Mientras los debates políticos e ideológicos siguen obviando –potenciado en redes sociales- los matices o las grandes diferencias que pueden existir dentro del propio espectro de las inclinaciones de derechas o de izquierdas, Jair Bolsonaro -un legislador de tintes conservadores con oratoria discursiva antisistema de derecha- convive en la principal economía del continente con un economista de sesgo puramente liberal.
Bolsonaro ha admitido incluso no ser un entendido en economía y su referencia más cercana es Paulo Roberto Nunes Guedes (Rio de Janeiro, 1949), un promotor a ultranza de la apertura económica, la reducción de impuestos y la simplificación de la estructura fiscal.
Guedes es lo que se denomina popularmente un Chicago boy y es el candidato más probable a futuro ministro de Hacienda en caso de que el exmilitar llegué finalmente a fines de octubre a ocupar la Presidencia de Brasil.
Moldeado en la Universidad de Chicago, cuna del monetarismo, su visión del Estado no necesariamente redunda en una frase hecha y simplificada y contradice la posición estatizante e intervencionista del candidato a presidente: “Cuánto más chico, mejor”.
“Nuestro gran desafío ahora es transformar el Estado dirigista moldeado por el régimen militar, en un Estado social que tanto la socialdemocracia como la liberal democracia continuaron. En Brasil la expansión ininterrumpida del gasto público en los últimos 30 años han corrompido nuestra democracia y estancado nuestra economía. El país está preso. Es una trampa de bajo crecimiento y corrupción sistémica. Y ya sabemos que eso fue culpa del dirigismo económico”, señaló el PHD Guedes por la Universidad de Chicago en una entrevista que le realizó El País de Madrid (Brasil) en agosto de este año.
Guedes defiende privatizar todas las empresas estatales, y cree que la discusión entre Estado mínimo o intervencionista es una “tontería”, porque siempre debe estar presente de todos modos. Sin embargo, ataca a lo que denomina “Estado disfuncional”, una herramienta a la que considera concentradora de privilegios corporativistas y previsionales, “herencia de un modelo dirigista y centralizador de la dictadura que la socialdemocracia no logró reformar”.
A diferencias de las nostálgicas menciones de Bolsonaro sobre la última dictadura militar que vivió el país norteño, el desafío de Guedes es “transformar completamente ese Estado dirigista moldeado que dejaron aquellos años”.
Tan clara es la posición de Guedes promercado, que a partir de sus convicciónes se puede explicar el porqué del alza de hasta un 6% en la apertura de la Bolsa de Sao Paulo este lunes y de más de 2% del real frente al dólar, tras la muy buena votación obtenida por Bolsonaro en la primera vuelta (46%), que lo posiciona de forma inmejorable para quedarse con la presidencia de su país el próximo 28 de octubre cuando se celebre le balotaje que lo enfrentará con el izquierdista Fernando Haddad, que tuvo un 29% de los votos.
Bajo una concepción que entiende necesario un techo en el gasto público para impedir “el colapso de las finanzas públicas”, Guedes pretende en caso de convertirse en el “superministro” (bajo su ala estará las actuales carteras de Hacienda, Industria y Comercio, Planificación y la secretaría encargada de Asociaciones e Inversiones) reducir el déficit fiscal y revertir la alta e imparable trayectoria de la deuda pública brasileña. La misma pasó del 58% del PIB en 2013 a 77,3% en la actualidad, y según estimaciones del Banco Mundial podría llegar a 140% para 2030, al menos se hagan las reformas necesarias.
La forma para el Chicago boy, privatizar, concesionar y vender bienes estatales, según indica el propio programa de Bolsonaro.
“El techo de gastos tiene sentido. Es la última barrera del total colapso de las finanzas públicas. Fue por no descifrar esa limitación de gastos que la clase política fue devorada. Es triste ver la redemocratización devorando a sus propios hijos, poniendo a Lula y todo el mundo en la cárcel. Yo estoy a favor del imperio de la ley, pero es trágico. Si quieren sacar el techo, quítenlo. Pero en cinco o diez años va todo el mundo preso de nuevo. Esta es mi tesis. El exceso de gasto público corrompió la democracia y estancó la economía”, dijo Guedes a El País.
El economista pretende disminuir los gastos de baja calidad, como los intereses de la deuda, los privilegios del sistema previsionales y descentralizar los recursos en dirección a los Estados y los municipios, con el fin de que los gastos en áreas sociales sean más eficientes.
“Si queremos hacer saneamiento, tenemos que privatizar algunas empresas. El Estado máquina tiene que empezar a volverse el Estado voluntad, del pueblo. No servirse de una estructura enorme, centralizada. Nuestro programa es eso: más Brasil, menos Brasilia. Descentralizar los poderes y los recursos y las asignaciones. La sociedad sana, liberal-demócrata, es construida desde abajo hacia arriba. El dinero está ahí abajo”, explicó.
Sumado a esto, Guedes también es partidario de una transición del actual sistema de jubilaciones hacia un régimen de capitalización o cotizaciones individuales. Un modelo similar al de Chile (el de Uruguay es mixto), donde el asesor de Bolsonaro se desempeñó como profesor universitario en los años 80, durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1989).
En definitiva, así están dadas las cosas de cara al 28 de octubre para la primera economía de América Latina. La combinación y convergencia entre un discurso conservador y agresivo con las minorías en lo social, que camina de la mano con una agenda de reformas liberales que apuntan a reducir el déficit fiscal y la deuda pública.
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