario del este. Adentro, las estanterías circulares llegan hasta el techo. Los libros cubren todos los espacios. Hay ediciones de todo tipo, colecciones completas de autores nacionales e internacionales, editoriales de acá y de allá, libros objeto, novedades, clásicos, y al fondo un café. Y al costado una galería de arte. Y más por allá un hotel. Y a pocas cuadras, la playa.

La estructura diseñada por el arquitecto Diego Montero es impresionante y resulta lógico que en las redes sociales se hayan multiplicado las fotos. La librería es en extremo fotogénica. Si andan por esos lados, vale la pena visitarla y llevarse algo de su catálogo. La encuentran en la calle Los Lobos, entre República Argentina y José Ignacio, y abre de 8 a 20 horas. A diferencia de lo que pasa con el resto de los precios en el este durante el verano, los libros salen lo mismo en todos lados.

Yo pasé la semana pasada y me llevé dos: Cómo provocar un incendio y por qué, de Jesse Ball, y Morirse de memoria, de Emiliano Monge. Estuve un rato largo perdido entre sus estanterías. El de Jesse Ball me lo devoré. Y lo recomiendo tanto como la visita a Rizoma.

Cerramos con el primer epígrafe del año. Enero le toca al que abre Casas vacías, el debut como novelista de la mexicana Brenda Navarro, que fue elegido por Babelia como uno de los mejores libros del 2020.

"Ocurre que estoy sentada bajo un árbol,
a la orilla del río,
en una mañana soleada.
Es un suceso banal
que no pasará a la historia."

Wisława Szymborska, fragmento de Puede ser sin título

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