Alberto Fernández junto a Cristina Fernández de Kirchner

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Jair Bolsonaro se equivoca

Ningún milagro salvará la economía argentina. Y además la economía argentina no necesita ningún milagro. Solo necesita volver a la normalidad que ha tirado por la borda hace más de 60 años
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01 de agosto de 2021 a las 05:00

La economía argentina viene mal desde hace tiempo. La dejó muy mal Cristina Kirchner cuando le dejó la presidencia a Mauricio Macri en 2015. Y Macri, con un enfoque gradualista no pudo hacer mucho para mejorarla. Ni siquiera llegó a hacer explícita la pésima herencia recibida. Trató de poner orden en el caos de controles cambiarios, de precios y de importaciones y apostó a inversiones extranjeras que nunca llegaron porque no había un proyecto sólido detrás y tampoco un futuro claro por delante. Y así fue: Macri recurrió al endeudamiento de corto plazo aprovechando la luna de miel presidencial pero cuando las condiciones mundiales cambiaron en 2018 todos sus esfuerzos se fueron por la banquina. Y tuvo que recurrir al FMI que le extendió su generosa mano. Ahora Argentina no tiene crédito ni interno ni externo. Tanto fue así que Argentina volvió a las típicas y cíclicas crisis de balanza de pagos.
Macri dejó mal la economía, sin reformas y con una oportunidad perdida. Cristina, aunque parecía imposible, volvió astutamente al poder aunque no a la presidencia. Ella tiene a Alberto Fernández dando la cara y desde el Senado toma las decisiones más importantes sobre la pandemia y la economía y las próximas elecciones parlamentarias y la reforma judicial que la exonere de las múltiples causas que tiene abiertas por negocios propios o por asuntos de estado.
Para ella es vital ganar las próximas elecciones parlamentarias y ampliar su mayoría a efectos de cambiar la organización judicial en beneficio propio. Pero la economía y la pandemia parecen jugarle en contra. Por ello, una vez más, las medidas económicas que adopta el gobierno de Alberto han sido diseñadas por ella para “llegar y ganar las elecciones de octubre”.
Como los argentinos saben más de economía que cualquier otro país del mundo, saben también protegerse de los cepos y controles del Estado. Y por ello el dólar blue ha duplicado al oficial, generando una serie grave de problemas que no se irán por un buen tiempo y que ponen mucha presión sobre las exiguas reservas del Banco Central y le obligan a aumentar la ya excesiva emisión monetaria y a no poder controlar una inflación que se acerca al 50%.
Jair Bolsonaro, que no se lleva bien ni con Cristina ni con Alberto, aprovechó esta semana para decir que el gobierno de Alberto Fernández se trata de un “régimen que no dio resultado en ningún lugar del mundo” y dijo que “solo un milagro salvará a la economía argentina”.
“Miren lo que está pasando en la Argentina. Estuve allá en 2019 y dije que si la izquierda volvía al poder, íbamos a necesitar una operación acogida en Rio Grande do Sul. La clase A ya empieza a dejar la Argentina”, dijo Bolsonaro, que ha repetido que cada vez más argentinos están migrando a Brasil. “Solo un milagro salvará la economía argentina”, señaló.
Pero el mandatario brasilero se equivoca. Ningún milagro salvará la economía argentina. Y además la economía argentina no necesita ningún milagro para salvarse. Solo necesita volver a la normalidad (back to basics) que ha tirado por la borda hace más de 60 años, con muy escasas excepciones. Razón por la cual el PIB per cápita sigue en los mismos niveles que en los años 70 mientras que toda América Latina ha mejorado en mayor o menor medida.
El milagro que necesita Argentina es respetar los equilibrios macro económicos, no gastar más de lo que ingresa, no endeudarse para financiar déficits y no hacer default de esa deuda en forma serial (alguno de ellos con festejo incluido), rebajar la excesiva presión impositiva que creció 10 puntos del PIB en los últimos quince años. En definitiva, generar reglas de juego claras y estables, crear un clima favorable a la inversión privada, respetar el funcionamiento independiente de la justicia, castigar la corrupción rampante y reestablecer la seguridad ciudadana. Y además abrirse al mundo, cosa a lo cual Argentina se niega sistemáticamente dentro y fuera del Mercosur.
Es cierto que todo esto parece relativamente sencillo y no precisa de ningún milagro. Precisa sí liberar el notable talento creador del pueblo argentino, del cual ha dado muestras acabadas en el deporte, la ciencia, la literatura, las artes, la propia economía. Un talento que se ha manifestado más en forma individual que colectiva y que de alguna manera ha frustrado que Argentina esté en el lugar que merece por su trayectoria original, por sus recursos naturales y humanos, por el sitial que ocupó en el concierto de las naciones a principios del siglo XX.
El milagro, si cabe decirlo así, es que Argentina esté tan mal teniendo tantas riquezas humanas y naturales. Es que no haya podido amalgamar una sociedad inclusiva, pujante y justa como la que apuntaba hace un siglo. Y no será necesario milagro alguno para recuperarse sino aplicar la estupenda Constitución de 1853 redactada por Juan Bautista Alberdi y abandonar el populismo que la oprime desde mediados del siglo pasado.

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