Epígrafe: una pequeña zambullida en la ciencia ficción

La edición de junio de la newsletter literaria de El Observador está dedicada a mundos ajenos, futuros posibles y varios clásicos del género

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28 de junio de 2021 a las 12:43

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Tengo memoria de un libro de Julio VerneViaje al centro de la Tierra. Era de una colección de tapas negras, hojas amarillas, feas y con letra minúscula. De la historia no me acuerdo tanto, pero sí de la sensación que me generaba meterme en ella: una necesidad compulsiva por seguir ese viaje, por ahondar en las profundidades del planeta junto a aquella expedición imposible liderada por el profesor Lidenbrock. Probablemente haya sido mi primer contacto con la ciencia ficción, y en algún sentido me alegro que haya sido de la mano del autor francés.

Así, de Verne pasé a los clásicos de Orwell Bradbury en el liceo. A los escenarios de Arthur C. Clarke y Huxley, a los relatos de Asimov, después. Hace algún tiempo me metí con Stanislaw Lem. Y mi última gran zambullida fue en Dune, de Frank Herbert. Por suerte me queda mucho por explorar, y sé que la fascinación por nuevos mundos, planteos o futuros posibles está siempre a la vuelta de la esquina.

Hace poco me topé con un libro que me marcó muchísimo: Exhalación, de Ted Chiang. De él hablo más abajo, así que no tiene sentido que me explaye demasiado, pero como única acotación podría decir que es el gran culpable de que hoy estén leyendo este Epígrafe dedicado a la ciencia ficción. También, en parte, lo son otros títulos que me formaron, y también las películas, que son muchas, muy buenas, y siempre están ahí, presentes.

En ese sentido, creo que hay pocos géneros que pongan a maquinar el cerebro como lo hace la ciencia ficción. Desde el inicio ha sido un vehículo para poner en tela de juicio las concepciones morales, religiosas, ambientales, antropológicas y filosóficas de cada tiempo, y en un momento en que la tecnología avanza con aceleración exponencial y los eventos antes utópicos, como la conquista de Marte, están cada vez más cerca, se hacen necesarios sus debates. 

Es con ese espíritu de cuestionamiento continuo, de interpelación por el mundo en el que vivimos y en los que podríamos estar viviendo dentro de algunos años, que van las siguientes recomendaciones.

Tres universos para explorar

Exhalación, de Ted Chiang

Ted Chiang

En 2016 se estrenó La Llegada, una película dirigida por el cineasta canadiense Denis Villeneuve que utilizaba el pretexto de una invasión de naves alienígenas para ahondar en la concepción humana del tiempo, su circularidad y el vínculo con la semiótica. Recuerdo haber salido de la sala apabullado. El relato de La llegada era profundamente emocional, pero al mismo tiempo se las arreglaba para coquetear con conceptos complejos y espectaculares sobre el tiempo y el espacio. Aquella fue mi película favorita del año y la vi un par de veces más a las pocas semanas, incapaz de despegarme de la experiencia que ofrecía. Me sigue pareciendo sublime, la mejor película de su director y uno de los mejores relatos de ciencia ficción que pasaron por la pantalla en los últimos tiempos.

Recuerdo también haber hablado bastante con amigos de esa película aquel año, y en aquellas conversaciones se coló el nombre de Ted Chiang. Él era el autor del relato que la película adaptaba, que tenía por nombre original La historia de tu vida y que no se conseguía por estos lares. Quizás por eso Chiang se me quedó encajonado en algún lugar de la memoria y no volví a él hasta que este año me topé en una librería con Exhalación, su segundo libro de relatos. Y si La llegada fue en 2016 mi película favorita, en 2021 este título pelea por el primer lugar de mis lecturas.

Los nueves relatos que Chiang propone en Exhalación, aunque de calidad despareja, se pueden vincular a la densidad filosófica y conceptual del relato que dio pie a la película de Villeneuve, pero incluso se meten más a fondo en otras cuestiones inherentes al futuro que se nos viene encima, como la ética a la hora de avanzar en la Inteligencia Artificial, el libre albedrío comercializado, la inevitabilidad del universo, los dilemas ambientales y, claro, la circularidad del tiempo. Chiang tarda muchísimo en escribir sus cuentos, y tiene sentido: hay un grado de calibración casi perfecta en sus propuestas, en historias que cuestionan preceptos morales que parecen aplanarse por el ritmo frenético de los avances y planteos que, en poco tiempo, deberemos empezar a hacernos con más frecuencia. Los cuentos El comerciante y la puerta del alquimista, Exhalación, Lo que se espera de nosotros La ansiedad es el vértigo de la libertad son espectaculares, cambian las reglas de juego y dejan una sensación extraña en el paladar, una intranquilidad que se mantienen una vez cerrado el libro y que se mezcla con la ineludible fascinación que despierta meterse en los universos de este fantástico autor.

