Hijos de combatientes del EI superan traumas de la guerra

Unos 30 hijos de yihadistas muertos o dados por desaparecidos superan poco a poco los traumas de la guerra en un centro de la Media Luna roja en Misrata, en el oeste de Libia.

Son 28 niños y niñas a los que les gusta estar cerca los unos de los otros, como para protegerse, incluso cuando saltan sobre los colchones y juegan en el patio de hormigón.

Los mayores cuidan de los pequeños como en una familia. Hace siete meses, en diciembre de 2016, las fuerzas aliadas al gobierno de unión nacional con sede en Trípoli arrebataron la ciudad libia de Sirte a los yihadistas del Estado Islámico (EI), grupo al que pertenecían los padres de los menores.

Las fuerzas progubernamentales recogieron a estos niños, de distintas nacionalidades, que se encontraban "en un estado físico y psicológico lamentable" a su llegada al centro de alojamiento de Misrata, una ciudad situada a 240 km al oeste de Sirte, explica el portavoz de la Media Luna roja, Ali al-Ghwell.

Durante meses, los niños sufrieron los bombardeos y penuria de agua, alimentos y medicamentos. Por eso, sobre todo al principio se sobresaltaban por el más mínimo ruido.

Algunos tenían heridas graves en la cabeza, el tórax o las piernas. A Mohamad, de 5 años de edad, hubo que amputarle el brazo derecho.

Ali Ahmad, uno de los voluntarios de la Media Luna roja, cuenta cómo consiguió, con mucha paciencia, que el niño volviera a sonreír.

"Hablé y jugué con él para que fuera confiando en mí", afirma el veinteañero.

Ahora, pese a su muñón, Mohamad corre y salta con sus compañeros en el patio con una sonrisa en la boca antes de lanzarse a los brazos de Alí Ahmad.

Cuando Sirte fue liberada del yugo del Estado Islámico, 52 niños de entre 5 y 9 años fueron a parar al centro de alojamiento de Misrata.