Epígrafe: un repaso por algunos viajes literarios y el cumpleaños de un genio

Setiembre se va con Jack Kerouac, William Faulkner, Mariana Enríquez, Cormac McCarthy, cinco favoritos de Stephen King y las bibliotecas más hermosas del mundo

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25 de septiembre de 2020 a las 05:04

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En la estantería

En tren, auto, a pie o en bicicleta: ocho viajes literarios

Quizás es porque acabo de venir de una licencia que me puso varias veces en ruta. O porque se vienen los días lindos y estamos en el año en el que no se pudo viajar. O, simplemente, porque estoy leyendo Viajero solitario de Jack Kerouac y estoy en sintonía. La cosa es que me dieron muchas ganas de repasar en este espacio alguna que otra historia que tenga al viaje como leit motiv.

Es cierto: varios títulos de este subgénero –si es que podemos llamarlo así– han aparecido en estos listados –la espectacular Desierto Sonoro de Valeria Luiselli, por ejemplo, o Sombras Rusas, unas crónicas de Liliana Villanueva que no me canso de recomendar–, pero hay más. Porque viajar está en el ADN de la literatura desde la Odisea en adelante y por suerte son muchos los ejemplos que podemos encontrar hoy en librerías.

Podemos empezar, por ejemplo, con dos clásicos: En el camino del propio Kerouac Mientras agonizo de William Faulkner. El primero es casi una obviedad, pero no está de más traerlo a colación cada vez que se habla de viajes en la ficción, sobre todo porque el fresco que el autor hace de las aventuras de Sal Paradise y Dean Moriarty por las carreteras de la Norteamérica de 1950 es indómito, eterno e inolvidable. Y porque Kerouac es, tal vez, el viajero literario del siglo XX por antonomasia.

Mientras agonizo es otra cosa: es el viaje a pie de una familia del siglo XIX que camina por los desolados parajes del sur con el cadáver de la madre en un ataúd, en busca de un lugar para enterrarla. No se recorren tantos kilómetros como en En el camino, y tampoco hay ruedas sobre el asfalto –aunque sí hay una carreta– pero el viaje interior de cada uno de los miembros del clan Bundren es mucho más profundo. Es de esos libros que se quedan con vos por mucho tiempo.

Los motivos por los que lanzarse a la ruta pueden llegar a ser muy variados. Casi inabarcables. Vacaciones. Aburrimiento. Persecuciones. Investigaciones. Escapes. Y más.

Martín Caparrós, por ejemplo, es un hombre que ha viajado mucho, que ha tenido sus motivos y que ha dejado sus trashumancias plasmadas casi siempre en papel. En ese sentido, vale la pena echarle un vistazo a alguno de los textos de El interior, una larga crónica en la que el periodista se propone abrir la Argentina más recóndita al mundo. A él, lo que lo hace viajar en este libro es una pregunta: ¿es posible contar un país? Lo intenta y resulta, como casi siempre, iluminador.

Por la cabeza de Mariana Enríquez también debe de haber pasado alguna pregunta a la hora de escribir Alguien camina sobre tu tumba, pero no la sabemos. Lo que sí podemos saber es el peculiar amor que la escritora argentina le tiene a los cementerios y los viajes que hizo para conocerlos y retratarlos en esta recopilación de paseos necrológicos, que incluye desde ceremonias vudú en Nueva Orleans hasta exploraciones en las catacumbas de Montparnasse. Un libro extraño, primigenio y fascinante de la autora que está en boca de todos.

Así las cosas, la búsqueda –de tumbas, pueblitos o lo que sea– parece espolear buena parte de los trayectos que estamos repasando. En ese sentido, una búsqueda también es lo que impulsa al chileno Alberto Fuguet en Missing, una especie de bitácora sobre las idas y vueltas que emprendió entre Chile y EEUU en busca de su tío desaparecido. Moteles, rutas, mapas desplegados, versos con pistas, recuerdos inconexos y la familia dividida, eso es Missing. Un libro raro y hermoso.

Y luego llega el viaje de la supervivencia. El camino que trata de dejar atrás el horror y el dolor. El viaje sin paradero. La carretera, de Cormac McCarthy, pone a un padre y un hijo a caminar por los paisajes muertos de un mundo post apocalíptico y demencial. La novela de McCarthy tiene una crudeza que estruja el corazón, pero también habla de la abnegación de un padre que está dispuesto a todo, incluso a morir de forma espantosa, para que su hijo logre caminar unos kilómetros más. Para que complete su propio viaje, y así él pueda completar el suyo.

Un trayecto mucho más lúdico pero menos inocente de lo que parece es el que propone la uruguaya Inés Bortagaray en Prontos, listos, ya, una novela corta que se pasea entre la ternura y la oscuridad. El viaje familiar que plantea a través de los ojos de la niña protagonista podría haber sido sacado de las historias de cualquiera de nosotros. Y así se siente al leer esta historia.

Terminamos sobre dos ruedas. Y a lomos de David Byrne, el ex líder de los Talking Heads. Desde mediados de los ochenta Byrne se desplaza por la vida en bicicleta, y en Diarios de bicicleta cuenta, justamente, con qué se encontró pedaleando en Nueva York, Buenos Aires, Manila, Berlín, Estambul y en todos los otros puntos a donde su arte lo ha llevado. En este libro el transporte es importante, pero no es lo único que hace al viaje. Porque el viaje, en definitiva, lo es todo.

El foco

Feliz cumpleaños al rey del terror

El lunes pasado el gran Stephen King cumplió 73 años. Y aunque él lo festejó pegándole a Donald Trump por Twitter -uno de sus deportes predilectos- en Epígrafe lo vamos a hacer repasando los que, a juicio de quien escribe, son sus mejores libros. O, al menos, los cinco que yo más atesoro.

