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Europa sigue importando cantidades récord de gas natural licuado procedente de Rusia

La dinámica se verifica en un contexto en el que las compras totales de la Unión Europea de GNL se dispararon hasta alcanzar 19.250 millones de metros cúbicos en 2022, frente a los 14 millones en 2021
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05 de abril de 2023 a las 05:03

A pesar de las sanciones económicas de la Unión Europea (UE) contra Moscú por la guerra en Ucrania, los países europeos siguen importando cantidades récord de gas natural licuado (GNL) desde Rusia, un listado que encabezan España, Bélgica y Francia.

Antes del conflicto, Moscú proveía mediante una extensa red de gasoductos cerca del 40% de todo el gas natural consumido por la UE. En la actualidad, esa vía de suministro representa un 10%, lo que explica el incremento que han tenido las compras del GNL.

España es el país que mejor ilustra la situación. El país ha elevado en un 84% las adquisiciones de GNL desde el inicio de la guerra y solo en el primer bimestre de este año sus compras registraron una suba interanual del 172%, según la Empresa Nacional del Gas, la firma que gestiona el sistema gasífero español.

El considerable aumento de la provisión de GNL ruso a Europa genera polémica al interior de la comunidad. Tanto es así que el Ministerio de Transición Ecológica español, dirigido por Teresa Ribera, envió una carta a las empresas importadoras pidiendo limitar las compras desde Rusia, tal como lo había hecho Kadri Simson, la comisaria de Energía de la UE.

Según el monitoreo que realiza el centro de estudios Brueguel con sede en Bélgica, las importaciones de la UE de GNL se dispararon hasta alcanzar los 19.250 millones de metros cúbicos en 2022, frente a los 14 millones adquiridos en 2021, un aumento del 35%.

Uno de los factores que impulsaron las adquisiciones vía buques cisternas fue que el año pasado, como consecuencia de las sanciones, el precio del gas natural alcanzó el nivel récord de unos € 300 por megavatio hora (MWh), precio que luego descendió hasta estabilizarse en torno a los € 40 el MWh.

El elevado precio de las tarifas y el corte de algunas fuentes de suministro provocaron una desesperada carrera de los países europeos para llenar sus depósitos de reserva, que llegaron a completarse en un 60% al finalizar el último verano boreal, un máximo histórico que representó una suba interanual del 38%.

La dinámica se debe a que en la UE no existe una instancia formal que pueda detener el tráfico de hidrocarburos de un país específico hacia el continente. Esto es así porque los importadores son firmas privadas y las transacciones son totalmente legales. A diferencia del petróleo crudo y sus derivados, no existen vetos ni sanciones contra el GNL procedente de Rusia.

Hacia el interior de la comunidad hay contradicciones. Mientras algunos miembros buscan vías alternativas para frenar la llegada del GNL ruso, otros, como Hungría, se oponen a cualquier tipo de embargo.

En ese contexto, los ministros de Energía de los 27 países de la UE acordaron a fines de marzo en el Consejo de la Unión Europea buscar opciones legales que faculten a sus Estados a vetar temporalmente la capacidad de los exportadores rusos y bielorrusos para entregar GNL, siempre y cuando no se afecte la seguridad de los países miembros.

Europa sigue importando cantidades récord de gas natural licuado procedente de Rusia

La proposición forma parte de la complicada negociación que se desarrolla en el Consejo sobre las nuevas reglas regionales para el mercado de gas. Sin embargo, esta medida, entre muchas otras que conforman el plan, debe negociarse en el Parlamento Europeo en un largo proceso que puede llevar meses, según los analistas locales.

Por lo pronto, según los especialistas, todo indica que el auge de las compras de GNL ruso seguirá. En el caso de España, aunque el único acuerdo vigente para el suministro se alcanzó en 2013 entre la energética Naturgy y el consorcio ruso Yamal LNG, el acuerdo seguirá vigente hasta su fecha de caducidad, pautada para 2042.

Sin embargo, existe otra modalidad de negocio muy dinámica: las compañías de compraventa, muchas de ellas con base en España, entre las que se destaca Naturgy. Estas firmas han elevado sus adquisiciones pagando al contado para beneficiarse de los atractivos precios actuales y almacenar GNL de cara al futuro.

La modalidad ha incentivado a nivel continental nuevos proyectos de importación del GNL. Según varios pronósticos, las iniciativas podrían generar una capacidad de regasificación que supere la demanda, alcanzando en 2030 los 400 millones de metros cúbicos. Un aumento de 130 millones en comparación con 2022, según la operadora de futuros S&P Global Commodity Insights.

Europa, que anteriormente se mostraba reacia a celebrar acuerdos de GNL a largo plazo para limitar las emisiones de efectos invernadero, está desplegando unidades flotantes de regasificación y almacenamiento para recibir el GNL. Un verdadero “boom” que lidera Alemania, seguida de Italia, Países Bajos, Eslovaquia y Francia, según Eurostat.