Klara y el Sol, de Kazuo Ishiguro

Kazuo Ishiguro

¿Cuánto falta para que la Inteligencia Artificial desarrolle conciencia? ¿Para que determinadas máquinas avanzadas comiencen a encontrar su “humanidad”? Porque, al fin y al cabo, ¿qué es lo que nos hace humanos? ¿La carne? ¿Los sentimientos y las emociones? ¿La finitud?

Desde Terminator de James Cameron, hasta Yo, robot de Isaac Asimov, esas preguntas han estado flotando y moldeando buena parte de la ciencia ficción. ¿Qué una maquina no puede empezar a sentir, a encadenar circuitos hasta generar una suerte de “emoción” programada? Se han visto cosas más increíbles. Y en esa esa línea, en la de la pregunta por la humanidad, se ubica Klara y el Solel último libro del autor británico Kazuo Ishiguro, el primero desde que la Academia Sueca le concediera el Premio Nobel de Literatura en 2017.

El autor de Nunca me abandones —otra novela que ahonda en la ciencia ficción a través de una historia de clones— plantea un mundo que en pocos años podría ser el nuestro: los sistemas políticos tambalean, los padres que tienen los recursos modifican genéticamente a sus hijos para mejorarlos y la última moda es tener un AA, Amigos Artificiales que funcionan por el poder del Sol. Leído en contexto pandémico, además, hay destellos bastante perturbadores sobre el presente: los niños reciben sus clases de manera remota e individual en sus celulares hasta que llega el momento de socializar e ir a la universidad, para lo que luego se preparan mediante incómodas reuniones con otros congéneres igual de aparatosos que ellos.

Pero Klara, la protagonista de la novela, no es una niña: es una AA, y bastante especial, porque posee una capacidad de observación y asimilación asombrosa y tiene, de vez en cuando, destellos de algo que podríamos identificar como sentimientos. Klara pasa de las vitrinas a ser la AA de una adolescente mejorada y algo enferma que se encuentra en las gateras para ir a la universidad, y en ese contexto, las indagaciones de Ishiguro sobre la caducidad natural de la especie, lo que hacemos para mantenernos a flote y el legado que dejamos como seres humanos emergen. 

Como sucede en el resto de la obra del escritor nacido en Nagasaki, la inocencia de sus personajes se alterna y se desarma con la desazón de un mundo extraño, perturbado, al tiempo que las interpelaciones morales florecen entre párrafos y le dan cuerpo a un relato que en ocasiones oculta su pesimismo bajo la luminosidad de la propia Klara. Hay momentos brillantes, otros más apagados, pero todos colaboran para hacer de Klara y el Sol una novela profundamente disfrutable que, sin embargo, resuena y deja colgadas en el aire algunas preguntas que, quizás, es mejor dejar sin responder. Al menos por ahora.

Ayermañana, de Ray Bradbury

Ray Bradbury

Hay nombres totémicos. Y en la ciencia ficción son varios, desde Phillip K. Dick hasta Ursula K. Le Guin. Pero si hay un escritor que logró penetrar con sus relatos de conquistas rojas o libros incendiados en el corazón de los lectores universales —al punto de, por ejemplo, ingresar a la lista de autores frecuentes en el segundo ciclo de Secundaria en Uruguay—, es Ray BradburyCon Crónicas Marcianas, El hombre ilustrado y Fahrenheit 451, Bradbury se convirtió en un sinónimo automático del género y generó una ristra de seguidores que se influenciaron por sus maneras de narrar y sus abordajes a veces irónicos y siempre críticos al universo de “lo que vendrá”. 

La obra de Bradbury se encuentra ampliamente publicada y difundida, y las ediciones de sus historias se pueden encontrar en casi cualquier librería, y es por eso mismo que la publicación de Ayermañana, un libro de ensayos breves reunidos del escritor, se destaca. En estos textos cortos, editados bajo el subtítulo de Respuestas evidentes a futuros imposibles, Bradbury explora tópicos tan disímiles como fascinantes, y aunque en su mayoría se abocan a la ciencia ficción, hay alguna que otra columna dedicada a la figuras ajenas, como por ejemplo Federico Fellini.

