Hotel Carrasco

Desde que inauguró he escuchado miles de comentarios a favor y en contra de cómo ha quedado finalmente restaurado. Pero más allá de la polémica sobre como está decorado y los famosos caballos con lámpara en la cabeza, (que por cierto son realmente muy feos) se percibe que está hecho con pienso y luce sólido.

El restaurant queda en una de las alas de edificio, que tiene forma de semicírculo. Desconozco donde estuvo originalmente, pero acá queda muy bien. Fui de noche y al entrar, enseguida me gustó como está ambientado, aunque tal vez la luz podría se un pelin más tenue, supongo que es sólo cuestión de tocar un dimer.

Ando a menudo por el barrio y desde afuera da la sensación que el hotel aún no está trabajando con toda su capacidad, por lo que me sorprendió gratamente entrar y encontrar el restaurant casi lleno.

Una vez ubicados en nuestra mesa, me encantó sentir que las sillas son cómodas, que los manteles y servilletas son lindos al tacto y ni que hablar de la vajilla. Son detalles que uno espera encontrar en un lugar como este.

El menú, según se anuncia, fue diseñado por un chef francés y habla de un mezcla de su estilo nativo con lo buenos ingredientes de Uruguay. En seguida saltan a la vista los precios en dólares, no tengo nada en contra de los verdes, pero me hubiera gustado más, que fuera en pesos. Para los que vivimos acá, como que choca un poco.

Antes de empezar te traen el clásico "amuse bouche" o abre boca, que siempre es una grata sorpresa. En este caso era un vasito sobre una mini piedra laja, con cucharita negra, que contenía una sopa de tomate (la consistencia era casi de puré) y una pastita de salmón ahumado, con una " quenelle" de queso philadelphia. Además de bien presentado, estaba muy rico.

Las entradas las hubiera pedido todas, pero finalmente opté por la terrina de foie gras con unas naranjitas confitadas tipo mermelada y tostadas de pan de brioche. Una verdadera delicia que devoré más rápido de lo que me hubiera gustado, porque la porción era realmente pequeña.

El plato principal, me costó mucho elegirlo porque las opciones eran un tanto masculinas, mucha carne. Me quedé con una corvina con vegetales bien estilo francés. Me encantó y la porción una vez más me pareció pequeña, aunque perfecta para una mujer. Sospecho que más de uno se irá comentando lo mismo.

Muy buena pinta tenía también el magret de pato, que por supuesto estaba perfectamente rojo en el centro, acompañado de bastones de papas (tres), espárragos (dos) y zuchini baby (uno, partido al medio), todo estratégicamente montado al mejor estilo franchute.

Para acompañar estos platos el sommelier ofreció una degustación de vinos uruguayos, que consistía en tres variedades que llegaban a la mesa en un divertido “Gadget” que cargaba las tres copas.

Los postres los canjeamos por un plato de quesos, también uruguayos, que se acercan a la mesa en un clásico carrito y el mozo los corta a la vista del comensal. Cómo me gusta ésta costumbre!

La atención de los mozos es muy amable, sin ser pomposa. Aunque noté en un momento cierta descoordinación, pero nada que llegara a opacar el servicio.

Nos despedimos felices de haber disfrutado un rato en este “palacio en la arena” tal como lo describe el fantástico libro de Marcello Figueredo, que hojeamos al salir, apoyado estratégicamente, sobre una mesa ratona.

Encantados de saber que el Hotel Carrasco, está listo para seguir hilvanando historias por otros cien años más.

Una entrada, dos platos, degustación de quesos,3 copas de vino, 1 trago, 1 jugo y agua mineral

U$s 172

Reservas: 2604-6060