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Ética y transparencia en juego

La Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep) ha tomado saludable protagonismo
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24 de febrero de 2018 a las 11:11
Aunque sigue careciendo de facultades punitivas, contrasentido que padece junto con otros organismos de contralor, la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep) ha tomado saludable protagonismo creciente ante la contratación irregular de familiares por jerarcas y otras personas en el sector público, tanto en el ámbito nacional como en intendencias. Después de años de limitarse a recibir y ocasionalmente dar a conocer las declaraciones juradas de altos funcionarios, la Jutep, más conocida como junta anticorrupción, compartió un papel decisivo en el caso de Raúl Sendic, culminado con su renuncia a la vicepresidencia. Ahora ha instado a la destitución de personas con lazos de familia o sentimentales con sus superiores que han sido incorporadas a la función pública, en una práctica enquistada desde hace muchos años.

El presidente del organismo, Ricardo Gil Iribarne, admitió que no todos los casos de nepotismo que se han conocido violan la norma legal que restringe la contratación de parientes o parejas. Pero señaló razonablemente que rodearse de personas en esa condición, pagadas con recursos fiscales, conlleva siempre un traspié ético que crea suspicacias y sospechas de corrupción. Y la consecuente reacción ciudadana conduce inevitablemente a un desprestigio que excede a las personas e instituciones acusadas de nepotismo y castiga por extensión a todo el sistema político.

Pese a esta realidad, ha sido despareja la reacción de los incursos en este tipo de acciones. Va desde algún pronto despido luego del llamado de la Jutep y anuncios en otros casos de que está bajo evaluación el curso a seguir, hasta el exabrupto del intendente de Maldonado, Ricardo Antía, de desconocer formalmente a la Jutep al afirmar que "a mí la ética no me la va a marcar" el titular de ese organismo. Esta posición ignora que marcar las desviaciones éticas en el sector público es precisamente la función oficial de la Jutep. Los jerarcas argumentan en general que han incorporado a parientes u otros allegados por tratarse de personas idóneas para el cargo o en quienes depositan su confianza.

Es posible que la idoneidad exista en muchos casos. Pero persistirá siempre la presunción de un favoritismo indebido. La forma de evitarlo es llenar esos cargos por concurso, ya que si una persona que no esté incluida en las prohibiciones legales por parentesco es la indicada por su alto nivel de competencia, obtendrá el puesto concursando con postulantes que estén menos calificados. Y en cuanto al personal de confianza, todo intendente o jerarca de otros organismos dispone siempre de una lista de personas en las que puede confiar, sin necesidad de recurrir a familiares u otras formas de vínculo que alienten presunción de favoritismos indebidos.

Las claras transgresiones a normas ineludibles, legales algunas y éticas otras, que han salido a luz generaron un escándalo público que justifica sobradamente las firmes advertencias y recomendaciones de la Jutep. Es necesario que se generalice la corrección de las claudicaciones reveladas, curso limitado hasta ahora a unos pocos casos. De lo contrario se profundizará el descrédito ciudadano hacia una estructura institucional sólida pero cuya credibilidad se tambalea en esta instancia en materia de transparencia y rectitud.

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