El combustible debe ser transportado en buques cisterna que pueden llevar hasta 175.000 metros cúbicos de GNL. Para sustituir las importaciones anuales de gas natural que llegaba por gasoductos desde Rusia, Europa necesitaría 1.800 barcos, unos cinco por día. Para eso, requeriría la construcción de al menos 160 buques nuevos, con un costo de € 220 millones cada uno.

Por lo pronto, el Gobierno alemán promueve activamente la construcción de terminales receptoras mediante buques e infraestructuras en tierra que pueden ponerse en funcionamiento más rápidamente que las terminales fijas. Según Berlín, en 2026 deberían estar en funcionamiento un total de 11 terminales de GNL.

No obstante, el costo de las terminales flotantes de GNL pendientes de construcción en Alemania se triplicó hasta alcanzar los € 10.000 millones en diciembre de 2022. Además, el proyecto de GNL de Berlín es resistido por los ecologistas y centros de estudios, que se oponen a las inversiones en combustibles fósiles.

En la actualidad, buena parte del GNL ruso que compran los países de la UE procede del consorcio Yamal LNG, que es propiedad mayoritaria de la compañía rusa Novatek y en el que la estatal rusa Gazprom tiene un 10%. Un consorcio del que también participan la francesa Total Energies y la Corporación Nacional  China de Petróleo (CNPC). Un entramado de intereses que, según los observadores europeos, demuestra la persistente dependencia que tiene la UE del  GNL euroasiático.

Estados Unidos, en carrera

Según un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), las importaciones europeas de GNL aumentaron un 63% en 2022, dinámica que impulsó los precios, llevando al mercado mundial del GNL a duplicar su valor en 2022, hasta alcanzar los US$ 450.000 millones, pese a que el volumen solo se incrementó un 6%. Para 2023, la AIE prevé que el mercado mundial crezca un 4,3%.

"Europa fue el primer motor del aumento de la demanda de GNL, al eludir los gasoductos rusos. Las entregas de GNL en Europa aumentaron un 63% el año pasado", según la AIE. Los volúmenes de GNL importados por la UE se incrementaron en 66.000 millones de metros cúbicos. Dos tercios de ese flujo suplementario procedieron de Estados Unidos.

En la práctica, a la voracidad de Europa se sumó al auge de las inversiones en GNL en Estados Unidos. La producción de gas del país llegó a casi 1 billón de metros cúbicos, un máximo histórico y casi un 50% más que hace una década. Un sector que crece desde el verano boreal de 2021, cuando Rusia empezó a recortar los envíos a Europa, según el Instituto Banker de la Universidad Rice de Houston.

El “boom” del gas surgió tras la revolución del esquisto en la primera década del siglo, que llevó a Estados Unidos a convertirse en exportador neto de ese combustible en 2017. Sin embargo, la progresión no fue permanente: la caída de los precios del gas natural frenó la inversión y en junio de 2020 llevó a la quiebra a Chesapeake Energy, uno de los mayores actores del sector.

Sin embargo, las empresas de energía se han tornado más confiadas con relación a las perspectivas de la demanda en el largo plazo a la luz de la cambiante dinámica geopolítica. Según EBW Analytiscs Group, “hace cinco años, la demanda a largo plazo no estaba ni mucho menos tan clara como ahora".

Incluso antes que estallara la guerra entre Rusia y Ucrania, había fuertes inversiones en instalaciones para transformar el gas natural en GNL. En los últimos años, Washington aprobó unas 14 nuevas terminales de licuefacción y la primera comenzará a funcionar en 2024. La intención es duplicar las exportaciones en los próximos cinco años.

En ese contexto, Estados Unidos apuesta a convertirse en el principal proveedor de la UE. Según los especialistas, los precios de referencia de los contratos a futuro de gas European TTF son seis veces mayores que su equivalente estadounidense, el Henry Hub.

La diferencia implica que las exportaciones de GNL tienen un precio más cercano al estadounidense, lo que prepara el terreno para que los intermediarios puedan trasladar cargamentos a Europa y venderlos a precios europeos.

Los analistas señalan que las mayores exportaciones de GNL estadounidense darían más homogeneidad a los precios internacionales. No obstante, precisan que eso no ocurrirá en el corto plazo. Los planes de Washington para desplazar los envíos de GNL rusos deberán superar un desafío: la falta de capacidad de los oleoductos; especialmente en el noreste de Estados Unidos.

El problema podría exacerbar la volatilidad de los precios en los períodos de mayor demanda. El tema no es menor. Nueva Inglaterra precisa el GNL para calefacción. La región, que normalmente tiene los inviernos más crudos del país, compite con la UE, elevando así los precios, lo que beneficia a los proveedores rusos y a las compañías europeas dedicadas a la compraventa de GNL.

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