El Canario no podía creer lo que le pasaba. Desembarcó en Peñarol con la intención de ser el goleador. Pero lo mandaron a jugar de puntero. El 9 era indiscutido y se llamaba Fernando Morena.
La ilusión se derrumbó cuando se enteró que llegaba Rubao, un 9 brasileño que traía el presidente Washington Cataldi.
El Canario se quería ir. Fue a hablar con el presidente. “Quiero volver a Huracán”, le dijo José Ignacio Villarreal al presidente aurinegro. La respuesta lo descolocó: “Si te doy a préstamo a Huracán me matan; a mí me sirve que vayas a Central Español”.
José Ignacio salió con rabia de la sede. “Espero que se acuerde a mí”, le dijo a Cataldi antes de retirarse. Y rumbeó para Palermo.
Jamás imaginaba que sellaría un pacto de corazón con Central. Corría el año 1984 cuando un 30 de setiembre Villarreal entraba en la historia. El club de Palermo, que había ascendido a Primera el año anterior, se consagraba campeón uruguayo.
Ya pasaron 34 años. El club vivió todo tipo de situaciones. Deambuló por Primera. Se fue a la B y corrió hasta riesgo de desaparecer.
Un día de 2017 el Canario bajó a la capital para organizar la tradicional comida del aniversario del título. Fue cuando uno de sus compañeros de aquel plantel lo sorprendió con un pedido.
“El primero que me habló fue Tuja. Me dijo que me presentara a las elecciones”, reveló el Canario. “¿Qué le dije? Que estaba loco. Y enseguida le comenté que el presidente tenía que ser él pero rechazó el pedido diciéndome que era imposible porque no se había jubilado aún y no tenía tiempo”.
Villarreal empezó a recibir llamados de varios de sus excompañeros. El golero Tuja, los entonces zagueros Obdulio Trasante y Carlos Barcos. Y de las charlas con los viejos socios fue gestando el convencimiento para que se postulara a la presidencia.
Fue entonces que Villarreal asumió el reto pero con un detalle que es inédito en Uruguay. Para tomar la decisión apeló a sus excompañeros a la hora de armar la lista. Pero no para buscar dirigentes. No, para que lo acompañen. Entonces, como aquella vez de hace 34 años, los exjugadores se volvieron a poner el cuadro al hombro.
Y se armó una lista con 10 exjugadores del club para regir los destinos de Central Español. A saber: José Ignacio Villarreall, Héctor Tuja, Fernando Madrigal, Obdulio Trasante, Juan Mouro, Carlos Barcos, César Pereira, Ruben Borda, Tomás Lima y Eduardo Moreira.
Lo que jamás imaginaron los exjugadores palermitanos es la cantidad trabas que iban a encontrar en su camino a la presidencia.
¿La primera? Enterarse escasos días antes de las elecciones que en la lista tenía que haber 12 españoles o al menos con pasaporte de esa nacionalidad explicó Villarreal a Referí.
“Por estatuto, entre diferentes comisiones, tenés que tener titulares o suplentes a 12 españoles o con pasaporte español. Fue una cosa de locos conseguirlos”, expresó.
Asimismo, Villarreal denunció a Referí que se negaban a darles el padrón social. “Me decían que no lo podían dar porque había teléfonos privados. Teníamos socios vitalicios que no estaban en el padrón. Tuve que sacar a uno a último momento porque no estaba en el padrón, un socio vitalicio con carné”.
Villarreal fue electo presidente. A los 15 días se quería ir. Abrumado por los problemas quería retirarse. “Yo sabía que estábamos mal pero nunca supimos cosas hasta después que asumí. El dinero es tema muy importante, fuimos pensando que podíamos obtener de la AUF y me enteré de cosas que no estaban que habían sido pagadas y nunca se habló”, reveló a Referí.
La primera obligación que asumieron tuvo mucho que ver con su pasado. Pagar los sueldos de los futbolistas fue una obligación.
Villarreal dice que de aquel Central del que se enamoró en 1984, 34 años después, “tenemos el club peor de lo que estaba”.
Dice que apuestan a organizar las formativas. “Los técnicos nos dijeron que estaban abandonados, que no iba nadie de la directiva”, comentó el ayer jugador, hoy presidente.
“Ahora a las inferiores van dos o tres, Coquito Moreira, César Pereira y Fernando Madrigal que hacen la parte deportiva. Se están informando de qué jugadores hay, como trabajan los técnicos porque Central estaba a la deriva”.
En Palermo soplan nuevos vientos. En un hecho sin precedentes, aquellos que compartían el vestuaruio, hoy se reúnen alrededor de una mesa para comandar los destinos del club. La historia dirá que los campeones de 1984 se juntaron para volver a ponerse el cuadro al hombro.
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