Ciencia > Contaminación nuclear

Islas Marshall: cúpula que cubre deshechos nucleares arrojados por EEUU está en deterioro

La contaminación de las aguas del Océano Pacífico está en juego y las autoridades están alerta
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27 de mayo de 2019 a las 18:28

Entre Australia y Hawai se encuentran los atolones de Bikini y Enewetak, que son parte de las Islas Marshall. Allí los estadounidenses realizaron más de 100 ensayos nucleares, 67 de ellos entre 1946 y 1958, en una época en la que este tipo de ensayos en islas del Pacífico de parte de norteamericanos, franceses y británicos era moneda corriente. La bomba nuclear "Cactus" que explotó en 1958 en la isla de Runit formaba parte de uno de estos ensayos del ejército de Estados Unidos, el cual derramó dos décadas después en el cráter los desechos contaminados de decenas de otros ensayos. Todo fue recubierto en 1979 con una gran cúpula circular de cemento de 115 metros de diámetro y 45 centímetros de espesor. Aunque la bomba era relativamente pequeña, la herencia de este acontecimiento en cambio es una gran carga para las Islas Marshall, ya que la cúpula que cubre un cráter lleno de desechos nucleares empieza ahora a deteriorarse.

Esta solución de almacenamiento debía ser temporal, y por razones de costos el fondo del cráter no fue aislado con una capa de cemento. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, compartió recientemente sus preocupaciones en cuanto a posibles fugas de materias radiactivas en el atolón de Enewetak, y presentó a este cráter como "una especie de sarcófago". Luego de cuatro décadas de exposición a la erosión, la cúpula de cemento comienza a presentar grietas.  La estructura está además amenazada por la subida del nivel del mar causada por el cambio climático y se ignora cuál puede ser su resistencia en caso de un fuerte tifón. 

Jack Ading, representante de la zona en el Parlamento de las Marshall, habla de la cúpula situada en un paisaje paradisíaco como "una monstruosidad". "Está llena de contaminantes radiactivos como plutonio-239, una de las sustancia más tóxicas conocidas por el hombre", dijo a la AFP.  "El sarcófago tiene fugas de veneno en el entorno inmediato. Lo peor es que nos dicen que no nos preocupemos por las fugas ya que los niveles de radiactividad en el exterior de la cúpula son al menos tan elevados como en el interior", agregó.

Debido a los altos niveles de radiactividad, muchos habitantes de la zona se vieron afectados y otros debieron de abandonar sus tierras. La población de Enewetak que debió ser evacuada no pudo volver hasta 1980. Unas 800 personas viven hoy en el extremo sur del atolón, a una veintena de kilómetros de Runit, por lo que la posibilidad de fugas de materiales fuera de la cúpula, símbolo de la pesada herencia dejada por el programa de ensayos nucleares estadounidenses, representa una amenaza latente a su bienestar.

Tras la retirada del ejército estadounidense, el gobierno de las Islas Marshall aceptó oficialmente un pago "completo y final" que debía cubrir el impacto de los ensayos nucleares. Pero desde hace décadas algunos denuncian indemnizaciones demasiado bajas y la incapacidad del archipiélago para gestionar desechos nucleares, lo que provocó según la ONU "un legado de desconfianza" hacia Estados Unidos.

"El Pacífico fue víctima en el pasado, como sabemos", declaró a mediados de mayo Guterres, tras reunirse con la presidenta de las Islas Marshall, Hilda Heine. "Estas consecuencias fueron dramáticas, en términos de salud, de envenenamiento del agua en algunas zonas", dijo.

John Silk, ministro de Relaciones Exteriores del archipiélago, oficialmente independiente desde 1990, coincidió con Guterres a instó a volver a poner sobre la mesa la cuestión de la degradación de la cúpula.

El presidente de la comisión nuclear nacional, Rhea Moss-Christian, estimó que el país "necesita el apoyo de la comunidad internacional para tratar los desafíos sanitarios y medioambientales en el Pacífico". Las consecuencias de las fallas estructurales de la cúpula son inciertas. En 2013, una inspección estadounidense insinuó que las consecuencias radiactivas en los sedimentos eran ya tan altos que una ruptura de la cúpula no implicaría necesariamente un aumento de la exposición a las radiaciones, declaración que quitaba así importancia al asunto. 

Silk, que señaló que Estados Unidos se comprometió a seguir vigilando la cúpula, sugirió que "sería útil" una evaluación independiente. "Rezamos para que la cúpula de Runit no sea finalmente nuestro sarcófago", declaró Jack Ading. 

(En base a AFP)

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