Diego Battiste

La batalla en la educación

La "marcha nacional educativa" o la antesala para frenar la reforma educativa que impulsa la ANEP

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17 de junio de 2022 a las 22:22

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La “marcha nacional educativa” convocada por la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes), el pasado miércoles 15, fue un ejercicio sindical al que estamos acostumbrados en cada instancia de proyectos presupuestales o de rendición de cuentas. Pero esta vez también puede interpretarse como la antesala de una estrategia sindical de acumulación de fuerzas para frenar la reforma educativa que impulsa la ANEP, en la que está en juego una profunda batalla cultural.

Pancartas y cánticos alusivos a supuestos recortes presupuestales, a un plan maquiavélico de privatización de la educación y consignas vacuas sobre un estado de la educación calamitosa, dignas de un guion distópico de una serie por streaming. 

Las críticas de los dirigentes sindicales, que podrían hacer un aporte valioso para mejorar la calidad de la educación, sirve para preocupar a los padres de familias de los educandos. Y comprobar, una vez más, que los mueve la pérdida de poder corporativo que tuvieron durante los gobiernos del Frente Amplio.

Cuando un conjunto de disparates deliberados se difunden por internet, se consideran fake news o hechos alternativos, fundamentados en argumentos ideológicos, negadores de la verdad fáctica. Es lo mismo cuando se escuchan en una movilización o se leen en carteles sindicales que hieren la verdad.

Aceptando la pertinencia del debate de si había margen en el período duro de la pandemia para otorgar más beneficios, presupuestales o extrapresupuestales, es de necios no reconocer el esfuerzo que se hizo por ayudar a los sectores más desfavorecidos, sin tirar por la borda el capital fiscal del país. Es un difícil equilibrio, que el tiempo le terminó dando la razón al gobierno cuando se leen los informes de los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI).

No obstante, los números fríos tampoco dicen que hubo un retroceso de la educación pública y menos se puede hablar de privatización.
Basta con analizar la evolución de la matrícula de alumnos de la enseñanza pública y de la privada, así como la plantilla docente, para descartar de plano la acusación de “privatización” que sirve como relleno para levantar un muro de resistencia del statu quo. 

Y las noticias falsas de los dirigentes sindicales en la esfera pública, pretenden legitimarse en supuestos estudios académicos realizados por especialistas en educación, que se pueden leer en la página web de Fenapes. 

Documentos vestidos con ropaje académico, en un lenguaje críptico, que buscan afanosamente colocar la tibia y lenta reforma educativa de la ANEP como parte de un diabólico programa ideológico “neoliberal” del gobierno de Luis Lacalle Pou, sin nombrarlo, pues, sería demasiado burdo.

El proyecto educativo está en la buena dirección de ofrecer una formación coherente a las exigencias del mundo del siglo XXI. Y lo más urgente hoy, es  que más adecuada para la inserción laboral de los jóvenes que sufren de una altísima tasa de desempleo. 

El gobierno y los partidos de la coalición multicolor deberían comprometerse más con el plan de la ANEP, evitar que se repita la experiencia del profesor Germán Rama, líder de una reforma que los gremios de la enseñanza y buena parte de la izquierda demonizaron y truncaron para desgracia de los estudiantes.

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