El domingo pasado, el tenista español Rafael Nadal consumó una hazaña deportiva en el Open de Australia al derrotar por 3 sets a 2 al ruso Daniil Medvedev. Ese triunfo le convirtió en ser el primer tenista masculino con 21 trofeos Grand Slam sobre las espaldas, superando por uno a sus eternos rivales Roger Federer y Novak Djokovic. Pero la hazaña no está solamente en haber conseguido un nuevo título de Grand Slam sino en la forma en que lo consiguió. No solo por la épica remontada de levantar dos sets en contra y un 2 a 3 en el tercer set y estando 0-40 con su saque. Nadal volvió del borde del precipicio y logró un titulo que no esperaba. Aunque siempre sostiene que cada vez que juega un torneo es para ganarlo, en este caso las cosas no venían bien. Un mes y medio antes Nadal tenía dudas sobre si ir a Australia a competir por una rebelde lesión en un pie que lo tuvo apartado de las canchas varios meses. No solo eso: en el mes de diciembre, y debido a la escasa recuperación de su lesión, Nadal se planteó seriamente dejar el tenis.
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