Pero al final siempre está el género, ese qué el ayudó a consolidar, de fondo, como una espina que, según Bradbury, nos hace pensar y reflexionar de manera constante y necesaria.

Así lo dice él:

“Todavía hay esnobs en el mundo y tengo que proporcionarte armas para luchar contra ellos. Todavía hay personas que vendrán a tí y dirán: ¿Ciencia ficción? Ja, ja, ja. ¿Por qué lees eso? La respuesta más directa, más certera, es: la ciencia ficción es la más importante ficción jamás ideada por los escritores. Descubrió todo el cúmulo de problemas y dificultades que iban a caer sobre nosotros a lo largo de los tiempos y gritó: ‘¡A las colinas, se ha roto el dique!’. (...) Por encima de todo, la ciencia ficción ha sido siempre una excelente moralizadora, pues dice: si talas árboles, planta otros. Si inventas una píldora, ¿qué harás con tus ideas y estructuras religiosas? Si tus medicamentos hacen que las personas lleguen a la vejez, ¿qué vas a hacer con la gente vieja? Si pones a la gente a dormir durante quinientos años y luego la despiertas, ¿qué pasa entonces? ¿Se va a volver loca?”.

La ciencia ficción según Ramiro Sanchiz

Ramiro Sanchiz es el nombre de referencia para hablar de la ciencia ficción en Uruguay. Además de que algunos de los títulos más representativos del género han sido objeto de su ojo crítico y ensayístico —a la par, quizás, de sus análisis sobre su otro objeto de admiración: David Bowie—, es el autor de algunos de los títulos principales del género en la literatura uruguaya contemporánea. Sanchiz publicó, entre otros libros, El orden del mundo, Las imitaciones y La expansión del universo, además de textos que abordan a la mencionada figura de Bowie y ensayos como Guitarra Negra: Alfredo Zitarrosa para la colección Discos de la editorial Estuario.

Pero lo dijimos: Sanchiz es referencia para hablar de la ciencia ficción en Uruguay y por eso, en su pasaje por Epígrafe, revela cuáles son aquellos títulos que marcaron un camino en que, asegura, todavía hay mucho por explorar.

Ramiro Sanchiz

De los libros que leí en mis primeros años de enamorado de la ciencia ficción, y que todavía siguen pareciéndome de lo mejor del género, elegiría:

Ubik, de Philip K. Dick
La mano izquierda de la oscuridad, de Ursula K. Le Guin
Dune, de Frank Herbert.

Si pudiera sumar un bonus track, eligiría algo de Isaac Asimov (El fin de la eternidad o Los propios dioses, o una buena selección de sus cuentos), dado que si bien no puedo decir que siga fascinándome (ni influyéndome) al mismo nivel, fue por otro lado lo que me hizo empezar a amar la ciencia ficción cuando tenía 13 años.

Y si se tratara de elegir tres libros que ahora considero verdaderas maravillas del género, sin repetir ninguno de los tres primeros, iría por:

Dhalgren, de Samuel Delany
Neuromante, de William Gibson
Hyperion, de Dan Symmons

A lo que le sumaría como bonus track algunos de los cuentos de Ted Chiang.

Si se tratara de pensar en ciencia ficción escrita por mujeres, además del libro de Le Guin que ya mencioné, elijo:

El hombre hembra, de Joanna Russ
La pasión de la nueva Eva, de Angela Carter
La quinta estación, de N.K. Jemisin

 
Y si pasamos a ciencia ficción latinoamericana:

El gusano, de Luis Carlos Barragán
Trafalgar, de Angélica Gorodischer
Ygdrassil, de Jorge Baradit

Tres historias de ciencia ficción para ver en streaming

Lo mencionó Sanchiz en su selección: Dune, de Frank Herbert, es uno de los grandes títulos de la ciencia ficción y este año vamos a poder ver su adaptación al cine —la segunda, después de la que casi hizo naufragar a David Lynch en 1986— de la mano del mencionado Denis Villeneuve. Pero la ciencia ficción, así como es transversal a la literatura, lo es también al cine, y estas tres opciones son buenos ejemplos que, además, están disponibles en Netflix.

