La 77 Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) comienza este martes en Nueva York con la intervención de los líderes mundiales. Muchos lo harán de forma presencial. Volodimir Zelensky lo hará de modo remoto y marcará el punto de mayor diferencia entre los países más poderosos. El calentamiento global, la crisis energética, el aumento de la extrema pobreza y las migraciones que azotan el planeta Tierra quedarán a la zaga del conflicto que desde el 24 de febrero conmueve al mundo por la invasión de Rusia a Ucrania y la ONU no tuvo ninguna iniciativa como para intentar poner punto a ese conflicto.
La cifra podría ser el tema central de no estar tapada por la guerra de Ucrania: 820 millones de personas en todo el mundo pasan hambre. Varios países de África, algunas naciones latinoamericanas como Haití, encabezan la lista de naciones con poblaciones donde la muerte por hambre ya es una realidad y marcan a generaciones que están al borde de sucumbir jóvenes porque su crecimiento es sin las proteínas suficientes, sin acceso al agua potable y sin infraestructuras sanitarias que puedan contener las enfermedades producto de la pobreza extrema.
Sin embargo, los representantes de los países miembros de la ONU están urgidos por las agendas impuestas por las potencias. En ese sentido, el conflicto de Ucrania ocupa la escena. Los votos para que el presidente ucranio Volodimir Zelensky pudiera intervenir en forma remota fueron de 101 a favor y solo siete en contra con 19 abstenciones. Esto es una muestra de una polarización en los números pero que esconde el problema energético, inflacionario y financiero que provoca la falta de un intento de mediación para lograr bajar la intensidad de esa guerra.
Rusia se opuso a la participación del jefe de Estado ucraniano con el argumento de que las reglas solo autorizan los discursos presenciales. A su vez, el representante de Ucrania sostuvo que Zelensky no puede abandonar el país debido a la guerra.
“Existe un cansancio real” entre los países del llamado sur global, que quieren que la agenda vuelva a centrarse en los temas que más les afectan, como la escalada de la inflación o la escasez de alimentos, reconocía Ashish Pradesh, del centro de análisis International Crisis Group y coautor del informe Diez Desafíos para la ONU 2022-2023.
En parte para responder a esas preocupaciones, Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU patrocinarán un foro con las naciones afectadas para tratar sobre seguridad alimentaria el martes.
Las exequias de Isabel II alteraron el orden de intervenciones, ante el retraso en la llegada a Nueva York de mandatarios que se desplazaron a Londres, incluido el propio presidente estadounidense, Joe Biden.
En ese sentido, se romperá la tradición de que Estados Unidos sea la segunda intervención después de Brasil en el primer día de discursos, lo que le da la potestad de definir, hasta cierto punto, los asuntos que abordarán los líderes.
En esta ocasión, la intervención de Biden se producirá el miércoles a las 10.30, hora local y Senegal ocupará el puesto dejado libre por Washington el martes.
El presidente norteamericano, que llega a Nueva York ya con un ojo puesto en las legislativas de noviembre, dedicará a Ucrania la parte principal de su discurso. “Intentará enfatizar que el ataque contra Ucrania es un ataque contra la Carta de Naciones Unidas, contra el Derecho Internacional, los principios de soberanía y de integridad territorial, las cosas que los miembros de la ONU valoran de verdad”, apunta Pradesh.
También querrá, según el experto, enviar a los países más afectados por las subidas de precios de los alimentos el mensaje de que la causa de esas alzas “no son las sanciones occidentales, sino que la responsable es Rusia”.
Buena parte de la intervención de Biden, a su juicio, vendrá marcada por las críticas a Moscú. Y también por alusiones directas o indirectas a China. La Asamblea General llega un mes después de que las tensiones entre los dos gobiernos se agravaran aún más en torno a la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, a Taiwán.
Ni el presidente ruso, Vladímir Putin, ni el chino, Xi Jiping, tienen previsto estar en Nueva York para la Asamblea General. En cambio, los dos se reunieron la semana pasada en Samarcanda, la historiada ciudad de la Ruta de la Seda en la actual Uzbekistán, en un encuentro en el que ambos enfatizaron el apoyo mutuo a sus intereses.
Serguéi Lavrov, canciller de Rusia, intervendrá ante la Asamblea el sábado. La embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, descartó conversaciones de su delegación con la parte rusa.
Tampoco es fácil el diálogo entre la delegación de Estados Unidos y la de Irán, cuyas negociaciones en torno al acuerdo nuclear están estancadas.
En intervenciones previas a la Asamblea, Thomas-Greenfield había lanzado apuntes sobre la necesidad de reforma de la institución, “que padece una crisis de confianza causada por la guerra no provocada de Rusia en Ucrania”.
(Con información de agencias)
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