Debo confesar que, de todas formas, estoy un poco saturado de él. Pero no es su culpa. En mi adolescencia y años posteriores me devoré gran parte de su bibliografía y con sus últimos libros nunca alcancé a engancharme. Aunque mantiene su pulso narrativo en condiciones, no encontré en mis últimos acercamientos aquello que las páginas de El resplandor, La zona muerta o Cementerio de animales me dieron. En fin, quizás ustedes tienen algún título reciente de los suyos que les haya gustado y quieran recomendarlo.

La lista de cinco se me hizo difícil. Dejé afuera historias que me encantan y que me hicieron pasar horas magníficas –El resplandor, Joyland, Apocalipsis, Duma Key, Un saco de huesos, Misery– pero había que elegir. Eso traté.

  • 5. Todo oscuro sin estrellas. En ocasiones King toca sus mejores notas en la narrativa corta. Y esta colección de cuatro nouvelles lo prueba. Editada en 2010, Todo oscuro sin estrellas puede que sea la cara más truculenta, despiadada y repulsiva del autor. Las historias forman un cóctel de miserias y perversiones tremebundo. Un destello de su genialidad más oscura. Mis favoritos: 1922 Un buen matrimonio.
     
  • 4. La Zona Muerta. Fue mi entrada a su universo y su final me sigue pareciendo de los mejores. La historia, desprovista de su horror característico, es conmovedora, humana y alcanza cotas de tensión e intriga casi perfectas. Lo recuerdo con mucho, mucho cariño. La película que hizo David Cronenberg también me gusta mucho.
     
  • 3. El misterio de Salem’s Lot. El mito de Drácula llevado a Maine. Un King muy temprano –es apenas su segundo título– que utiliza todos los códigos de las historia de vampiros para crear una pesadilla con evocaciones a su amado Lovecraft, a Nosferatu y a varias historias de chupasangres célebres. Además de ser aterrador es divertidísimo.
     
  • 2. Cementerio de animales. El terror puro. Nada de lo que leí de King me asustó más. Un agujero oscuro que cada vez se hace más hondo y no tiene la más mínima chance de ser alcanzado por la luz. King lo escribió pensando en qué pasaría con su vida si sus hijos murieran de manera horrible. Se animó a pisar en las zonas más oscuras de sus miedos y extrajo una verdadera obra maestra.
     
  • 1. It. Que me perdone el equipo Apocalipsis, pero esta es la verdadera Opus Magna de King. Una oda a la amistad disfrazada con los ropajes del terror cósmico. Una indagación en lo que construye y perpetúa al miedo en las personas. Una revisión de los traumas del pasado, de cómo los manejamos con los años. La novela más grande, ambiciosa, entretenida, cercana, polémica y memorable de uno de los mejores narradores de nuestra época.

Entre libros: Juan Andrés Ferreira

Camilo dos Santos

Hace ya dos años que Juan Andrés Ferreira sacudió el escenario editorial uruguayo con Mil de fiebre, una novela maravillosa e inclasificable que enseguida fue titulada como una de las grandes obras autóctonas recientes. 

El 2018 está cada vez más distante, es cierto, pero quienes leyeron la novela la tienen muy presente. Yo, al menos , la recomiendo cada vez que puedo. De todas formas, la aparición de Mil de fiebre en este espacio llega por otros motivos: recientemente fue incluida en el Mapa de lenguas de Penguin Random House, una iniciativa que busca ampliar las fronteras de los títulos regionales y llevarlos a nuevos mercados. Si quieren, funciona como una selección de lo mejor que publica ese grupo editorial en cada país.

Para festejar este nuevo alcance para la colosal historia que escribió, Ferreira se suma al Qué leen los que leen de setiembre y nos regala sus lecturas. 

  • ¿Cuál fue el último libro que te dejó una huella?
    Rock and roll Islam, de Emilio Fernández Cicco
     
  • ¿Qué estás leyendo ahora?
    Abrir la mano del pensamiento, de Kōshō Uchiyama
     
  • ¿Qué libros esperan en tu mesa de luz?
    Las mujeres de Nueva Troya, de Gabriel Sosa; Glotón, de José Ignacio Apoj; Toda la soledad del centro de la Tierra, de José Luis Boone; Leonardo da Vinci, de Walter Isaacson; El camino de la entrega total - Una traducción de Bendōwa, de Eihei Dōgen; La perra, de Pilar Quintana.

Final

Hoy no tenemos librería del mes porque me gustaría invertir la propuesta: ¿Qué librería debería aparecer en la edición de octubre? ¿Cuál recomiendan que visite y por qué? Ya saben dónde contarme sus propuestas.

De todas formas, quería dejarles este hilo de Twitter que encontré hace algunas semanas y que repasa algunas de las librerías más hermosas del mundo. Un uruguayo atento sumó a Más Puro Verso, que faltaba. Y yo me quedé con ganas de, alguna vez, conocer las de Rio de Janeiro, la del Parlamento en Otawa, la de Malmö y la de Osaka (que es la de la foto de arriba).

Y esto nunca va a terminar sin el epígrafe. Este mes opté por uno que aparece en un título recién salido del horno: Salvar el fuego, del mexicano Guillermo Arriaga, que acaba de ganar el premio Alfaguara por esta novela. La acabo de empezar, pero esa frase ya me capturó. Ya les contaré qué tal la historia.

"Si el fuego quemara mi casa, ¿qué salvaría? Salvaría el fuego"

Jean Cocteau

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