Ex Maquina

Ex Máquina

Un programador viaja hasta la remota —pero ultra sofisticada— casa/cuartel de un inventor para testear su última creación: un prototipo de androide con rasgos humanos que funciona a partir de Inteligencia Artificial. Lo que empieza como un ejercicio de prueba de comportamiento, reacciones y capacidades, pronto se convierte en un espiral perturbador que le da un giro siniestro a algunas de las temáticas que plantea, por ejemplo, Ishiguro en Klara y el SolEx Maquina está dirigida por Alex Garland, un tipo que ya se ha hecho un nombre en el género y que tiene otras dos producciones recomendables —la película Aniquilación y la serie Devs—, y que acá debutó por todo lo alto.

Minority Report

Minority report

La precognición —la capacidad de conocer de antemano lo que va a suceder— es otro de los tópicos preferidos del género, y Minority report, la adaptación de Steven Spielberg de un relato de Philip K. Dick, lo plantea a partir de una premisa efectiva y explosiva que se convirtió en un clásico de la tv por cable: a mediados de este siglo se crea una unidad de Policía que logra adelantarse a los crímenes y previene que sucedan gracias a tres precognitivos que trabajan para el cuerpo. Sin embargo, el capitán y líder de esa brigada, interpretado por Tom Cruise, cae en su propio juego: lo acusan de cometer un asesinato en el futuro y, a pesar de que podría ser una trampa, debe escapar. Un gran entretenimiento de domingo de la mano de la tríada Spielberg/Cruise/Dick. 

La familia Mitchell vs las máquinas

La familia Mitchell vs Las máquinas

Fue una sorpresa del 2021. Esta película animada, que llegó haciendo poco ruido al catálogo de la N roja, se convirtió en uno de sus éxitos recientes y, hasta ahora, es una de las propuestas más divertidas del alicaído año cinematográfico que estamos atravesando. La premisa es muy sencilla: una familia típica y disfuncional no solo debe sobrevivir a una apocalipsis robótico, sino que además debe solucionarlo. En el medio, un montón de guiños a la cultura popular, a algunos fenómenos de internet masivos y muchísimas risas. Es ideal para ver en familia y terminar discutiendo sobre IA. O, simplemente, agarrándose la panza entre carcajadas.

Bonus track: Viaje a la Luna, de Georges Méliès 

Viaje a la Luna

Hablar de ciencia ficción es hablar de los orígenes mismos del cine. En 1902, el ilusionista y cineasta francés Georges Méliès montó una de las películas más emblemáticas de la historia: Viaje a la Luna, un maravilloso mediometraje que se inspiró en la novela De la Tierra a la Luna de Julio Verne y que se convirtió en un mojón para la creación y uso de efectos especiales en el cine. La imagen de la Luna con el cohete clavado en el ojo es emblemática, peo en Viaje a la Luna hay más y está ahí, a la mano para descubrir en Youtube.

Las lecturas de Silvana Tanzi

La invitada del Qué leen los que leen de este mes es la periodista y crítica Silvana Tanzi, que desde hace varios años firma las páginas culturales de Búsqueda y que, ya sea por trabajo o por placer, siempre parece estar rodeada de libros. Sus recomendaciones, en ese sentido, siempre son valiosas y en las siguientes respuestas esa cualidad queda, una vez más, en evidencia.

¿Cuál fue el último libro que te dejó una huella?
Cuando comenzó el año leí Un corazón demasiado grande, un libro de relatos de la escritora vasca Eider Rodríguez, a quien no conocía. Me deslumbró por su realismo descarnado y a la vez poético, cargado de imágenes. El escenario de las historias es Hendaya, un pueblito costero y limítrofe entre España y Francia que tiene todo el atractivo y la rareza de la frontera. Y los cuentos son así: atractivos, raros, de esos en los que no pasa nada, pero sí pasa mucho.
 
¿Qué estás leyendo ahora?
Empecé a leer El infinito en un junco, de la española Irene Vallejo. Es sobre la invención de los libros en el mundo antiguo. Me está gustando muchísimo por el tema y por la forma exquisita del relato.
 
¿Qué libros esperan en tu mesa de luz?
Por ahora están esperando el último de Kazuo Ishiguro, Klara y el Sol. También Cuando los que escuchan hablan, de María Ester Gilio (entrevistas a psicoanalistas) y otro de literatura infantil de Virginia Mórtola, Estrafalarius. Pero esa pila en espera suele variar rápidamente, como si tuviera vida propia. 


Nos vamos con el siguiente epígrafe, presente en El boxeador polaco, del autor guatemalteco Eduardo Halfon: 

"He pasado la máquina de escribir al otro cuarto, donde puedo verme en el espejo mientras escribo."
Henry Miller

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